Cuando Stella miró hacia atrás...
El hombre había pasado junto a ella...
Se sentó en la mesa no muy lejos de la suya.
Stella maldijo en su corazón. —¿Por qué tengo tan mala suerte? ¡Me encuentro con este hombre dondequiera que voy! —pensaba.
Revisó su teléfono, apenas era la 1 en punto...
La hora del almuerzo acababa de empezar. ¿Cómo podía haber terminado ya? Si la hora del almuerzo había terminado, ¿por qué él seguía allí almorzando?
¡Este maldito hombre! ¿Acaso había reglas distintas para ella en comparación con los demás trabajadores?
Tristan, que estaba sentado frente a ella, levantó la mano y miró el reloj que llevaba y dijo:
—¿Cómo que la hora de almuerzo de tu empresa termina a la 1? ¿Por qué recuerdo que Sofía dijo que la hora de almuerzo de tu empresa empieza a la 1?
Stella dio otro bocado a la comida de su plato.
Sí... ¡La hora del almuerzo empezaba a la 1! ¡No terminaba hasta una hora después, a las 2!