—¡RK!
Al oír eso, Stella se aterrorizó.
Casi gritó con una voz carrasposa. No sabía de lo que eran capaces los hombres de RK. Por un momento, quedaron solos los tres en el área donde se encontraban.
Con una mirada testaruda en su rostro, las lágrimas finalmente fluyeron de sus oscuros ojos.
Casi suplicó —RK, déjame ir, Adrián es mi hijo. No tiene nada que ver contigo.
¿Acaso sabía lo dura que era tal verdad para un niño de cinco años?
Él tenía una hija y una prometida, así que no podía darle un hogar a Adrián.
Además, ya llevaban tantos años divorciados. ¿Cómo podría Adrián cargar con las consecuencias a tan corta edad?
—¡Tú no eres mi papá! ¡Mi papá murió hace mucho tiempo! —La infantil voz del pequeño rompió el silencio. Su voz infantil se mezclaba con una ola de fuerte enojo. El rostro de Adrián estaba pálido y su expresión era fea. Incluso para Stella, como su madre, era la primera vez que lo veía así.
—Adrián... —El corazón de Stella sufría por su hijo.