Al mismo tiempo, los cuatro salieron del Dhaba y deambularon por un rato. Las manos de Stella estaban llenas de cosas. El hombre quería llevarlas, sin embargo, las había comprado para Adrián. Tenía que pensar en Alia para evitar que los niños pelearan.
Eran todo zapatos y ropa, y no pesaban mucho.
—Papá, mis manos están sudando. Hace mucho calor. No me agarres.
Alia acababa de terminar de comer y quería caminar por un rato. Era evidente que ya no podía sostenerse más siendo solo una niña de cuatro años.
Sin embargo, debido a la lengua venenosa de Adrián, ella no quería que su padre la cargara, y no quería hacer el ridículo frente a Adrián, así que se mantuvo firme.
Stella los miró y quería reír.
Esta pequeña niña era muy arrogante.
RK soltó su mano con sorpresa. —Esta es la primera vez que te veo caminar por tanto tiempo.
Y además, era muy inesperado que no le pidiera que la cargara.