Stella escuchó su voz y levantó la mirada. La palabra no se atoró en su garganta mientras se encontraba con sus profundos ojos azules.
El hombre la seguía mirando y estaba escrito en su rostro:
—No se aceptará un no.
Sin esperar su respuesta, caminó hacia el coche negro aparcado al lado del camino.
Sus acciones claramente le decían:
—Sígueme.
No solo la invitó a seguirlo, sino que también dejó a dos altos guardaespaldas estacionados junto al coche, vigilándola atentamente.
Stella se quedó sin palabras.
Se preguntó:
—Si me niego, ¿simplemente me recogerán y me meterán en el coche?
Pero de todos modos...
Dentro del coche...
Después de que Stella subió al coche, le dio al conductor su dirección y luego se quedó en silencio.
RK tampoco era alguien a quien le gustaba hablar, así que el ambiente dentro del coche era muy silencioso.