Fiona se sobresaltó con las palabras de Ewan, alejándose ligeramente. No podía creer que él hubiera aceptado su deseo por Atenea.
Observó cómo él volvía a su típica fachada fría, y sabía que si ella no hacía nada en ese momento, lo perdería para siempre.
Fiona negó con la cabeza sutilmente. Sí, las garras de Atenea estaban clavadas profundamente en su hombre, ¡pero ella nunca se rendiría! ¡Había llegado demasiado lejos como para que Atenea lo tuviera todo para ella!
Entonces, de repente se inclinó hacia delante, casi como si quisiera agarrar a Ewan, para atraerlo de nuevo a su órbita. —¡Puedo demostrarte que puedo cambiar! ¡Solo quédate conmigo, Ewan! ¡También soy parte de tu pasado!
Fiona estaba dispuesta a ser tachada de frenética y desesperada por Ewan, ¡siempre y cuando él creyera en sus palabras!