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Chapter 7 - cap 7

El sol brillaba intensamente en el cielo, como si se burlara de la mala suerte de Lio, quien se encontraba en la parte trasera de un carro de mercado, con un gorro de chef desproporcionadamente grande y un delantal manchado de harina. A su alrededor, sus nuevas compañeras, Lilith, Zafira y Kira, se preparaban para lo que Lio había decidido llamar "El Gran Festival del Sabor". Sin embargo, para él, esto no era más que una excusa para salir de la situación en la que se encontraba.

—¿Estás seguro de que esto es una buena idea, Lio? —preguntó Kira, mientras intentaba robar una manzana de la mesa de ingredientes, solo para darse cuenta de que no podía evitarlo y se la metió en la boca sin pensarlo.

—¡Claro que lo es! —exclamó Lio, tratando de sonar convincente—. Si logramos hacer que la comida se vea bien, tal vez podamos ganar algo de dinero y salir de esta bancarrota.

La idea era simple: Lio había aprendido a hacer un platillo que, aunque se veía horrible, tenía un sabor que podía volar cabezas. Era un plato que había visto en un manga, algo que llamaron "Ramen Apocalíptico". Sin embargo, lo que Lio no había considerado es que las chicas no tenían ni idea de cocinar.

—¡Vamos, Lilith! ¡Dame una mano con esto! —gritó mientras trataba de mezclar ingredientes al azar en una olla. Lilith, emocionada, decidió ayudar, pero más bien se dedicó a hacer comentarios poco apropiados mientras agitaba la olla, provocando que la mezcla salpicara todo.

—Esto huele... ¿interesante? —dijo Zafira, lanzando un cráneo de uno de sus sirvientes no muertos al aire como si fuera una pelota de béisbol. El cráneo aterrizó cerca de Lio, quien lo ignoró y siguió con su "creación".

Mientras tanto, Talia, la diosa borracha, observaba la escena desde un rincón, riendo sin parar. Había decidido seguir a Lio después de que él la convenció de que podría encontrar una forma de ganar dinero. Sin embargo, lo que realmente quería era ver cómo su torpeza se convertía en un espectáculo.

Cuando finalmente Lio sirvió su platillo, los aldeanos, atraídos por el aroma, comenzaron a acercarse. Al primer bocado, sus caras se iluminaban con una mezcla de sorpresa y euforia. El sabor era tan increíble que no podían dejar de pedir más, olvidando su sentido común y sus deudas.

—¡Esto es increíble! —gritó uno de los aldeanos, mientras otros se unían a su clamor—. ¡Dame más!

Lio, sintiéndose como un héroe, comenzó a vender su "Ramen Apocalíptico" a un ritmo alarmante. Sin embargo, en su mente, sabía que esto no podía durar. Había un pequeño detalle: cada vez que uno de sus platillos era consumido, un pequeño destello de su mala suerte parecía seguir a los comensales, provocando que las cosas se descontrolaran.

Cuando la gente comenzó a tener visiones extrañas, creyendo que estaban en un festival de comida mágica y que podían volar, el caos se desató. Las personas empezaron a correr en círculos, algunas tratando de volar y otras simplemente gritando de felicidad.

—¡Lio! ¡¿Qué hiciste?! —gritó Kira, mientras escapaba de un grupo de aldeanos que la confundieron con una de las "criaturas mágicas" que estaban viendo.

—¡No lo sé! ¡Solo estoy tratando de sobrevivir! —respondió Lio, mientras intentaba escapar de un anciano que afirmaba que él era el elegido para ser el próximo rey de los fideos.

Lilith no podía dejar de reírse, disfrutando de la confusión que había causado su "maestro culinario". Zafira, por su parte, decidió que era el momento perfecto para intentar vender cabezas de sus sirvientes no muertos como accesorios de moda, lo que solo añadía más caos a la situación.

Mientras Lio corría de un lado a otro, un grupo de aldeanos lo seguía, todos ellos con los ojos brillos y una insaciable hambre por más de su platillo. Y así, comenzó la gran fuga gourmet de Lio, un aventurero que había comenzado simplemente buscando un poco de dinero, pero que ahora se encontraba escapando de un pueblo tras otro, con su estómago lleno de ramen y su corazón latiendo de emoción... y terror.

Mientras corría, Lio pensó en cómo podría usar su "suerte" para salir de esta. Tal vez necesitaría un nuevo plan, una nueva receta, o simplemente encontrar un lugar donde nadie lo conociera. Pero una cosa era segura: su aventura apenas comenzaba, y con cada paso, la risa y la locura lo seguían, como siempre.

Lio se desperezó en el suelo del templo, sintiendo el ardor en su cabeza tras la última muerte accidental en la que un grupo de goblins había decidido jugar al fútbol con su cuerpo. Miró a su alrededor, tratando de recordar cómo había llegado allí. Había caído en un agujero, sí, pero tenía que anotar ese nuevo lugar en su diario, como siempre hacía. La mala suerte era su compañera constante, y no podía permitirse olvidar ninguna de sus muertes.

Mientras se acomodaba la capa, se dio cuenta de que no estaba solo. Lilith, la vampira pechugona, estaba a su lado, proyectando una mezcla de seducción y maldad. "¿Listo para otra aventura, querido?" preguntó, sonriendo de forma perversa. Lio tragó saliva, recordando que su suerte podía volverse aún peor en cualquier momento.

"Sí, pero primero, ¿puedes dejar de mirar mis partes? No soy un trozo de carne que se pasea", respondió, tratando de desviar la conversación. Lilith soltó una risa sensual y se acercó un poco más. Lio hizo un esfuerzo por ignorarla y, en ese momento, Zafira, la nigromante colorida, apareció lanzando la cabeza de un zombi como si fuera una pelota de béisbol.

"¡Miren, chicos! ¡He mejorado mi puntería!" exclamó Zafira, con su cabello arcoíris brillando bajo la luz del templo. La cabeza del zombi aterrizó a un lado de Lio, haciéndolo saltar. "No sé si eso es algo de lo que deberías estar orgullosa", murmuró, mientras se preguntaba si la cabeza en cuestión había sido alguna vez la de un rey o solo un desafortunado villano.

"Chicos, tengo una idea brillante", dijo Lio, tratando de captar la atención de las chicas. "He estado pensando en cómo podríamos hacer dinero rápido. ¿Qué tal si hacemos postres demoníacos? Son deliciosos y podrían volverse un éxito en el gremio".

"¿Postres demoníacos? ¿Estás seguro de que eso no es una trampa mortal?" preguntó Kira, la chica zorro, que se había unido al grupo en su búsqueda de riquezas. "Sabes que mi olfato es excelente, y si hay dinero en eso, estoy dentro".

Lio se iluminó. "¡Exactamente! Haríamos dulces que causan efectos extraños. He escuchado rumores de que algunos tienen propiedades mágicas. Y como no puedo cocinar sin que algo explote, puedo hacer que Lilith se encargue de los ingredientes… ¿verdad, Lilith?"

"¡Oh, sí! ¡Me encantaría! ¡Puedo traer los ingredientes más... interesantes!", respondió la vampira, sus ojos brillando con emoción. Lio sintió un escalofrío; no estaba seguro de si eso era bueno o malo.

Zafira, entusiasmada, comenzó a anotar ideas de nombres para los postres en su colorido cuaderno. "¡Vamos a llamarlos 'Galletas de la Muerte'! ¡O 'Cupcakes de la Resurrección'! ¡Pueden tener un efecto de revivir a los muertos o algo así!"

Mientras las chicas discutían sobre los nombres y los efectos, Lio comenzó a trazar un plan. "También necesitamos un medio de transporte. No podemos llevar los postres en un carrito normal. Necesitamos algo llamativo, algo que atraiga a la gente".

"¿Qué tal un dinosaurio?" sugirió Kira, encogiéndose de hombros. "Siempre he querido montar uno".

"¿Un dinosaurio? Eso suena… complicado", respondió Lio, tratando de imaginar cómo conseguir uno. Sin embargo, la idea parecía cada vez más intrigante. "Podríamos buscar un dinosaurio en el mercado de criaturas mágicas. Quizá también tenga la habilidad de hacer que la gente se detenga y mire".

Al día siguiente, el grupo se dirigió al mercado, donde criaturas de todo tipo eran vendidas y compradas. Entre dragones, grifos y otras excentricidades, encontraron un pequeño dinosaurio con un aspecto curioso que parecía más un lagarto con un sombrero que una bestia feroz.

"¡Ese es perfecto!" exclamó Kira, mientras acariciaba la cabeza del dinosaurio, que parecía estar más interesado en el suelo que en ellos. "Podríamos llamarlo 'Dino-Dulce'".

Con su nuevo compañero y las ideas de los postres en marcha, Lio sintió que la suerte podría estar cambiando un poco. Pero, como siempre, se preparó para lo inesperado.

Mientras el grupo se preparaba para su primera venta de postres demoníacos, Lio no pudo evitar pensar en lo que podría salir mal. Y justo cuando estaba a punto de hacer su primer intento de venta, un cliente muy curioso se acercó, con una mirada que decía que podría ser su nuevo peor enemigo.

"¿Qué son esos postres? ¿Son realmente demoníacos?" preguntó con una sonrisa maliciosa. Lio sintió que su corazón se hundía; la mala suerte no tardaría en aparecer.

Sin embargo, con la compañía de Lilith, Zafira, y Kira, Lio sabía que al menos se reirían en el camino, sin importar el resultado. Después de todo, en un mundo donde la mala suerte era su constante, a veces lo mejor que uno podía hacer era disfrutar de la travesía, aunque eso significara enfrentarse a un cliente demoníaco.