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Stella oyó el alboroto en la puerta...
¡Estaba tan asustada que casi pisa el poste de hierro bajo sus pies!
Se inclinó hacia atrás y casi se cae del columpio...
Toc, toc, toc...
—Señorita Richard, ¿está en la habitación? ¡Le he traído su té de la tarde! —una voz de sirviente provenía de afuera de la puerta.
Stella estaba tan asustada que no sabía qué decir...
¿Debería volver a la habitación? Sin embargo, de esa manera, ¡todo lo que había hecho habría sido en vano! ¡Luego tendría que salir por la ventana otra vez!
¡Esa clase de cosa arriesgada...! Sería suficiente hacerlo una vez, ¡no se atrevería a hacerlo de nuevo!
En particular, se quedará atascada en el columpio. Si volviera a la habitación... ¡Sería más problemático! Sería más difícil.
Toc, toc, toc...
—Señorita Richard, ¿por qué no se puede abrir la puerta de su habitación? ¿Quiere que la abra con la llave? ¿Está en la habitación? ¿Ocurrió algo? —no... No, no...