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Chapter 6 - cap 6

Lio despertó en un lugar desconocido, como era habitual después de su última muerte. El aroma a madera quemada y el sonido de risas resonaban a su alrededor. "No, no, no... ¿dónde estoy ahora?" se quejó mientras se levantaba, notando que estaba en una especie de taberna. Sin embargo, no era cualquier taberna, sino la famosa "Taberna de los Perdidos", donde se decía que los aventureros iban a olvidar sus penas... o a perder más de lo que ya tenían.

Mientras se sacudía el polvo de la ropa, la puerta se abrió de golpe. Una figura entró, deslumbrante en su vestido colorido: era Zafira, la nigromante. Detrás de ella, Lilith, la vampira que parecía haber salido de un cómic de horror, y Kira, la astuta chica zorro, entraron con una expresión de triunfo.

"¡Lio! ¡Te hemos encontrado! ¡Estábamos preocupadas!" exclamó Zafira, lanzando un par de cabezas de no-muertos al aire como si fueran pelotas de béisbol, provocando que algunos clientes salieran corriendo.

"¿Preocupadas? ¿Por mí?" Lio se rascó la cabeza, confundido. "¿No estaban pensando en cómo arruinar mi vida?"

Lilith se acercó, con una sonrisa traviesa en el rostro. "¿Arruinar tu vida? Eso es lo que mejor hacemos, cariño. Además, estamos en bancarrota. Necesitamos ideas brillantes para salir de este lío."

"¿Y qué tal si comenzamos a comerciar?" sugirió Lio, recordando su idea de usar el conocimiento de los mangas que había acumulado. "Podemos vender cosas que la gente quiera, como... no sé, armas o pociones mágicas."

"¡Exacto!" Zafira aplaudió con entusiasmo. "Podemos usar mis habilidades de nigromancia para conseguir materiales de los cuerpos que ya no necesitan, y luego podemos venderlos. Pero primero, necesito encontrar más cabezas."

"¿Por qué siempre cabezas?" murmuró Kira mientras seguía con su mirada a un cliente que parecía tener una bolsa llena de monedas.

"Porque son útiles para todo tipo de hechizos y, además, ¡son divertidas de lanzar!" Zafira se encogió de hombros, su vestido colorido girando a su alrededor.

"¿Y qué hay de mí?" preguntó Lilith, mirando a Lio con ojos brillantes. "Aparte de ser tu compañera masoquista y pervertida, ¿no puedo hacer algo más? ¿Tal vez intentar encontrar tesoros ocultos? ¡Me encanta la idea de buscar riquezas!"

"Sí, pero con tu suerte..." Lio se detuvo, recordando las veces en que la mala suerte había causado estragos en sus planes. "Quizás deberías quedarte cerca y no involucrarte demasiado en la búsqueda de tesoros."

"¡Oh, vamos! ¡Dejemos que la suerte haga su trabajo!" Lilith se acercó a Lio y le dio una palmadita en la espalda, casi haciéndolo caer de nuevo.

Mientras discutían sus planes, Talia, la diosa borracha, apareció de repente en la taberna, tambaleándose y sosteniendo una copa de vino. "¡Lio, querido! ¡He venido a ayudar! Escuché que estás en problemas y pensé que un poco de vino podría solucionar todo."

"¿Vino? ¿Eso te parece una solución?" Lio se desesperó. "No necesitamos más problemas, por favor."

"¿Y si hacemos una fiesta? La gente siempre viene a las fiestas, y podríamos vender cosas. ¡Es una gran idea!" Talia sonrió, completamente ajena a la lógica de la situación.

"Esa puede no ser una idea tan mala," reflexionó Lio, comenzando a ver cómo podía aprovechar la situación. "Si podemos atraer a la gente aquí, podríamos vender un par de cosas y ganar un poco de dinero..."

"Y podríamos usar mi magia para hacer que parezca más grandioso de lo que realmente es," interrumpió Zafira emocionada. "¡Imaginemos una fiesta con luces espectrales y cabezas voladoras!"

Kira, que hasta ese momento había estado observando el movimiento de los clientes, comenzó a sonreír. "Y yo puedo encargarme de los robos. Nadie notará si desaparecen algunas cosas en medio del caos de la fiesta."

"¡Perfecto! Eso significa que todos tenemos un papel que desempeñar. ¡Seremos una gran familia de desgraciados!" Lio se sintió de repente más optimista. "Pero primero, necesitamos un lugar para la fiesta, y yo no tengo un solo centavo."

"Podemos usar la taberna," sugirió Talia, mientras llenaba su copa de nuevo. "Es un lugar perfecto para celebrar. Solo necesito un poco de vino para organizarlo."

Mientras la diosa comenzaba a preparar la taberna, Lio y sus compañeras se pusieron a trabajar en la logística de la fiesta. Zafira lanzó cabezas de no-muertos para hacer decoraciones, Lilith se encargó de los invitados, y Kira siguió robando un par de objetos valiosos para "decorar" el lugar.

"Esto va a salir mal, lo sé," pensó Lio, mientras se preparaba para la fiesta. Pero en el fondo, había algo que le decía que, entre toda esa locura, podía haber una oportunidad para cambiar su suerte, aunque solo fuera por un momento.

"Recuerda, Lio, la vida es una fiesta, ¡así que baila con la mala suerte!" se dijo a sí mismo, mientras se preparaba para lo que podría ser la noche más caótica de su vida.

El bullicio de la taberna resonaba en el aire, llenando el ambiente de risas y gritos. Lio se encontraba en el centro de todo, tratando de mantener el equilibrio mientras se movía entre los invitados, que llegaban en oleadas, atraídos por el aroma del vino y la promesa de una noche de diversión. La idea de Talia de organizar una fiesta había cobrado vida, y aunque su mente le decía que esto terminaría en desastre, su corazón latía con una extraña mezcla de emoción y temor.

"¡Esto es un verdadero caos!" pensó mientras esquivaba a un grupo de aventureros que discutían acaloradamente sobre quién había traído la mejor bebida.

"¡Lio! ¡Ven aquí!" llamó Zafira, interrumpiendo sus pensamientos. Ella estaba de pie sobre una mesa, lanzando cabezas de no-muertos al aire como si fueran confeti. "¡Mira lo que he creado!" gritó, mostrando una de sus invenciones: un enorme esqueleto que giraba sobre sí mismo mientras sostenía un cartel que decía "¡Bienvenidos a la Fiesta del Caos!".

"¡Eso es... interesante!" respondió Lio, tratando de sonar entusiasta mientras la multitud aplaudía y reía. "Pero, ¿no crees que puede asustar a algunos de los invitados?"

"¡No seas aguafiestas!" le contestó Zafira, riendo. "A la gente le encanta el espectáculo. ¡Y no olvides que estamos aquí para ganar dinero!"

"Cierto, cierto…" Lio asintió, recordando su objetivo. Se acercó a la barra, donde Talia seguía vertiendo vino sin parar. "¿Tienes alguna idea de cuántas copas has servido ya?"

"¡Oh, no tengo ni idea! Pero mientras haya vino, habrá diversión, ¿verdad?" Talia soltó una risita, casi derramando su bebida.

Mientras tanto, Kira se había infiltrado en la multitud, con su expresión astuta y su cola de zorro moviéndose de un lado a otro. "He estado observando a esos tipos," dijo mientras se acercaba a Lio, señalando a un grupo de aventureros que parecían bastante adinerados. "Creo que puedo robarles algo valioso sin que se den cuenta."

"¿No deberías estar ayudando a vender cosas?" Lio le recordó, aunque sabía que era inútil intentar cambiar la naturaleza de Kira.

"¿Vender? ¡Eso es aburrido! Robar es mucho más emocionante," se rió Kira, antes de desaparecer entre la multitud.

"Esto se está saliendo de control…" Lio murmuró, pero una sonrisa se dibujó en su rostro. Era un caos, sí, pero también era divertido. Mientras se movía por la taberna, observó cómo los invitados comenzaban a bailar, a reír y a disfrutar de la locura que había creado.

De repente, un grito interrumpió la diversión. "¡¿Qué demonios es eso?!"

Lio giró rápidamente, buscando la fuente del alboroto. Fue entonces cuando vio a Lilith, quien estaba sobre una mesa, rodeada de un grupo de aventureros. "¡Miren! ¡La verdadera diversión es aquí!" exclamó, mientras mostraba un vestido ajustado que había encontrado y que acentuaba su figura de forma provocativa. "¡Vengan a jugar conmigo!"

Los aventureros, entre sorprendidos y intrigados, comenzaron a acercarse. Lio sintió un escalofrío recorrerle la espalda. "Esto no va a terminar bien…" pensó, pero antes de que pudiera actuar, Lilith comenzó a hacer trucos de magia, invocando sombras que danzaban a su alrededor. La situación rápidamente se volvió más caótica.

"¡Esto es una locura!" Lio se lamentó mientras intentaba contener una risa. La taberna se llenó de gritos de emoción y confusión, y él se encontró riendo a pesar de sí mismo.

A medida que avanzaba la noche, las cosas continuaron desenfrenándose. Zafira, en un momento de inspiración, decidió lanzar una lluvia de cabezas de no-muertos sobre la pista de baile. "¡Una sorpresa para todos!" gritó, mientras los invitados se reían y aplaudían, disfrutando del espectáculo.

"¡Esto es oro!" exclamó Lio, viendo cómo algunos aventureros comenzaron a sacar monedas y objetos de valor para pagar por el espectáculo. "Esto realmente podría funcionar."

Sin embargo, el caos no se detuvo. Kira, en su afán por robar, había activado una trampa que había olvidado que existía en la taberna, haciendo que un alud de cerveza cayera del techo. El líquido dorado inundó la sala, y los invitados comenzaron a resbalar y a caer, convirtiendo la fiesta en una escena de locura absoluta.

"¡Ayuda! ¡Estoy atrapada!" gritó Talia, cuya copa de vino se había volcado y ahora estaba intentando mantenerse a flote en el charco de cerveza.

"¡No puedo creer que esto esté sucediendo!" Lio se reía a carcajadas mientras intentaba ayudar a Talia. "Este es el peor desastre que he visto en mi vida, pero... ¡es increíble!"

En medio de todo el caos, Lio se dio cuenta de que, a pesar de la mala suerte que siempre lo había acompañado, había algo en esa locura que lo hacía sentir vivo. Había encontrado un grupo de compañeras con las que podía compartir su desdicha, y eso, de alguna manera, le daba una extraña sensación de felicidad.

"Quizás, solo quizás, la mala suerte no sea tan mala después de todo…" pensó mientras se unía a la risa general, disfrutando de la noche más caótica y divertida de su vida.

La fiesta continuó, con Lio en el centro del caos, y mientras más se adentraba en la locura, más se daba cuenta de que tal vez ese era el verdadero camino hacia su sueño de convertirse en un aventurero de clase S. Porque a veces, la suerte se presenta de las formas más inesperadas.

Lio se despertó de su último traspié, que había terminado en un barril de manzanas fermentadas. Al abrir los ojos, una escena caótica se desplegó ante él: Talia, la diosa borracha, estaba intentando hacerse un vestido con las hojas de una planta cercana, mientras Lilith, la vampira pechugona, se reía de ella desde un rincón. Zafira, la nigromante colorida, estaba ocupada lanzando cabezas de sus sirvientes no muertos como si fueran pelotas de béisbol, mientras Kira, la astuta chica zorro, revolvía un montón de objetos robados en busca de algo que pudiera vender.

—¡Buenos días, equipo! —saludó Lio con un tono de voz optimista, a pesar de su reciente experiencia de muerte. En ese momento, un rayo de sol iluminó su rostro, y Talia, al ver cómo brillaba su sudor, lanzó un grito de alegría.

—¡Lio! ¡Eres tan brillante como un buen vino! —exclamó Talia, girando sobre sí misma y cayendo de espaldas en el barril de manzanas.

—¿Qué vamos a hacer hoy? —preguntó Lilith, con una sonrisa traviesa. Su mirada parecía prometer travesuras.

—Hoy… —comenzó Lio, recordando su lista de cosas por hacer—. Hoy nos enfrentaremos al Comandante de la Ensalada.

—¿Comandante de la Ensalada? —inquirió Kira, arqueando una ceja—. ¿Es un nuevo tipo de ensalada o algo así?

—No, es un enemigo real —explicó Lio—. Es un comandante de un ejército de verduras asesinas. Se dice que ama los asados y tiene un ejército de sapos.

—¡Sapos! —gritó Zafira, emocionada—. ¡No puedo esperar para lanzarles cabezas! ¡Eso será divertido!

Mientras Lio organizaba su equipo, un oscuro presagio se cernía sobre ellos. Sabía que su mala suerte estaba a la vuelta de la esquina. Dobló su lista de tareas, la guardó en su bolsillo y se preparó para el encuentro.

El grupo avanzó hacia el campo de batalla donde se decía que residía el Comandante. A medida que se acercaban, el aire se llenó de un olor extraño, una mezcla de lechuga fresca y… ¿fuego?

—¡Cuidado! —gritó Lio, mientras una ensalada gigante emergía del suelo, con un tenedor de gran tamaño que parecía apuntar directamente a él.

—¡Esa es la ensalada! —exclamó Talia, riendo—. ¡Es tan hermosa!

La ensalada se abalanzó sobre Lio, pero él se lanzó al suelo justo a tiempo, logrando esquivarla. Sin embargo, el tenedor se clavó en el suelo, dejando un pequeño cráter.

—¡Ataque en equipo! —ordenó Lio, levantándose con determinación. Lilith se lanzó hacia la ensalada, mientras Zafira se preparaba para lanzar una cabeza de su sirviente no muerto.

—¡Cabeza voladora de la muerte! —gritó Zafira, lanzando la cabeza con precisión. Pero, por supuesto, su puntería falló, y la cabeza aterrizó justo en la cara de Lilith.

—¡Ay! —gimió Lilith, riendo mientras el jugo de la cabeza goteaba sobre ella—. ¡Amo esto!

El Comandante de la Ensalada, un lechón de gran tamaño, emergió de detrás de una gran lechuga, riendo a carcajadas.

—¿Creen que pueden derrotarme? ¡Soy el rey de las verduras asadas! —gritó mientras sacaba un cuchillo de cocina de su delantal.

—¡Llame a los sapos! —exclamó el comandante, y de repente, un ejército de sapos resbaladizos salió de la nada, cubriendo el campo de batalla con su baba pegajosa.

—¡Sapos! —gritó Kira, con los ojos llenos de emoción—. ¡Es mi oportunidad de robar!

Los sapos comenzaron a saltar hacia el grupo, y Lio supo que era el momento de actuar. Desesperadamente, se lanzó hacia un lado, intentando evitar que lo aplastaran. Pero, como era de esperar, terminó enredado en las patas de Lilith.

—¡Sálvame! —gritó él, mientras ella se reía y lo miraba con ojos traviesos.

A medida que el caos se desataba, Lio encontró una manera de unir a su equipo. Con un grito de guerra, cada uno de ellos lanzó sus ataques: Zafira lanzó cabezas, Kira robó las armas de los sapos, y Lilith, en un ataque de locura masoquista, se lanzó al frente, disfrutando de cada momento.

Finalmente, después de un intenso intercambio de ataques y una serie de situaciones hilarantes (incluyendo a Talia intentando hacer un hechizo de fuego y terminando por asar una lechuga en lugar de dañar al enemigo), el Comandante de la Ensalada cayó, desvaneciéndose en una nube de hojas.

—¡Lo logramos! —gritó Lio, aplaudiendo mientras el grupo celebraba su victoria.

Sin embargo, la alegría no duró mucho, ya que los sapos restantes comenzaron a resbalar y caer sobre sus compañeras, llenándolas de baba.

—¡Esto es asqueroso! —gritó Kira, tratando de limpiarse.

—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó Lilith, riendo mientras se sacudía.

—Primero, necesitamos limpiarnos. Luego, ¡a buscar más aventuras! —respondió Lio, sonriendo a pesar de su situación.