Chapter 9 - cap 9

"¿Por qué se rindió? Estaba tan cerca de ganar…" murmuró, sintiendo una mezcla de frustración y decepción.

Minami lo miró, tratando de calmarlo. "A veces, la victoria no lo es todo. Shikamaru sabe qué es lo mejor para él. Tal vez su decisión fue más estratégica de lo que parece."

"Lo sé, lo sé…" respondió Rimuru, aunque aún no podía evitar sentir que había algo más. "Pero aún así, me gustaría que todos lucharan al máximo."

A medida que el torneo avanzaba, la atención se centró en el combate entre Sasuke y Gaara. La tensión era palpable, y Rimuru sintió que el aire se volvía más denso. "Esto no se ve bien," dijo, sus ojos fijos en la arena. "Gaara no parece estar en su mejor momento, y Sasuke… bueno, él siempre tiene algo bajo la manga."

Minami miró a Rimuru, notando su preocupación. "¿Crees que deberíamos intervenir si las cosas se ponen feas?"

"Tal vez. Pero también debemos dejar que ellos enfrenten sus propios desafíos. A veces, las batallas son necesarias para crecer," reflexionó Rimuru, recordando su propia transformación y el dolor que había tenido que atravesar para llegar a donde estaba.

La pelea comenzó, y Rimuru se sintió cada vez más inquieto a medida que Gaara comenzaba a transformarse. "Esto no es bueno…" murmuró, mientras Naruto y Shikamaru se acercaban a Kakashi, preocupados por lo que estaba sucediendo.

En ese momento, un destello de luz iluminó la arena cuando Sasuke utilizó el Chidori, perforando la esfera de arena de Gaara. "¡Sí! ¡Sasuke lo hizo!" gritó Rimuru, levantando los puños en señal de victoria. Pero su alegría se desvaneció rápidamente cuando Kabuto lanzó un genjutsu sobre el público, sumiéndolos en el sueño.

"¡No! ¿Qué está pasando?" Rimuru se levantó de su asiento, sintiendo la energía de la situación cambiar drásticamente. "Esto no es solo un torneo… hay algo más oscuro en juego."

Minami lo miró, su expresión seria. "Debemos hacer algo, Rimuru. No podemos dejar que esto termine así."

"Vamos, entonces. ¡Es hora de actuar!" Rimuru se puso de pie, su rostro decidido. La risa y las bromas se desvanecieron, dando paso a la seriedad que la situación requería. "¡No seremos solo espectadores! ¡Lucharemos juntos!"

Y así, un nuevo capítulo comenzaba, donde la amistad, la lucha y el deseo de cambiar el destino se entrelazaban en un mismo hilo, desafiando las sombras que amenazaban con consumir todo lo que conocían.

El aire en Konoha estaba cargado de tensión, una sensación palpable que recorría cada rincón de la aldea. Los murales que solían ser símbolos de paz ahora parecían observar con tristeza la inminente llegada de la guerra. Rimuru, con su aspecto infantil y su cabello azul brillante, se encontraba en el centro de la plaza, rodeado de varios niños que lo miraban con admiración. Su naturaleza traviesa brillaba en su sonrisa mientras contaba historias de sus aventuras en otro mundo. Pero en su interior, sabía que la calma era solo el preludio de una tormenta.

"¿Sabías que en mi mundo, los dragones son más que solo leyendas? ¡Son como mascotas enormes que te llevan de paseo!", decía Rimuru, gesticulando con entusiasmo. Los niños reían y lo miraban con ojos brillantes.

Minami, la hermana de Naruto, se acercó a Rimuru, su rostro iluminado por una mezcla de emoción y nerviosismo. "Rimuru, deberíamos prepararnos. Algo grande está por suceder, ¿no crees?"

Rimuru asintió, su expresión cambiando a una más seria. "Sí, Minami. Orochimaru ha estado tramando algo y no podemos quedarnos de brazos cruzados. Debemos ayudar a proteger Konoha."

Minami, que tenía un profundo sentimiento por Rimuru, sintió un cosquilleo en el estómago. "¿Y si nos volvemos más fuertes? Quiero ser tan poderosa como tú, para poder ser Rey Demonio algún día."

Rimuru soltó una pequeña risa. "¡Claro! Pero primero, debemos asegurarnos de que Konoha esté a salvo. Después de eso, ¡podemos hablar de reinos demoníacos y todo eso!"

Mientras tanto, Naruto apareció en la escena, su energía siempre vibrante y llena de determinación. "¡Rimuru! ¡Minami! ¡No podemos dejar que Orochimaru se salga con la suya! Ya no quiero ser Hokage; quiero encontrar mi propio camino, evolucionar como tú, Rimuru."

Rimuru sonrió, sintiendo la conexión entre los tres. "¿Qué tal si formamos un equipo? Juntos, podemos enfrentarnos a cualquier cosa."

A lo lejos, una nube de polvo se levantó, señalando la llegada de los Ninjutsu de Otogakure. La tensión se intensificó cuando las gigantescas serpientes invocadas por Orochimaru comenzaron a destruir las murallas de la aldea. Rimuru se puso en pie de un salto, su mirada fija en el horizonte.

"¡Es hora de actuar!" dijo, su voz resonando con una autoridad inesperada para alguien de su apariencia. "Minami, Naruto, ¡vamos a hacer que se arrepientan de haber venido aquí!"

Minami sonrió, sintiendo que la adrenalina comenzaba a fluir por sus venas. "¡Sí! ¡Vamos a luchar juntos!"

Mientras se preparaban, Rimuru recordó el consejo que le había dado Ciel: "Es importante ser serio en el campo de batalla, pero no olvides lo que te hace único." Con un guiño, Rimuru se dirigió a sus amigos. "Recuerden, si nos encontramos en problemas, ¡puedo ser muy lindo y hacer que se rindan!"

Naruto soltó una risa, "¡Eso es lo que más me gusta de ti, Rimuru! ¡Eres un genio!"

La batalla comenzó en un estallido de energía y ataques. Rimuru se lanzó hacia adelante, utilizando sus habilidades para absorber y desviar las técnicas de los ninjas de Otogakure. Minami utilizó su agilidad y destreza para ejecutar ataques rápidos y precisos, mientras que Naruto desataba su energía, lanzando ráfagas de chakra hacia los enemigos.

En medio del caos, Rimuru se encontró cara a cara con uno de los Cuatro del Sonido, un ninja que había invocado una serpiente gigante. "¡Así que tú eres el que se atreve a desafiar a Konoha!" dijo el enemigo, riendo con arrogancia.

Rimuru sonrió, su mirada brillante de humor. "¿Desafiar? No, solo estoy aquí de visita. Pero si insistes en ser mi anfitrión, ¡espero que tengas bocadillos!"

La serpiente se lanzó hacia él, pero con un movimiento ágil, Rimuru absorbió su chakra, transformando su energía en una explosión de poder. "¡Es hora de que te retires!"

Mientras tanto, Minami luchaba junto a Naruto, cubriendo sus espaldas. "¡Seamos rápidos! No podemos permitir que Orochimaru se salga con la suya," gritó ella, mientras lanzaba un shuriken con precisión mortal.

Con cada movimiento, la determinación de los tres amigos crecía. El combate se intensificaba, y mientras Hiruzen, el Tercer Hokage, se enfrentaba a Orochimaru en una batalla feroz, el ruido de los enfrentamientos resonaba en toda Konoha.

Finalmente, Rimuru, sintiendo que la situación se volvía más crítica, se acercó a Minami. "Debemos unir nuestras fuerzas. Si combinamos nuestras habilidades, podemos hacer algo increíble."

Minami asintió, "¡Sí! ¡Vamos a hacerlo!" Juntos, comenzaron a realizar un jutsu combinado, la energía fluyendo entre ellos como un río desbordado.

Mientras sellaban su energía, una visión de Hiruzen luchando valientemente contra Orochimaru apareció en la mente de Rimuru. "No podemos dejar que su sacrificio sea en vano," murmuró, decidido.

La batalla continuó, y aunque estaban luchando con todas sus fuerzas, la sombra de la amenaza de Orochimaru se cernía sobre ellos. Sin embargo, Rimuru, Minami y Naruto estaban listos para enfrentarse a cualquier desafío, no solo por Konoha, sino por su propio crecimiento y el futuro que deseaban construir.

El caos reinaba en Konoha. Las murallas de la aldea temblaban bajo el ataque de las serpientes gigantes invocadas por Orochimaru, y el aire estaba impregnado de una tensión que hacía que cada ninja sintiera su corazón latir con fuerza. Rimuru, Minami y Naruto se encontraban en el centro del campo de batalla, listos para enfrentarse a la amenaza que se cernía sobre su hogar.

"¡Minami, Naruto, no podemos permitir que destruyan nuestra aldea!" gritó Rimuru, su voz resonando con autoridad a pesar de su apariencia infantil. "Debemos unir nuestras fuerzas y luchar juntos. ¡Es hora de demostrar de qué estamos hechos!"

Minami, con una determinación ardiente en sus ojos, asintió. "¡Sí! ¡No dejaremos que Orochimaru se salga con la suya! ¡Vamos a proteger Konoha!"

Naruto, siempre lleno de energía, sonrió. "¡Eso es! ¡No dejaré que nadie lastime a mis amigos ni a mi hogar! ¡Vamos a luchar con todo lo que tenemos!"

Mientras se preparaban para el combate, Rimuru sintió que la adrenalina comenzaba a fluir por sus venas. Sabía que, aunque era un niño, su poder era formidable. "Recuerden, siempre puedo usar mi lindo rostro para distraer a los enemigos," bromeó con una sonrisa traviesa, lo que hizo que Minami y Naruto rieran, aliviando un poco la tensión del momento.

Los tres amigos se lanzaron al combate, con Rimuru absorbiendo el chakra de las serpientes mientras Minami y Naruto se movían con agilidad, atacando con jutsus y técnicas que habían perfeccionado. La batalla era feroz, y cada movimiento contaba.

Mientras tanto, en el aire, Jiraiya había invocado a Gamahiro, quien descendía con gran majestuosidad sobre una de las serpientes. "¡Vamos, Konoha! ¡No dejaremos que esto termine así!" gritó Jiraiya, desatando una lluvia de ataques sobre el monstruo.

Rimuru observó mientras la serpiente se retorcía, y en un instante, se dio cuenta de que su amigo Shino estaba en apuros, enfrentándose a Kankuro. "¡Minami, Naruto! ¡Debemos ayudar a Shino!" exclamó Rimuru, corriendo hacia la dirección del combate.

"¡Voy contigo!" respondió Minami, sintiendo que su corazón latía con fuerza al estar cerca de Rimuru. Sus sentimientos hacia él eran cada vez más profundos, pero ahora no era el momento de distraerse.

Los tres se unieron a la lucha de Shino justo cuando Kankuro lanzaba su marioneta, Karasu, contra el joven Aburame. "¡No te preocupes, Shino! ¡Estamos aquí para ayudarte!" gritó Naruto, lanzándose hacia Kankuro mientras Minami se encargaría de distraer a la marioneta.

"¡No puedo dejar que te haga daño!" dijo Rimuru, absorbiendo un poco del chakra de Karasu. "¡Es hora de que veas lo que puedo hacer!" Con un movimiento ágil, Rimuru desvió el ataque de Kankuro, logrando desestabilizar la marioneta.

"¡Karasu, vuelve!" gritó Kankuro, pero ya era demasiado tarde. Los insectos de Shino se habían infiltrado en las articulaciones de la marioneta, haciéndola inutilizable. "¡No puede ser!" exclamó Kankuro, mientras su golpe fallaba estrepitosamente.

Con una combinación de sus habilidades, Rimuru, Minami y Naruto lograron acorralar a Kankuro, pero Shino, a pesar de su victoria, había inhalado un poco del veneno de la marioneta. "¡Shino, cuídate!" gritó Minami, mientras lanzaba un kunai al enemigo que estaba a punto de atacarlo.

"¡No te preocupes! ¡Puedo manejarlo!" respondió Shino, aunque su voz sonaba débil. Con un último esfuerzo, utilizó su jutsu Clon de Insectos para evadir el ataque final de Kankuro, quien finalmente quedó rodeado por los insectos que había liberado.

Mientras tanto, en otra parte del campo de batalla, Naruto se enfrentaba a Gaara, quien había sido arrastrado a la lucha por la invasión. "¡No puedo dejar que te hagas daño a ti mismo ni a los demás!" gritó Naruto, pero Gaara, en su estado de semi-transformación, parecía implacable.

"¡No entiendes nada! ¡Soy solo un monstruo!" respondió Gaara, lanzándose hacia adelante con su arena. Pero antes de que pudiera atacar, Naruto se interpuso. "¡Eres más que eso! ¡No estás solo! ¡Te ayudaré a encontrar tu camino!"

La pelea continuaba siendo feroz, y mientras los ninjas de Konoha luchaban por su hogar, Rimuru sintió que el peso de la batalla comenzaba a pesar en sus hombros. "¡No puedo dejar que esto termine mal!" pensó, mirando a sus amigos luchando con todas sus fuerzas.

"¡Rimuru, únete a mí!" llamó Minami, quien había logrado desviar la atención de Kankuro mientras Shino se recuperaba. "¡Necesitamos tu fuerza para acabar con esto!"

Con una sonrisa decidida, Rimuru se lanzó al frente. "¡Está bien! ¡Vamos a acabar con esto de una vez!" Juntos, comenzaron a canalizar su energía en un jutsu combinado, con la esperanza de que su trabajo en equipo fuera suficiente para cambiar el rumbo de la batalla.

Mientras el jutsu se formaba, Rimuru recordó las palabras de Ciel: "Tu verdadera fuerza no solo proviene de tu poder, sino también de la conexión que tienes con tus amigos." Con esa idea en mente, Rimuru sonrió. "¡Vamos a hacer que se arrepientan de haber venido aquí!"

El jutsu brilló con intensidad, y mientras lo lanzaban hacia Kankuro, una explosión de energía iluminó el campo de batalla. Kankuro, incapaz de resistir la fuerza combinada de sus ataques, fue finalmente derrotado.

Con la victoria en su haber, los amigos se miraron con una mezcla de alivio y orgullo. "¡Lo hicimos!" exclamó Naruto, mientras se acercaba a Minami y Rimuru. "¡No puedo creer que hayamos ganado!"

Minami, aún emocionada, sintió que el vínculo entre ellos se hacía más fuerte. "Todo gracias a nosotros. ¡Juntos somos imbatibles!"

Rimuru, sintiendo la calidez de la amistad que compartían, sonrió. "Sí, pero esto aún no ha terminado. Orochimaru sigue suelto, y Konoha aún necesita nuestra ayuda."

Mientras se preparaban para la siguiente fase de la batalla, el eco de la lucha resonaba en la aldea. A lo lejos, la figura de Orochimaru se alzaba, ominosa y desafiante. Pero con la determinación de sus corazones y la fuerza de su amistad, Rimuru, Minami y Naruto estaban listos para enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino. La lucha por Konoha apenas comenzaba, y ellos estaban decididos a proteger su hogar a toda costa.

El viento soplaba con fuerza, trayendo consigo el eco de la batalla que aún resonaba en Konoha. Rimuru, Minami y Naruto se encontraban en la primera línea de defensa, sus corazones palpitando al unísono con la adrenalina que corría por sus venas. A lo lejos, la figura serpenteante de Orochimaru se erguía, su sonrisa maliciosa reflejando su confianza inquebrantable.

"¡No podemos permitir que se acerque más!" exclamó Rimuru, sus ojos fijos en el enemigo. "Si llegamos a enfrentarlo, debemos estar listos para cualquier cosa."

Minami asintió, su determinación renovada. "¡Lo sé! Pero tenemos que encontrar una forma de debilitarlo primero. No podemos subestimar su poder."

Naruto, siempre optimista, sonrió. "¡Podemos hacerlo! ¡Si trabajamos juntos, no hay forma de que Orochimaru nos derrote!"

Con el objetivo claro, los tres amigos comenzaron a trazar un plan. Se movieron rápidamente entre los escombros de la aldea, utilizando su conocimiento del terreno para preparar emboscadas y preparar su ataque.

Mientras tanto, Orochimaru observaba desde la distancia, sus ojos brillando con una luz escalofriante. "¿Creen que pueden detenerme? Ustedes son solo niños, y yo soy un maestro del ninjutsu. ¡No saben a qué se están enfrentando!"

"¡No eres más que un monstruo!" gritó Naruto, desafiando la amenaza del villano. "¡No importa cuán poderoso seas, lucharemos por proteger lo que amamos!"

Con esas palabras resonando en el aire, Rimuru, Minami y Naruto se lanzaron al ataque, cada uno usando sus habilidades únicas. Rimuru absorbía el chakra de las serpientes menores invocadas por Orochimaru, convirtiéndolo en energía que podía usar en sus propios jutsus. Minami, con su agilidad y destreza, se movía entre las sombras, lanzando kunais y creando distracciones. Naruto, con su espíritu indomable, se lanzaba al frente, utilizando su jutsu de Clones de Sombra para confundir al enemigo.

Sin embargo, Orochimaru no era un adversario fácil. Con un movimiento de su mano, hizo que las serpientes gigantes que había invocado se lanzaran hacia ellos, sus colas barriendo el campo de batalla como si fueran látigos.

"¡Cuidado!" gritó Minami mientras se arrojaba hacia un lado, evitando ser aplastada. "¡Debemos separarlas!"

"¡Deja eso a mí!" respondió Rimuru, canalizando el chakra que había absorbido. Con un grito de determinación, lanzó un jutsu de absorción que atrajo la energía de una de las serpientes, debilitándola lo suficiente como para que Naruto y Minami pudieran atacarla.

"¡Ahora, Naruto!" exclamó Minami, señalando a la serpiente debilitada.

"¡Rasengan!" gritó Naruto, concentrando su energía en una esfera de chakra que impactó con fuerza en la serpiente, haciéndola retroceder con un grito agudo.

Con el primer golpe asestado, el trío sintió que la victoria estaba al alcance. Pero Orochimaru no se rendiría tan fácilmente. "¡Patéticos! ¡No saben lo que les espera!" clamó, invocando más serpientes y preparando un jutsu oscuro que hizo que el aire se volviera pesado.

Minami, sintiendo la tensión en el ambiente, miró a sus amigos. "¡Debemos unir nuestras fuerzas para contrarrestar su jutsu! ¡Juntos somos más fuertes!"

"¡Sí, vamos!" respondió Rimuru, recordando las palabras de Ciel sobre la conexión con sus amigos.

"¡Por Konoha!" gritó Naruto, levantando su puño en el aire. "¡No dejaremos que nadie destruya nuestro hogar!"

Los tres se posicionaron, formando un triángulo. Rimuru absorbía el chakra de la tierra y el aire a su alrededor, Minami se preparaba para lanzar sus kunais con una precisión mortal, y Naruto concentraba su energía en el Rasengan.

"¡Jutsu Combinado: Tormenta de Chakra!" gritaron al unísono, fusionando sus energías en una poderosa esfera de luz que se elevó hacia el cielo, iluminando el campo de batalla.

Orochimaru sintió el poder que se acercaba y su sonrisa se desvaneció. "¿Qué es eso? ¡No pueden ser tan poderosos!" gritó, pero ya era demasiado tarde.

La esfera de luz impactó contra él y sus serpientes, creando una explosión que resonó por toda Konoha. El aire se llenó de humo y el sonido de la batalla se detuvo por un instante. Cuando el polvo se asentó, la figura de Orochimaru estaba de pie, pero claramente afectada por el ataque.

"Esto… no se ha acabado!" exclamó, jadeando, mientras su forma se distorsionaba. "¡Volveré por más!"

Con un último movimiento, Orochimaru se retiró, desapareciendo en una nube de humo y serpientes que se desvanecieron en la oscuridad.

Los tres amigos respiraron profundamente, sintiendo la tensión liberar su agarre. "¿Lo logramos?" preguntó Minami, mirando a su alrededor.

"¡Sí! ¡Lo hicimos!" respondió Naruto, saltando de alegría. "¡Hemos defendido Konoha!"

Rimuru sonrió, sintiendo que la conexión entre ellos se había fortalecido aún más. "Pero no debemos bajar la guardia. Orochimaru regresará, y debemos estar listos."

El aire en Konoha estaba impregnado de una profunda tristeza. El viento que antes traía consigo los ecos de la batalla ahora susurraba lamentos, como si la misma aldea llorara la pérdida de su líder. En el centro de la aldea, se había preparado un velorio para el Tercer Hokage, Hiruzen Sarutobi, quien había caído en la lucha contra Orochimaru. Los habitantes de Konoha se reunieron, sus rostros marcados por la pena y la preocupación.

Rimuru, Minami y Naruto, aún agitados por la reciente batalla, se encontraron entre la multitud. El aire pesado de la tristeza les envolvía, y el duelo colectivo les recordaba la fragilidad de la paz que habían luchado por proteger. La imagen del Tercer Hokage, con su sonrisa amable y su sabiduría, llenaba sus corazones de nostalgia.

"Es increíble pensar que él ya no estará con nosotros," murmuró Minami, sus ojos llenos de lágrimas mientras observaba el altar donde reposaba el cuerpo del Hokage. "Hiruzen-sensei siempre fue un pilar para todos nosotros."

Naruto apretó los puños con determinación. "No dejaremos que su sacrificio sea en vano. Debemos asegurarnos de que Konoha se mantenga fuerte, como él siempre lo quiso."

Rimuru asintió, sintiendo el peso de la responsabilidad que recaía sobre sus hombros. "Pero ahora, necesitamos un nuevo líder. Alguien que pueda guiarnos en estos tiempos oscuros."

Mientras los ninjas de Konoha se reunían para rendir homenaje, un murmullo comenzó a circular entre la multitud. La voz de Tsunade, la legendaria Sannin, había resurgido, y muchos creían que ella era la única capaz de ocupar el puesto de Hokage. Sin embargo, su paradero era incierto y su corazón, marcado por la pérdida, había estado alejado del mundo ninja.

"¿Y si vamos a buscarla?" sugirió Rimuru, mirando a sus amigos con fervor. "Tsunade es una de las mejores sanadoras y tiene la fuerza necesaria para liderar a Konoha en estos momentos difíciles."

"¡Sí! ¡Eso es lo que debemos hacer!" exclamó Naruto, su espíritu indomable brillando incluso en medio del duelo. "No podemos dejar que la aldea se quede sin un líder. Hiruzen-sensei quería que estuviéramos a salvo, y Tsunade puede ayudarnos a lograrlo."

Minami, aunque aún conmovida, sintió que una chispa de esperanza se encendía en su interior. "No sé dónde podríamos encontrarla, pero si trabajamos juntos, quizás podamos rastrearla. Ella es fuerte, y necesita saber que Konoha la necesita."

Con la decisión tomada, el grupo se acercó a la escena del velorio, donde los aldeanos se preparaban para rendir su último homenaje. En un momento de silencio, Rimuru, Minami y Naruto se inclinaron ante el altar, prometiendo que honrarían la memoria del Tercer Hokage al buscar a su sucesora.

"Te lo prometemos, Hiruzen-sensei," dijo Naruto con voz firme. "Haremos todo lo posible para proteger a Konoha. Encontraremos a Tsunade y la traeremos de vuelta."

El viento sopló suavemente, como si el mismo Hokage estuviera escuchando sus palabras. La determinación de los tres amigos se fortaleció, y mientras el velorio continuaba, comenzaron a trazar un plan para su búsqueda.

"Primero, necesitamos información," dijo Rimuru, su mente trabajando rápido. "Podríamos hablar con Jiraiya, él sabrá dónde podría estar Tsunade."

"¡Buena idea!" asintió Minami. "Y también debemos reunir a otros ninjas que puedan ayudarnos en esta misión. No podemos hacerlo solos."

"¡Vamos entonces!" exclamó Naruto, su energía renovada. "Konoha no se rendirá, y nosotros tampoco. ¡Por el Tercer Hokage y por nuestro futuro!"

Así, con el peso del duelo aún en sus corazones, los tres amigos se dirigieron hacia el siguiente capítulo de su aventura, decididos a encontrar a Tsunade y asegurar el futuro de su hogar.

El aire en Konoha era tenso. Las noticias del regreso de Itachi Uchiha no solo habían sacudido a la aldea, sino que también resonaban en los corazones de aquellos que habían sufrido por su mano. Naruto, con su cabello rubio resplandeciente y su espíritu indomable, paseaba por las calles, sin saber la tormenta que se avecinaba.

—¿Estás seguro de que quieres hacer esto, Naruto? —preguntó Jiraiya, quien lo acompañaba mientras trataba de contener su preocupación.

—¡Por supuesto! Quiero ser más fuerte, y si eso significa enfrentar a Itachi, entonces estoy listo! —respondió Naruto con determinación, aunque una sombra de duda cruzaba su mirada.

A unos kilómetros de distancia, en un oscuro rincón de la aldea, Rimuru, el niño demonio de aspecto adorable, se reía junto a Ciel, quien lo acompañaba en su travesía. Rimuru disfrutaba de hacer bromas, y no podía resistirse a la oportunidad de hacer una divertida imitación de Naruto.

—¡Mira, Ciel! ¡Soy Naruto! ¡Voy a ser el próximo Hokage! —dijo Rimuru con una voz exagerada, causando que Ciel estallara en risas.

—Tal vez deberías dejar que Naruto se ocupe de sus propios sueños —respondió Ciel, aún riendo—. Pero, ¿realmente crees que puede enfrentarse a Itachi?

—¡Claro que sí! —exclamó Rimuru, volviéndose serio de inmediato—. Pero no podemos quedarnos aquí, Ciel. Itachi no es un enemigo cualquiera, y si Naruto está decidido, yo también debo estarlo.

Mientras tanto, en la sala de té donde Kakashi se recuperaba tras su encuentro con Itachi y Kisame, Minami se encontraba a su lado. Su mirada estaba fija en el rostro de Kakashi, ansiosa por escuchar las palabras de su hermano.

—¿Y qué hay de mi entrenamiento? —preguntó Minami, tratando de ocultar su nerviosismo—. Quiero ser tan fuerte como Rimuru, y también quiero ser el rey demonio.

Kakashi sonrió, pero su mente estaba en otro lugar, recordando la amenaza que representaban Itachi y Kisame. No podía permitir que Minami se expusiera a ese peligro.

—Primero, debemos asegurarnos de que Konoha esté a salvo. Luego, podremos hablar de tu entrenamiento —dijo Kakashi, intentando mantener la calma.

Minami miró hacia la ventana, donde el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de naranja. Era un recordatorio de que el día estaba lejos de haber terminado, y ella debía estar lista para lo que venía.

La tarde se tornó oscura cuando un guardia fue arrojado inconsciente por el genjutsu de Itachi. Konoha estaba en alerta máxima, y los ancianos de la aldea se reunieron con Jiraiya para discutir el futuro.

—Necesitamos a Tsunade. Ella es la única que puede ayudarnos a restaurar la confianza en la aldea —dijo uno de los ancianos.

Jiraiya asintió, recordando la fuerza de su amiga. Mientras tanto, Naruto comenzaba su entrenamiento en el Rasengan, sus pensamientos constantemente interrumpidos por la imagen de Sasuke, quien estaba decidido a enfrentarse a Itachi.

—¡Esto no es solo un entrenamiento! —gritó Naruto mientras intentaba concentrarse—. ¡Es un combate real!

Rimuru, quien había decidido seguir a Naruto y Jiraiya, se unió a ellos en el entrenamiento.

—¡Tú puedes hacerlo, Naruto! —gritó Rimuru, animando a su amigo—. Solo recuerda, no siempre puedes usar la fuerza bruta. A veces, la astucia es más importante.

—¿Astucia? —preguntó Naruto, un poco confundido.

—Sí, como cuando haces una broma. ¡Utiliza tu ingenio! —Rimuru sonrió, pero su expresión se tornó seria—. Pero no olvides la batalla que se avecina. Itachi no es un oponente fácil.

En otro lugar, Sasuke se encontraba en una encrucijada. La ira lo consumía mientras recordaba la noche en que su vida cambió para siempre. Decidido a encontrar a su hermano, salió de la aldea, sin saber que el destino lo llevaría de vuelta a Naruto.

—No puedo dejar que Itachi se salga con la suya —murmuró para sí mismo, apretando los puños.

Mientras tanto, Itachi y Kisame observaban desde las sombras, su mirada hacia Konoha era de fría determinación.

—No podemos subestimar a Naruto, pero lo que realmente queremos es el poder del Kyubi —dijo Kisame, su espada en mano, listo para la batalla.

—No te preocupes, Kisame. Pronto, Naruto será nuestro —respondió Itachi con una sonrisa enigmática.

La noche había caído sobre Konoha, y el aire estaba cargado de tensión. Rimuru, Naruto, Minami y los demás se reunieron en el campo de entrenamiento, preparándose para lo que estaba por venir.

—¿Todos listos? —preguntó Rimuru, su voz llena de emoción.

—Estoy lista —dijo Minami, su mirada fija en el horizonte—. No dejaré que Itachi se salga con la suya.

—¡Entonces vamos! —exclamó Naruto, levantando el puño al aire.

Un cálido sol iluminaba el pueblo de Konoha, mientras Naruto se preparaba para su entrenamiento. Con un brillo decidido en sus ojos y una sonrisa traviesa en su rostro, decidió que era el momento de perfeccionar su Rasengan. Sin embargo, su entusiasmo no iba solo. Al lado de Naruto, su hermana Minami lo miraba con admiración, y una chispa de envidia brillaba en su mirada. Desde que Rimuru entró en sus vidas, su deseo de convertirse en rey demonio se había intensificado, y sabía que debía esforzarse aún más.

"¡Vamos, Naruto! ¡No te quedes atrás! La gran apuesta está en juego," dijo Minami, mientras le daba un suave empujón al chico.

Naruto le devolvió una mirada desafiante. "¡No te preocupes! ¡Voy a demostrarle a Tsunade que puedo hacerlo!" Su voz resonaba con confianza, pero en su interior, la presión crecía. La idea de que su sueño dependía de su habilidad para dominar una técnica que aún no lograba perfeccionar lo mantenía en tensión.

Mientras tanto, Rimuru observaba la escena desde un rincón, su rostro iluminado por una sonrisa juguetona. "¿Cómo es que un niño como tú, Naruto, se atreve a desafiar a una legendaria ninja como Tsunade? Te vas a meter en problemas," bromeó, cruzando los brazos y disfrutando del espectáculo.

"¡Cállate, Rimuru! ¡Yo puedo hacerlo!" replicó Naruto, frunciendo el ceño. Su rivalidad amistosa siempre había sido una fuente de motivación, aunque a menudo terminaba en risas y bromas.

Minami, con sus ojos brillantes, miró a Rimuru. "¿Y tú? ¿No vas a ayudar a Naruto? ¡Tú también eres fuerte!" Su tono era el de una hermana que anhelaba la aprobación.

"Claro, pero no puedo usar mis poderes hasta que lleguemos a la batalla. En este momento, solo puedo ser un apoyo moral," dijo Rimuru, guiñando un ojo. "Además, si logro salir de esto sin un rasguño, ¡será un triunfo!"

Naruto se concentró nuevamente. "¡No me distraigas! ¡Voy a intentarlo otra vez!" Dijo, con determinación. Se colocó en posición, concentrando su chakra mientras sus amigos lo animaban.

"¡Vamos, Naruto! ¡Tú puedes!" gritó Minami, sintiendo que su corazón latía con fuerza por la emoción.

El Entrenamiento y la Apuesta

Los días avanzaron y Naruto seguía enfrentándose a desafíos en su entrenamiento. La presión de la apuesta con Tsunade lo empujaba a esforzarse más, mientras que Rimuru y Minami se convertían en sus animadores más leales. Muchas veces, Rimuru aprovechaba su apariencia infantil y su encanto para salir con la suya, haciendo que todos se rieran incluso en los momentos más serios.

Una tarde, mientras Naruto intentaba, una vez más, ejecutar su Rasengan, Minami se acercó a Rimuru. "¿Crees que Naruto realmente puede lograrlo? A veces me preocupa que no esté listo," confesó, con una mezcla de admiración y preocupación.

Rimuru, con su característica sonrisa, respondió: "A veces, lo que parece imposible es sólo una oportunidad esperando ser conquistada. Naruto tiene el espíritu y la determinación. Además, si no lo logra, siempre podemos usarlo como un chiste en el futuro," bromeó, haciendo reír a Minami.

El Encuentro con Tsunade

Finalmente, llegó el día de la verdad. Tsunade estaba lista para evaluar el progreso de Naruto. La tensión en el aire era palpable. Naruto se mostró decidido, pero también nervioso. Minami y Rimuru lo observaban desde lejos.

"Recuerda, Naruto, todo está en tu interior. Hazlo por tus sueños, hazlo por todos nosotros," le dijo Minami, mientras le daba un empujón amistoso.

"¡Sí! ¡Lo haré!" gritó Naruto, levantando su puño. Se giró hacia Tsunade, que lo miraba con una mezcla de impaciencia y curiosidad.

"Si fallas, tendrás que hacerme una promesa," dijo Tsunade, cruzando los brazos. "Prométeme que no te rendirás y seguirás entrenando."

"¡Lo prometo!" respondió Naruto, su voz cargada de determinación.

Con un profundo suspiro, Naruto comenzó a formar el Rasengan. La energía comenzaba a girar en su mano. Su chakra se intensificaba, y por un momento, todo lo demás desapareció. Con un grito de esfuerzo, lanzó el Rasengan hacia adelante.

"¡Rasengan!" La esfera de chakra se disparó, girando con fuerza y precisión. Sin embargo, justo antes de impactar, perdió el control y se desvaneció en un destello de luz.

Tsunade lo miró con seriedad. "No es suficiente, Naruto. Necesitas más control. Tienes tres días para perfeccionarlo."

Minami sintió una punzada de tristeza, pero Rimuru le dio una palmadita en la espalda. "No te preocupes. Lo conseguirá. Siempre lo hace."

La Batalla Inesperada

Sin embargo, la tensión no se disipó. Tras el entrenamiento, un grupo de ninjas de Akatsuki apareció en Konoha, interrumpiendo la calma con su presencia amenazante. El aire se volvió tenso, y todos se prepararon para la batalla.

"¡Rimuru, Minami! ¡Es hora de luchar!" gritó Naruto, su determinación renovada.

"¡Vamos a demostrarles lo que somos capaces!" respondió Rimuru con una sonrisa.

Mientras Minami se preparaba, sintió que su corazón latía con fuerza. "Esta es nuestra oportunidad de demostrar que podemos ser fuertes, como tú, Rimuru. ¡Quiero ser la mejor!"

Rimuru asintió, su seriedad contrastando con su habitual sentido del humor. "Entonces, ¡hagámoslo! Pero primero, déjame hacer una broma para relajarnos."

La batalla comenzó con Naruto lanzándose hacia adelante. Mientras atacaba, Rimuru utilizó su habilidad para absorber energía, apoyando a Naruto en el proceso. Minami, con una determinación feroz, se unió a la lucha, utilizando su agilidad y habilidades para ayudar a su hermano.

La pelea fue intensa, pero la cohesión del grupo fue imbatible. En medio del caos, Rimuru hizo una broma sobre cómo los ninjas rivales no sabían con quién se estaban metiendo, lo que provocó risas entre sus amigos y les dio la energía necesaria para luchar.

Finalmente, tras un feroz intercambio de ataques, Naruto logró ejecutar un Rasengan perfecto, derribando al enemigo. Tsunade, observando desde la distancia, sintió una mezcla de orgullo y asombro. "Lo hizo… Lo hizo realmente."

El Final de la Apuesta

La batalla terminó, y el grupo se reunió, exhausto pero triunfante. Tsunade se acercó a Naruto, su expresión seria. "Has demostrado tu valía, Naruto. Como prometí, aquí está tu collar." Se lo colocó en el cuello con un gesto solemne.

"¡Gracias, Tsunade! ¡Lo haré! ¡Prometo que seré el mejor Hokage!" gritó Naruto, su voz llena de entusiasmo.

Minami sonrió, sintiendo una mezcla de admiración y cariño hacia su hermano. "¡Lo hiciste, Naruto! ¡Estoy tan orgullosa de ti!"

Rimuru, con una sonrisa traviesa, añadió: "Y ahora, ¡es hora de celebrar! ¡Un banquete demoníaco está en orden!"

Los tres amigos rieron, sintiendo que, a pesar de los desafíos, su amistad y sueños compartidos los llevarían lejos. Con la promesa de un futuro brillante por delante, se dirigieron hacia su próxima aventura, listos para enfrentar lo que viniera juntos.

sasuke se fue n e la noche dijo mientras tsunade alfin llegaba al pueblo ya llego y hay problemas pero no habia nada que hacerse cuando se fue fue muy tarde bueno eso significa solo una cosa empezaremos un entrenamiento infernal dijo rimuru sonriendo con una sonrisa que asustaria a muchas personas , 

a mañana en Tempest se despertaba con un suave resplandor que iluminaba el bosque, mientras Rimuru, el joven Rey Demonio, se estiraba perezosamente en su cómodo lecho. A su alrededor, el bullicio de los habitantes de Tempest llenaba el aire con una vibrante energía. Sin embargo, había algo más en el ambiente: una mezcla de emoción y nerviosismo, ya que ese día comenzaría el entrenamiento infernal que había prometido a Naruto y Minami.

Rimuru se levantó, su apariencia infantil contrastando con su impresionante poder. Sabía que, a pesar de su apariencia, debía actuar con seriedad cuando se trataba de entrenamiento y batallas. Se miró en un pequeño espejo, acomodó su cabello azul y se preparó para lo que estaba por venir. En el fondo, disfrutaba de hacer bromas, pero era consciente de que este entrenamiento sería un desafío.

Mientras se vestía, recordó la conversación que había tenido con Jiraiya la noche anterior. El legendario Sannin había sido escéptico al principio, pero al escuchar sobre los planes de Rimuru, su interés creció. "Entonces, ¿quieres llevar a Naruto y Minami a un entrenamiento infernal? ¿Estás seguro de que están listos para eso?", había preguntado Jiraiya, con una ceja levantada.

"¿Listos? Siempre están listos. Además, ¡serán fuertes como demonios después de esto!", respondió Rimuru riendo, disfrutando del juego de palabras. "Además, no te preocupes, seré un buen padre", añadió con una sonrisa pícara.

Jiraiya lo miró con desconfianza, pero al final, asintió. "Está bien, pero si se lastiman, será tu culpa", advirtió.

Con esos pensamientos en mente, Rimuru salió de su habitación y se dirigió al claro donde había acordado encontrarse con Naruto y Minami. Al llegar, los vio esperando, visiblemente emocionados. Naruto, con su cabello rubio alborotado, sonreía con entusiasmo, mientras Minami, con su cabello oscuro y ojos brillantes, observaba a Rimuru con admiración.

"¡Rimuru! ¡Estamos listos!", exclamó Naruto, su energía inagotable resplandecía.

"¡Sí! ¡No puedo esperar para ser tan poderosa como tú!", añadió Minami, su voz llena de determinación.

Rimuru sonrió. "Perfecto. Pero antes de comenzar, hay algo de lo que debemos hablar", dijo en un tono más serio. Ambos se callaron, expectantes. "Este entrenamiento no será fácil. Deberán esforzarse al máximo. No solo se trata de volverse más fuertes, sino también de aprender a trabajar juntos y a confiar el uno en el otro."

"¡Lo entiendo! ¡Estoy lista para cualquier cosa!", afirmó Minami con determinación, mientras que Naruto asintió con la cabeza, dispuesto a seguir a su amigo.

"Entonces, ¡vamos!", dijo Rimuru, guiándolos hacia el campo de entrenamiento. Al llegar, encontraron a Jiraiya esperando, junto con Milim Nava y Veldora, que ya estaban listos para comenzar.

"¿Listos para el verdadero entrenamiento, chicos?", preguntó Milim con una sonrisa traviesa. "Esto va a ser divertido."

"¡Sí! ¡Vamos a darlo todo!", gritó Naruto, emocionado.

Veldora, con su característico aire de confianza, se cruzó de brazos. "Prepárense, porque no tendrán piedad. Vamos a empezar con un combate por equipos. Rimuru y yo contra ustedes dos".

Rimuru sonrió, consciente de que esto sería tanto una prueba de fuerza como una experiencia de aprendizaje. "No los subestimen, chicos. Esto es solo un calentamiento", bromeó, intentando aliviar la tensión que comenzaba a formarse.

Jiraiya observaba desde un costado, con una mezcla de preocupación y diversión. "Esto podría ser un desastre", murmuró para sí mismo.

El combate comenzó. Rimuru y Veldora se enfrentaron a Naruto y Minami, quienes luchaban con entusiasmo. Aunque eran fuertes, la diferencia de experiencia era evidente. Rimuru, con su agilidad, esquivaba los ataques de Naruto y buscaba oportunidades para contraatacar. "¡No te detengas, Naruto! ¡Usa tu chakra!", le gritó.

Minami, por su parte, intentaba atacar a Veldora, pero el dragón era un adversario formidable. "¡No es justo! ¡Es un dragón!", exclamó, frustrada.

"¡Eso es parte del entrenamiento! ¡No te rindas!", le respondió Rimuru, mientras utilizaba su habilidad para dividirse en varios clones, generando confusión en los dos jóvenes.

El entrenamiento continuó por horas, con Rimuru y Veldora alternando entre ser adversarios y mentores. A medida que avanzaba el día, los jóvenes comenzaron a adaptarse y a mejorar. Minami, con su determinación, encontraba formas de esquivar y atacar, mientras que Naruto aprendía a canalizar su chakra de manera más efectiva.

Al final de la jornada, todos estaban exhaustos, pero satisfechos. Jiraiya se acercó a ellos, sonriendo. "No fue tan malo, ¿verdad? Veo que están mejorando".

Rimuru sonrió. "Han hecho un gran trabajo. Pero esto es solo el comienzo. Recuerden, el camino hacia convertirse en rey demonio no será fácil. Tendrán que superar muchas pruebas".

Minami, con una chispa en los ojos, miró a Rimuru. "¡No puedo esperar para entrenar más! ¡Quiero ser tan fuerte como tú!".

Naruto asintió con fervor. "¡Yo también! ¡Nada me detendrá!".

Rimuru, sintiéndose un poco abrumado por la admiración de ambos, respondió con una sonrisa traviesa. "Entonces, ¿quieren una merienda antes del próximo entrenamiento? ¡Tengo algunos dulces que podrían ayudar!".

Ambos jóvenes se iluminaron. "¡Sí, por favor!", gritaron al unísono, olvidando rápidamente el cansancio del entrenamiento.

Mientras se alejaban hacia la aldea, Rimuru se sintió agradecido por tener amigos como ellos. Sabía que el camino por delante sería complicado, pero con su espíritu y determinación, estaba seguro de que juntos podrían enfrentar cualquier desafío.

La tarde se desvanecía, y el cielo se teñía de colores cálidos. El futuro era incierto, pero con cada risa y cada broma, Rimuru, Naruto y Minami estaban un paso más cerca de convertirse en los poderosos seres que soñaban ser.

La brisa cálida de la tarde se colaba entre los árboles del Bosque de la Tempestad, donde Rimuru, un joven demonio con la apariencia de un niño, se encontraba en una charla amena con Naruto y Minami. El sol iluminaba sus rostros, y el ambiente estaba lleno de risas, pero el trasfondo de su conversación era más serio de lo que parecía.

—Así que, Rimuru, ¿realmente crees que ser rey demonio es un objetivo alcanzable? —preguntó Naruto con una chispa de determinación en sus ojos azules.

Rimuru se rió, sus ojos brillando con picardía. —¡Claro que sí! Solo tienes que tener en cuenta dos cosas: primero, ¡hay que ser muy, pero muy guapo! —se pasó una mano por el cabello—. Y segundo, debes tener el poder para respaldarlo. Pero, Naruto, no creo que necesites más que tu energía para lograrlo.

Minami, que había estado escuchando atentamente, asintió con la cabeza. Su rostro se sonrojó ligeramente. —Rimuru tiene razón. Además, yo también quiero ser poderosa, como tú, Rimuru. ¡Quiero ser la mejor reina demonio que haya existido!

Rimuru notó la admiración en los ojos de Minami y sonrió, disfrutando del momento. Sin embargo, su mente estaba ocupada en otro asunto. Sabía que el entrenamiento era vital si querían alcanzar sus metas, y tenía el plan perfecto para llevarlos a un nuevo nivel.

—Hablando de entrenamiento… —Rimuru se inclinó hacia ellos, con una expresión de travesura—. ¿Qué les parece un pequeño viaje al Laberinto de la Tempestad? La categoría de ese laberinto es… digamos, imposible. Pero será divertido, ¡lo prometo!

Naruto se rascó la cabeza, un poco nervioso. —¿Imposible, dijiste? Eso suena un poco aterrador…

—¡Oh, vamos! —intervino Rimuru, poniendo una mano en el hombro de Naruto—. Este es el lugar perfecto para probar sus límites y fortalecer sus habilidades. ¡No se preocupen! Yo estaré allí con ustedes. El que no se esfuerza, no crece.

Minami, con su mirada decidida, se volvió hacia Naruto. —¡Vamos, Naruto! Si queremos ser poderosos, debemos entrenar duro. No podemos quedarnos atrás.

La determinación de Minami contagió a Naruto, y finalmente asintió. —Está bien, Rimuru, ¡vamos al laberinto! Pero tú prometes que nos cuidarás, ¿verdad?

—Por supuesto, —aseguró Rimuru, mientras su sonrisa se ampliaba—. Además, tengo un par de trucos bajo la manga.

Unos momentos más tarde, después de explicarles a Jiraiya su plan y recibir el visto bueno del legendario ninja, Rimuru llevó a Naruto y Minami a la entrada del Laberinto de la Tempestad. La entrada era imponente, con paredes de piedra oscura cubiertas de musgo y una atmósfera que emanaba un aura de misterio.

—Bienvenidos al Laberinto de la Tempestad, donde las ilusiones y los peligros se entrelazan en un abrazo mortal —anunció Rimuru, gesticulando dramáticamente—. Aquí enfrentaremos monstruos, trampas y, por supuesto, ¡nuestros propios límites!

Naruto tragó saliva, mirando el túnel oscuro que se extendía antes de ellos. —¿Listos? —preguntó, tratando de ocultar el nerviosismo.

Minami, con una sonrisa audaz, dio un paso al frente. —¡Por supuesto! ¡Vamos a conquistar esto!

Rimuru les dio una palmadita en la espalda y, con un giro de su mano, conjuró un portal que los llevó al corazón del laberinto. Al llegar, fueron recibidos por una serie de monstruos que parecían menos que amigables.

—¡Ah, ya empezamos! —exclamó Rimuru, su tono lleno de emoción. —¡A luchar, chicos!

Los tres se lanzaron a la batalla. Naruto invocó su chakra, creando un rasengan que iluminó el entorno. Minami, por su parte, utilizó su agilidad para esquivar ataques y atacar a los enemigos con movimientos rápidos y precisos. Rimuru, mientras tanto, se encargó de usar sus habilidades de control y transformación para manipular el entorno a su favor, creando ilusiones que desorientaban a los enemigos.

—¡Eso es! ¡Trabajen juntos! —gritó Rimuru, disfrutando de la combinación de sus técnicas. —¡Recuerden, no se trata solo de fuerza, sino de estrategia!

Después de un rato, el grupo se detuvo para tomar aliento. El laberinto tenía muchas más sorpresas preparadas, y aunque habían enfrentado algunos monstruos, sabían que lo peor estaba por venir.

—¿Listos para el siguiente nivel? —preguntó Rimuru, con una chispa en sus ojos. —Esto es solo el comienzo, chicos. ¡Vamos a ver de qué están hechos!

Mientras se adentraban más en el laberinto, Rimuru no podía evitar sentir una mezcla de emoción y responsabilidad. Sabía que estaba guiando a Naruto y Minami hacia un camino que cambiaría sus vidas, pero también sabía que las pruebas que enfrentarían los harían más fuertes, tanto en cuerpo como en espíritu.

Con cada paso, el aire se volvía más denso y la tensión aumentaba. Rimuru sonrió, sabiendo que el verdadero desafío apenas comenzaba. La aventura no solo se trataba de pelear; era un viaje de autodescubrimiento, y él estaba decidido a ayudar a sus amigos a encontrar su verdadero potencial.

—¡Adelante, compañeros! ¡A conquistar el laberinto! —exclamó Rimuru, mientras se lanzaban a la siguiente fase de su entrenamiento infernal.

Los ecos de pasos resonaban en el oscuro y húmedo laberinto. Rimuru, Naruto y Minami se habían adentrado en las profundidades de aquel lugar, un laberinto conocido por ser un campo de pruebas para los más valientes y, a menudo, los más imprudentes. Las paredes estaban cubiertas de musgo y, en ciertos puntos, brillaban con una tenue luz verde, como si el mismo laberinto estuviera vivo. La presión del lugar era palpable, y cada esquina parecía esconder algún tipo de peligro.

—¿Por qué demonios decidimos venir aquí otra vez? —preguntó Naruto, mientras su mano acariciaba el mango de su kunai. Su rostro mostraba una mezcla de determinación y preocupación.

—Porque, Naruto, estamos aquí para entrenar y salir más fuertes —respondió Minami, con una chispa de entusiasmo en su voz—. Si queremos ser reyes demonios, no podemos quedarnos atrás.

Rimuru, que caminaba un paso detrás, no pudo evitar soltar una risita. Su voz, a pesar de ser la de un niño, tenía un aire de sabiduría y travesura.

—¡Vamos, chicos! No hay nada que temer, ¿verdad? ¡Solo tenemos que sobrevivir! —exclamó, haciendo un gesto con sus manos como si estuviera mostrando lo fácil que era.

Minami lo miró con admiración, aunque también había un destello de preocupación en sus ojos.

—A veces creo que te subestimas, Rimuru. Aunque parezcas un niño, eres increíblemente fuerte.

Rimuru sonrió, sabiendo que su apariencia juvenil le daba cierta ventaja en sus interacciones. Aprovecharía ese encanto para motivar a sus amigos.

—¡Claro! Y no olvidemos que tengo un par de trucos bajo la manga. ¡Vamos a divertirnos mientras nos volvemos más fuertes! —dijo, mientras una pequeña esfera de energía mágica se formaba en sus manos. Se la lanzó al suelo, creando un pequeño espectáculo de luces que iluminó brevemente el camino.

Naruto se rió, olvidando por un momento el peligro que les rodeaba. Sin embargo, la risa fue efímera, ya que un sonido sordo resonó en la distancia, haciendo que todos se pusieran en alerta.

—¿Escucharon eso? —preguntó Naruto, frunciendo el ceño.

—Sí, y no suena a algo que quisiéramos encontrar —respondió Minami, apretando los puños con determinación—. ¡Debemos prepararnos!

A medida que avanzaban, la oscuridad del laberinto se hacía más densa. Rimuru, siempre atento, utilizó su habilidad de percepción para detectar la presencia de una bestia que se acercaba. Era un monstruo que parecía una mezcla entre un lobo y una sombra, con ojos brillantes que reflejaban la luz como dos faros en la oscuridad.

—¡Es un Lobo Sombra! —gritó Rimuru—. ¡Minami, usa tus jutsus de fuego! Naruto, ¡no te quedes atrás!

Minami asintió, concentrándose en el chakra que fluía dentro de ella. Con un movimiento rápido, realizó un sello y lanzó una bola de fuego hacia el Lobo Sombra. El ataque impactó, pero el monstruo solo se tambaleó un poco antes de lanzarse hacia ellos con una velocidad sorprendente.

Rimuru, viendo la inminente amenaza, se lanzó hacia adelante y utilizó su habilidad de transformación para adoptar una forma más poderosa. Su cuerpo brilló, y en un instante se convirtió en una versión más fuerte de sí mismo.

—¡Time to play! —exclamó mientras se lanzaba al ataque, sus movimientos eran rápidos y fluidos, evadiendo los ataques del lobo y contraatacando con garras mágicas que desgarraban la oscuridad.

Minami y Naruto se unieron, combinando sus ataques. Naruto lanzó shurikens de fuego mientras Minami generaba llamas a su alrededor, creando una danza de fuego que rodeaba al monstruo. Juntos, formaban un equipo formidable.

—¡Esto es increíble! —gritó Naruto mientras esquivaba un golpe del lobo—. ¡Nunca había sentido tanto poder!

—¡Concentrémonos! —respondió Minami, mientras lanzaba otra bola de fuego—. ¡No podemos dejarlo escapar!

Rimuru, en la línea del frente, finalmente encontró una apertura. Con un movimiento rápido, lanzó un ataque devastador que impactó al Lobo Sombra, quien dio un aullido agudo antes de desvanecerse en un torbellino de sombras.

—¡Bien hecho, equipo! —Rimuru sonrió, disfrutando del momento. Era un líder natural, y siempre se aseguraba de que todos supieran lo valiosos que eran.

—Oye, Rimuru —dijo Naruto, mientras se recuperaba de la batalla—. ¿Cuándo empezaremos ese "entrenamiento infernal" que mencionaste? Porque si esto sigue así, podría estar listo para ser rey demonio antes de que termine el día.

Rimuru se rió, disfrutando de la broma. Sin embargo, sabía que el camino que tenían por delante no sería fácil.

—Ah, lo siento, Naruto. Pero el entrenamiento infernal es más que solo peleas. Es sobre resistencia, resistencia mental y, por supuesto, ¡divertirse! —Rimuru miró hacia el pasillo oscuro—. Pero primero, ¡tenemos que sobrevivir a este laberinto!

Minami se unió a la conversación, divertida por la idea del entrenamiento.

—Yo también quiero ser parte de eso. Si queremos ser reyes demonios, debemos aprender de los mejores, y tú, Rimuru, eres el mejor.

—¡Ah! —Rimuru sonrió, sintiéndose halagado—. Entonces, ¡vamos a salir de aquí y buscar a Jiraiya para comenzar el entrenamiento!

Los tres amigos continuaron avanzando, cada paso llevándolos más profundo en el laberinto, donde cada desafío y cada batalla los acercaban un poco más a su objetivo. Aunque el miedo a lo desconocido siempre estaba presente, la camaradería y las risas de Rimuru, Naruto y Minami iluminaban la oscuridad que les rodeaba. El camino hacia la grandeza no sería fácil, pero juntos eran imparables.

Mientras el eco de sus pasos resonaba en la oscuridad del laberinto, la determinación de cada uno se fortalecía. Sabían que lo que les esperaba no solo era un desafío, sino una oportunidad para crecer, para convertirse en los reyes demonios que tanto ansiaban ser.

Pero, antes de eso, tenemos un pequeño problema —dijo Jiraiya, mirando a su alrededor—. Nos hemos quedado sin armas.

Minami frunció el ceño, y Naruto se rascó la cabeza, perplejo. Rimuru, sin embargo, soltó una risita.

—Eso no es un problema. ¡Usaremos nuestros puños! —anunció Rimuru, con un brillo travieso en los ojos.

Jiraiya levantó una ceja, intrigado. —¿Estás seguro? Pelear a puñetazos no es exactamente la forma más segura de entrenar.

—¡Vamos! —exclamó Naruto, con una energía desbordante—. ¡Estoy listo para cualquier cosa!

Minami sonrió, motivada por el entusiasmo de Naruto. —Sí, yo también. ¡Quiero demostrarles de qué soy capaz!

Rimuru asintió, feliz de ver a sus amigos tan motivados. —Muy bien, entonces. ¡A entrenar! Pero antes, debemos hacer un calentamiento.

Rimuru comenzó a moverse en círculos, animando a Naruto y Minami a seguirlo. Después de un par de minutos de calentamiento, se detuvieron y se miraron entre sí, listos para comenzar.

—Primero, vamos a practicar la técnica del "puño del viento" —dijo Rimuru, haciendo un gesto dramático con su mano—. ¡Imagina que tu puño es una ráfaga de viento que derriba a tu oponente!

Naruto y Minami asintieron, concentrándose. Jiraiya observaba con una sonrisa, disfrutando de la energía juvenil que emanaba de ellos.

—¡Vamos, golpeen con fuerza! —gritó Rimuru, mientras lanzaba un puñetazo al aire con un movimiento fluido.

Los dos jóvenes se lanzaron hacia adelante, golpeando el aire con entusiasmo, pero sin mucha técnica.

—¡No, no! —exclamó Rimuru, riendo—. ¡Así no es! ¡Tienen que ser más fluidos! Imaginen que están danzando.

Después de unos minutos de correcciones y risas, comenzaron a pulir sus movimientos. El aire estaba lleno de risas y bromas, con Rimuru haciendo comentarios graciosos que aligeraban la atmósfera.

—¡Wow! ¡Eso fue un buen golpe, Minami! —dijo Rimuru, mientras ella le lanzaba un golpe con una sonrisa orgullosa.

—Gracias, Rimuru. Pero tú también tienes que intentarlo —replicó Minami, con una mezcla de admiración y desafío en su voz.

Rimuru, sintiendo la emoción del momento, decidió que era hora de demostrar su poder. Con un movimiento rápido, se lanzó hacia Naruto, quien estaba desprevenido.

—¡Toma esto! —gritó Rimuru, mientras lanzaba un suave puñetazo que, aunque era juguetón, tenía una fuerza que sorprendió a Naruto, quien apenas logró esquivarlo.

—¡Hey, eso no vale! —exclamó Naruto, riendo mientras intentaba contraatacar.

—¡Todo vale en el entrenamiento! —respondió Rimuru, con una sonrisa traviesa en su rostro—. ¡Ahora, ven aquí!

Los tres amigos se lanzaron a una serie de intercambios, riendo y disfrutando del momento. Con cada golpe, cada broma y cada sonrisa, se sentían más unidos, más fuertes. Minami, cada vez más decidida, se esforzaba por igualar a Rimuru, mientras que Naruto se dejaba llevar por la emoción del combate.

El entrenamiento se transformó en una serie de combates improvisados, donde los puños volaban y las risas llenaban el aire. Jiraiya, con una sonrisa satisfecha, observaba desde un lado, sabiendo que estaba presenciando el nacimiento de una nueva generación de guerreros.

—Aún queda mucho por aprender, pero tienen la chispa —pensó Jiraiya, mientras se preparaba para intervenir y darles algunos consejos más.

Y así, entre golpes, risas y sueños de grandeza, el sol se ocultó por completo, dejando el campo sumido en la penumbra, pero iluminado por la luz de la amistad y el deseo de superación. En sus corazones, cada uno de ellos sabía que estaban en el camino correcto, un camino que los llevaría a ser más que solo ninjas; un camino hacia la grandeza que todos anhelaban.

El cielo se tornaba de un azul profundo, salpicado de nubes esponjosas que parecían jugar a esconderse entre los rayos del sol. En un claro del bosque, Rimuru, Minami y Naruto se encontraban reunidos. Habían pasado dos años desde que comenzaron su entrenamiento juntos, y el progreso de ambos era evidente. Minami había desarrollado una confianza en sí misma que antes le faltaba, y Naruto, aunque siempre había sido fuerte, ahora tenía un aura que lo hacía parecer aún más imponente.

"¡Miren esto!", exclamó Rimuru con una sonrisa traviesa, sacando una foto de su bolsillo. Era una imagen de los tres, tomada hace dos años, donde se veían más jóvenes y menos formados. "¡Así se veían! ¡Y ahora miren cómo han crecido!", agregó mientras señalaba a sus amigos, que ahora lucían musculosos y llenos de poder.

Naruto se rió, flexionando sus músculos. "¿Y tú, Rimuru? ¿No se supone que deberías estar en la misma categoría? Aunque, siendo un niño demonio, supongo que no puedes hacer mucho con esos músculos."

"¡Oh, vamos! La apariencia no lo es todo. ¡Miren lo que puedo hacer! ¡Demonio de la broma!", Rimuru replicó con una expresión de orgullo, mientras comenzaba a conjurar una pequeña esfera de energía de colores brillantes que danzaban a su alrededor.

Minami se sonrojó un poco, sintiendo la energía que emanaba de Rimuru. "No importa lo que digas, Rimuru. Eres increíble tal como eres", murmuró, intentando no captar la atención de los chicos. Sin embargo, su voz era lo suficientemente clara como para que Rimuru la escuchara.

"¿Increíble? ¡Oh, eso es música para mis oídos! Pero no olvides que en la batalla es donde realmente tengo que brillar." Rimuru hizo una pausa, volviendo a su seriedad habitual. "Hablando de eso, ¿están listos para el desafío de hoy? Vamos a devolver a Sasuke a la aldea. No quiero que se convierta en un emo de por vida."

Naruto se rió, recordando los tiempos en que Sasuke se sumía en la oscuridad. "Siempre ha sido un poco dramático, ¿no? Pero ahora que hemos crecido, creo que podemos ayudarlo a ver las cosas de una manera diferente."

"Exacto. Necesitamos que se una a nosotros, no solo por él, sino porque somos un equipo. Sin Sasuke, estamos incompletos", Minami agregó, su voz llena de determinación. "¡Vamos a hacer esto!"

Los tres amigos se prepararon, cada uno tomando su posición. Rimuru, con su sonrisa característica, miró a Naruto y Minami. "Recuerden, no se trata solo de poder. Se trata de corazón y amistad. ¡Vamos a demostrarle a Sasuke que hay un lugar para él entre nosotros!"

Minutos después, llegaron a un claro donde Sasuke se encontraba meditando, rodeado de un aura de soledad. Al verlos acercarse, sus ojos se entrecerraron, señalando que estaba listo para una batalla si era necesario.

"¿Qué quieren?", preguntó Sasuke, su tono frío como siempre, pero había un destello de curiosidad en su mirada.

"¡Sasuke! Ven con nosotros a la aldea! No puedes seguir huyendo de tus amigos", Naruto gritó con entusiasmo, rompiendo la tensión en el aire.

"¿Amigos?" Sasuke murmuró, como si la palabra le resultara extraña. "Lo único que quiero es volver a ser más fuerte. No necesito compañía."

"Eso es lo que piensas, pero no es cierto. La fuerza no proviene solo de ti mismo, proviene de aquellos que están a tu lado. ¡Mira a Rimuru! Siempre tiene una sonrisa y siempre nos ayuda a encontrar nuestro camino", Minami interrumpió, tratando de alcanzar su corazón.

Rimuru decidió intervenir con su habitual humor. "¡Sí! ¡Y si no vienes, te lanzaríamos a un montón de demonios! ¡Imagínate eso! ¡No sería divertido! Además, ¿quién te haría compañía en las noches de soledad?"

Sasuke levantó una ceja, visiblemente intrigado. "¿Demonios? ¿Es eso lo que son ahora? ¿Una pandilla de demonios y ninjas?"

"¡Exactamente! ¡Y tú eres parte de esto! Ven, tenemos aventuras por vivir y enemigos que derrotar. ¡No te quedes ahí parado, como un emo en su esquina!" Rimuru se rió, usando su encanto para intentar persuadir a Sasuke.

La tensión en el aire se disolvió un poco. Sasuke suspiró, mirando a sus amigos que habían crecido y cambiado. "¿Y si me uno a ustedes, qué pasará?"

"¡Te enseñaremos a ser un Rey Demonio! ¡Y tendrás amigos que estarán a tu lado! ¡Seremos un equipo invencible!", declaró Naruto con entusiasmo, chocando los puños con Minami.

"Y no olvides que, a veces, hasta los demonios necesitan un descanso y algo de diversión", Rimuru añadió, guiñándole un ojo a Sasuke.

Sasuke, aún con una leve sonrisa en su rostro, sintió un destello de emoción al ver la energía y la determinación de sus amigos. Sin embargo, en su mente, la lucha interna entre su deseo de pertenecer y su necesidad de ser el más fuerte comenzó a burbujear. "De acuerdo", dijo, "pero primero, demuéstrenme que son dignos de ser mis compañeros. Vamos a luchar."

Rimuru, Naruto y Minami se miraron entre sí, sorprendidos, pero también emocionados. "¡Eso suena perfecto!", exclamó Naruto, ya preparado para el desafío. "¡Un combate amistoso para demostrar que somos un gran equipo!"

"¡Eso es! Pero no subestimes nuestra fuerza, Sasuke", añadió Minami, su voz firme y decidida. "Vamos a unir nuestras habilidades y mostrarte lo que realmente podemos hacer juntos."

Sasuke se puso en posición de combate, su Sharingan brillando con intensidad. La atmósfera se volvió eléctrica mientras los tres se preparaban para enfrentarse a él. "Entonces, ¡aquí vamos!"

Rimuru fue el primero en atacar. Con un movimiento ágil, creó una serie de esferas de energía de colores brillantes que lanzaba en dirección a Sasuke. "¡Demonio de la broma! ¡Toma eso!", gritó mientras las esferas se dispersaban en el aire, creando un hermoso espectáculo de luces.

Sasuke esquivó con gracia, utilizando su velocidad y reflejos, pero Rimuru no se detuvo ahí. "¡No te olvides de esto!", dijo mientras conjuraba un espejo de energía que reflejaba las esferas de nuevo hacia Sasuke.

"Interesante truco", murmuró Sasuke, pero rápidamente realizó un Jutsu de sustitución, apareciendo detrás de Rimuru. "Pero no podrás engañarme tan fácilmente." Con un rápido movimiento, lanzó una serie de shurikens hacia el demonio.

Minami vio el ataque y se interpuso. Con un grito, utilizó su habilidad de manipulación de agua, creando una barrera de agua que desvió los shurikens. "¡No te atrevas a lastimarlo!" gritó, concentrando su energía.

"¡Buen trabajo, Minami!" animó Naruto, que ya estaba en acción. Se lanzó hacia Sasuke con una velocidad impresionante, canalizando chakra en sus puños. "¡Rasengan!" gritó mientras giraba en el aire, lanzando el poderoso ataque hacia Sasuke.

Sasuke reaccionó rápidamente, usando su Sharingan para prever el movimiento. "Doton: Muro de Tierra!" invocó, levantando una pared de tierra que bloqueó el ataque de Naruto. Sin embargo, el impacto de la técnica fue tan fuerte que hizo temblar el suelo.

"¡No te rindas, Naruto!" gritó Rimuru mientras se preparaba para un nuevo ataque, pero Sasuke ya estaba en movimiento. Con un rápido movimiento, lanzó un Chidori, la electricidad chisporroteando en su mano mientras se acercaba a Naruto.

"¡Cuidado!" Minami advirtió, pero Naruto ya había anticipado el movimiento. Con un giro ágil, esquivó el ataque y contraatacó con un golpe de energía.

"¡No tan rápido!" Sasuke se movió de nuevo, utilizando su velocidad para sortear el ataque de Naruto y lanzar un contraataque hacia Minami, que había estado preparando su siguiente movimiento.

"¡Elemento Agua: Tormenta de Aguacero!" invocó, creando una poderosa corriente de agua que empujó a Sasuke hacia atrás y le dio tiempo para reagruparse.

Rimuru vio la oportunidad. "¡Ahora, vamos a unir fuerzas!" gritó. "¡Juntos, podemos ganar!" Los tres se posicionaron, creando un triángulo de energía. La energía de Minami se unió a la esfera de Rimuru, que brillaba intensamente, mientras Naruto canalizaba su chakra.

"¡Rasenshuriken!" gritaron al unísono, lanzando su ataque combinado hacia Sasuke. La esfera de energía se expandió, formando un torbellino que giraba con fuerza, creando un espectáculo impresionante.

Sasuke, aunque sorprendido por su fuerza combinada, no se dejaría vencer fácilmente. Con determinación, activó su Susanoo, una enorme figura espectral que lo protegía. "¡No puedo dejar que esto termine aquí!" gritó.

El ataque impactó contra el Susanoo, creando una explosión de energía que iluminó el bosque. Sin embargo, la fuerza del ataque fue tal que la figura de Susanoo tambaleó, y Sasuke sintió la presión de la energía que se desbordaba.

"¡Es ahora o nunca!" gritó Naruto, empujando su chakra al límite. "¡Vamos a hacerlo juntos!"

"¡Por la amistad!" exclamó Minami, mientras Rimuru sonreía, llenándose de energía.

Con un último esfuerzo, los tres concentraron su poder en un único ataque, que atravesó la defensa de Sasuke, rompiendo el Susanoo y enviándolo a volar hacia atrás. El impacto fue monumental, pero en lugar de derrotarlo, la explosión de energía lo dejó aturdido, pero no vencido.

Sasuke se levantó, respirando pesadamente, con una mirada de sorpresa y respeto en su rostro. "No puedo creerlo… Lo hicieron. Ustedes realmente son fuertes juntos."

"¿Ves? ¡La fuerza viene de la amistad!" dijo Rimuru, riendo mientras se acercaban a él. "Ahora, ¿te unirás a nosotros?"

Sasuke miró a sus amigos, se dio cuenta de que había algo más importante que la soledad. "Sí… creo que tengo espacio para un equipo en mi vida."

Rimuru observaba el cielo mientras sus amigos se preparaban para el desafío que tenían por delante. Un ligero viento soplaba entre los árboles, trayendo consigo el aroma fresco de la naturaleza. Sabía que su misión era peligrosa, pero confiaba en sus compañeros.

—Escuchen —dijo Rimuru, su voz resonando con la autoridad que había adquirido en estos años—. Hemos tenido muchas batallas juntos, pero esta vez será diferente. Pain está causando estragos en el pueblo, y no podemos permitir que siga así.

Minami asintió, su mirada decidida. —¿Cómo vamos a enfrentarlo?

—Dejaremos que Diablo se encargue de él —respondió Rimuru, mencionando a su leal compañero demoníaco. —Mientras él lo distrae, nosotros nos encargaremos de Madara.

Naruto sonrió, su espíritu combativo resurgiendo. —¡Perfecto! Me moría de ganas de enfrentar a Madara.

Con un chasquido de dedos, Rimuru invocó a Diablo, quien apareció con su habitual elegancia oscura. Sus ojos rojos brillaban con una intensidad sobrenatural mientras escuchaba las órdenes de Rimuru.

—Ve y elimina a Pain —dijo Rimuru, su voz firme. —Asegúrate de que no vuelva a causar problemas.

Diablo asintió, y un instante después, desapareció en un destello de sombras.

Los tres guerreros se dirigieron hacia el lugar donde Madara había sido avistado. El aire cargaba una tensión palpable, y cada paso resonaba con determinación. Al llegar a un claro, encontraron a Madara, de pie, con una sonrisa siniestra en su rostro.

—Así que han decidido enfrentarse a mí —dijo Madara, sus ojos Sharingan brillando con un poder ominoso. —No saben lo que les espera.

Rimuru fue el primero en moverse, transformándose en su forma más poderosa. Un aura de energía mágica lo rodeaba, y la tierra temblaba bajo sus pies. —No subestimes nuestro poder, Madara. Hemos entrenado y evolucionado.

Naruto, con su chakra de Kyubi fluyendo a través de él, se lanzó hacia adelante, creando un rasguño en el aire con su velocidad. —¡Rasengan! —gritó, lanzando un poderoso ataque hacia Madara.

Madara esquivó con facilidad, pero Rimuru ya había anticipado su movimiento. Con un gesto, convocó una tormenta de magia que cayó sobre el enemigo, creando un caos de energía brillante.

La batalla se intensificó. Madara contraatacó, desatando un torrente de jutsu, mientras Rimuru y Naruto luchaban en un sincronizado ballet de ataque y defensa.

Minami observaba desde un costado, esperando su momento para unirse a la pelea. Así, cuando Madara parecía estar a punto de ganar la ventaja, ella saltó al campo de batalla, canalizando su propia energía para lanzar un potente ataque. —¡No te saldrás con la tuya!

La combinación de sus habilidades creó una explosión de luz y poder que iluminó el bosque. Madara, sorprendido, tuvo que retroceder.

—¿Qué es esto? —exclamó, mientras la presión del ataque lo empujaba hacia atrás.

Rimuru, viendo la oportunidad, se lanzó al ataque. Con un grito de guerra, reunió su energía en un solo punto y lanzó un devastador ataque final. —¡Esto es por todos los que has lastimado!

La explosión de energía mágica resonó en el aire, y el bosque se sacudió con la fuerza del impacto. Cuando el polvo se asentó, Madara yacía en el suelo, derrotado, mientras Rimuru, Naruto y Minami se miraban con asombro y orgullo.

Rimuru sonrió, sintiendo la satisfacción de la victoria aún vibrando en su ser. Miró a sus amigos, quienes compartían la misma alegría y orgullo por lo que habían logrado juntos. El cielo despejado y el canto de los pájaros parecían celebrar su triunfo.

—Siempre podrán visitarme en Tempest —dijo Rimuru, su tono lleno de calidez—. Ahora que son lo suficientemente fuertes, no hay razón para que no sigamos en contacto. La puerta entre nuestros mundos siempre estará abierta para ustedes.

Naruto, aún con la adrenalina de la batalla corriendo por sus venas, sonrió ampliamente. —¡Cuenten conmigo! No puedo esperar para ver cómo has ido construyendo Tempest.

Minami asintió, su mirada llena de determinación. —Prometo que volveré. Hay muchas cosas que quiero aprender y mejorar.

Rimuru se sintió orgulloso de sus amigos, sabiendo que esta victoria era solo una de muchas aventuras por venir. Sin embargo, una idea traviesa cruzó su mente. Kaguya, con su personalidad peculiar y su habilidad para complicar las cosas, siempre le daba una buena razón para visitarla.

—Por cierto, creo que tengo que ir a ver a Kaguya —dijo Rimuru, con una sonrisa pícara—. Siempre es divertido coquetear un poco con ella y recordarle quién manda aquí.

Naruto soltó una risa, mientras Minami lo miraba con curiosidad. —¿Esa diosa conejo? ¿No te trae más problemas de los que vale?

—Sí, pero eso es parte de la diversión —respondió Rimuru con un guiño—. Además, tengo algunas bromas preparadas que seguro la harán enfadar.

Con un último vistazo a sus amigos, Rimuru se despidió y se adentró en la dimensión de Kaguya. Al llegar, el paisaje era tan etéreo como siempre, con flores que brillaban y un cielo que cambiaba de color. La presencia de Kaguya no tardó en hacerse notar.

—¿Rimuru? —dijo Kaguya, apareciendo de repente, sus ojos plateados brillando con sorpresa—. ¿Regresas a molestarme nuevamente?

—Solo vine a hacerte una visita, querida diosa conejo —respondió Rimuru, acercándose con una sonrisa traviesa—. ¿Te gustaría unirte a nosotros en Tempest? Podrías aprender algo sobre el trabajo en equipo.

Kaguya frunció el ceño, aunque una leve sonrisa se asomó en su rostro. —¿Y qué haría yo en un lugar como ese? ¿Más problemas? Ya tengo suficientes con tus travesuras.

—Oh, vamos, Kaguya —dijo Rimuru, burlándose—. Solo sería una pequeña aventura. Piénsalo, podrías ayudarme a molestar a algunos de mis amigos. Sería divertido.

Ella suspiró, pero su mirada se suavizó. Sabía que Rimuru tenía una forma de arrastrarla a sus locuras, y aunque siempre intentaba mantener una cierta distancia, no podía evitar sentirse intrigada por la vida en Tempest.

—Está bien, pero solo si prometes no hacer que me enfrente a sus enemigos. No tengo ganas de lidiar con más problemas.

Rimuru sonrió, sintiéndose victorioso. —Trato hecho. Ahora, ¿quieres que te muestre lo que hemos estado haciendo en Tempest?

Y así, Rimuru llevó a Kaguya a su mundo, donde juntos podrían disfrutar de nuevas aventuras, mientras sus amigos esperaban ansiosos su regreso. La vida en Tempest prometía ser aún más emocionante con la llegada de la diosa conejo, y Rimuru sabía que, pase lo que pase, siempre tendría a sus amigos a su lado, listos para enfrentar cualquier desafío que se presentara.

Rimuru y Kaguya aparecieron en un mundo que parecía vibrar con una energía familiar, un lugar donde la vida cotidiana se mezclaba con lo sobrenatural. Las calles estaban llenas de jóvenes, algunos de los cuales parecían tener habilidades especiales. Era el mundo de "Bleach", justo al inicio de la historia, cuando Ichigo Kurosaki todavía era un estudiante de secundaria y no tenía idea de lo que le esperaba.

La atmósfera era diferente, y Rimuru, con su aguda percepción, pudo sentir la presencia de espíritus y seres sobrenaturales en el aire. Kaguya, con su curiosidad innata, sonrió emocionada. "¡Esto es increíble, Rimuru! ¿Podemos explorar un poco?", preguntó, sus ojos brillando con entusiasmo.

Rimuru asintió. "Claro, pero debemos tener cuidado. Este mundo tiene sus propias reglas, y no queremos causar problemas."

Ambos comenzaron a caminar por la ciudad, observando la vida de los humanos y los espíritus. Rimuru se dio cuenta rápidamente de que había un gran número de almas atrapadas en este mundo, tanto buenas como malas. Kaguya, por su parte, estaba fascinada por los Shinigami, que vigilaban el equilibrio entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos.

Mientras exploraban, se cruzaron con Ichigo, quien estaba en la escuela, tratando de lidiar con su vida normal y las responsabilidades que venían con ser un Shinigami. Kaguya, sintiendo el potencial de Ichigo, se acercó a él con una sonrisa. "Hola, ¿tú también sientes que hay algo extraño en el aire?"

Ichigo, sorprendido por la presencia de Kaguya, la miró con curiosidad. "¿Quién eres? ¿Y qué quieres decir con 'extraño'?"

Rimuru se presentó, explicando que venían de otro mundo y estaban allí por pura curiosidad. Ichigo, aunque escéptico al principio, pronto se dio cuenta de que había algo especial en ellos. "¿Ustedes pueden ver espíritus?" preguntó, intrigado.

Kaguya asintió. "Podemos ver y comunicarnos con ellos. También tenemos habilidades que pueden ser útiles para ayudar a los que lo necesiten."

Ichigo se sintió atraído por la idea de tener aliados en su lucha contra los Hollows y otros peligros que acechaban su mundo. "Tal vez podrían ayudarme a enfrentar algunas de estas criaturas. A veces, siento que no puedo manejarlo solo."

Rimuru sonrió, sabiendo que la aventura apenas comenzaba. "Por supuesto, estamos aquí para ayudar. Juntos, enfrentaremos a cualquier enemigo que se interponga en nuestro camino."

Así, Rimuru, Kaguya e Ichigo formaron un inesperado equipo, listos para explorar este nuevo mundo lleno de desafíos y sorpresas. La vida en el mundo de "Bleach" prometía ser una emocionante mezcla de acción, amistad y descubrimiento, y Rimuru sabía que, con Kaguya a su lado y nuevos amigos como Ichigo, cualquier aventura sería memorable.