—Oh, eres más lista de lo que pensé. Esta es tu última oportunidad. Que puedas traerlo aquí o no, depende de ti —el hombre levantó las cejas y sonrió. Esto hizo que Stella pensara que no debería haber conocido a este hombre—. Pensando que todavía podría cobrar su salario, Stella arrojó la precaución al viento.
Después de abrir la puerta del coche, se dirigió directamente a Aden.
La lluvia fría caía sobre su brazo y su cara mientras corría hacia Aden. Cuando vio el rostro pálido del hombre, su corazón de repente sintió un pinchazo. Aden, a quien ella conocía antes, no era así.
Era un joven frívolo y noble. Había sobrevivido en este mundo sin corromperse ni desilusionarse.
Pero la muerte de Alice...