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Chapter 2 - cap 2

Capítulo 2: Un Encuentro Desafiante

Lio parpadeó varias veces, tratando de adaptarse a la luz brillante del prado, que contrastaba con el oscuro templo de Talia. Sin embargo, la escena que se desplegaba ante él no era precisamente acogedora. Frente a él, un grupo de caballeros con armaduras relucientes lo miraban con una mezcla de curiosidad y desconfianza, como si su mera presencia hubiera interrumpido una importante reunión.

"¿Quién es este?" repitió uno de los caballeros, su voz grave y autoritaria resonando en el aire. Lio se puso de pie, sintiendo que el sudor comenzaba a acumularse en su frente. La sombra detrás de los caballeros se movía, revelando la fuente de su preocupación: un enorme lobo con pelaje negro como el carbón y ojos brillantes como el sol. El lobo avanzó hacia él, mostrando colmillos afilados que relucían con peligro.

"Uh… hola," Lio tartamudeó, sintiéndose como un pez fuera del agua. "Soy Lio, un aventurero… o al menos intento serlo."

"¿Aventurero, dices?" El caballero de mayor rango, que tenía una pluma roja en su yelmo, se cruzó de brazos. "¿Y qué haces aquí, extraño? Este es un terreno sagrado. Solo los dignos pueden pisar estas tierras."

Lio miró a su alrededor, buscando alguna salida. "Estaba… explorando," mintió, mientras el lobo se acercaba aún más, moviendo su cola de manera amenazante. "¡Y la verdad es que no quería interrumpir nada!"

El caballero que había hablado primero se acercó un paso más, y Lio sintió que su corazón latía con fuerza. "Si no eres un enemigo, entonces primero tendrás que probarlo. El lobo de la profecía, Fenris, no suele ser amistoso con los extraños."

Ante esas palabras, Lio sintió que la suerte lo había abandonado de nuevo. "¿Probarlo? ¿Cómo se supone que voy a hacer eso? ¡No tengo espada ni armadura!" En ese momento, el lobo soltó un aullido profundo que resonó en el prado, como si se burlara de su situación.

"Lo que tienes que hacer es demostrar tu valor," dijo el caballero, señalando a Fenris. "Tienes que enfrentarte a él. Si logras salir ileso, te dejaremos marchar. Si no… bueno, no quiero pensar en eso."

Lio miró al lobo, que lo observaba con una mezcla de curiosidad y hambre. En su mente, la voz de Talia resonó: "La vida es más divertida con un poco de caos, ¿no crees?" Pero ¿acaso esto era realmente caos o pura locura? Sin tiempo para pensarlo, sintió que la adrenalina comenzaba a fluir.

"¡Está bien!" gritó, levantando las manos en un gesto de desafío. "¡Voy a enfrentarme a Fenris! Solo necesito un momento para… prepararme."

Los caballeros intercambiaron miradas de sorpresa y, a la vez, diversión. "¿Prepararte?" rió uno de ellos. "No tienes tiempo para eso, amigo. ¡Fenris no espera!"

Lio retrocedió un paso mientras el lobo se abalanzaba hacia él en un movimiento ágil. "¡Oh, no!" exclamó, cerrando los ojos en un impulso instintivo. La imagen de su vida anterior pasó por su mente, llena de fracasos y tropiezos. "¡Por favor, Talia, ayúdame!"

De repente, sintió una extraña energía fluir a través de él, como si las palabras de la diosa le dieran valor. Con un salto inesperado, Lio se lanzó hacia un lado justo a tiempo para evitar el ataque de Fenris. El lobo, sorprendido, se detuvo en seco y se giró, dispuesto a volver a atacar.

"¡Esto es solo un malentendido!" gritó Lio, sintiéndose más audaz. "No quiero pelear. Solo estoy tratando de sobrevivir aquí!"

Sin embargo, el lobo no parecía dispuesto a escuchar. Se lanzó de nuevo, y esta vez, Lio se encontró pensando rápidamente. Sin un arma, tenía que usar su ingenio. Mirando a su alrededor, vio un grupo de flores silvestres brillantes. "¡Espera!" exclamó, recogiendo un puñado de flores. "Esto es… ¡aroma de calma!"

Mientras el lobo se acercaba, Lio lanzó las flores al aire, creando una nube de colores vibrantes. Fenris se detuvo, olfateando el aire, y su expresión feroz se transformó en confusión.

"¡Sí! Efecto de distracción," murmuró Lio, mientras el lobo comenzaba a estornudar, confundido por el dulce aroma. "¿Ves? No soy un enemigo. Solo un pobre chico con mala suerte."

Los caballeros miraban la escena, sorprendidos por la astucia del joven. Fenris, aún estornudando, se sentó en el suelo, mirándolo con curiosidad en lugar de agresión.

"Esto es increíble," murmuró el caballero de pluma roja. "Nunca he visto nada igual. ¿Quién diría que un aventurero con mala suerte podría superar a Fenris con flores?"

Lio, sintiéndose un poco más seguro, se acercó al lobo. "¿Así que… somos amigos ahora?" preguntó, extendiendo la mano con cautela.

Fenris, aún un poco aturdido, se acercó y le lamió la mano, como si aceptara su amistad. Lio no podía creer lo que había logrado. "¡Lo logré! No estoy muerto… todavía."

Los caballeros, al ver que la situación se había calmado, comenzaron a reír y aplaudir. "Eres un aventurero único, Lio. Quizás no seas un guerrero tradicional, pero has demostrado más valor que muchos en esta tierra."

"¿Valor? ¿Yo?" Lio se sonrojó, sintiéndose un poco abrumado por la atención. "Solo estaba tratando de no ser devorado por un lobo gigante."

"Sí, pero lo hiciste con ingenio," dijo el caballero de pluma roja, sonriendo. "Ven, acompáñanos. Te contaremos sobre las tierras que protegen y quizás puedas contarnos más sobre tus extrañas aventuras."

Lio sintió que una chispa de esperanza se encendía en su pecho. "¿De verdad? Eso sería genial. Pero, eh… ¿podrían darme un poco de tiempo para prepararme? Porque con mi suerte, nunca se sabe cuándo podría necesitarlo."

Y así, con el eco de la risa de Talia en su mente y la promesa de nuevas aventuras frente a él, Lio se unió a sus nuevos compañeros, sintiendo que, aunque su viaje sería caótico, tal vez su suerte comenzaría a cambiar.

Capítulo 3: La Fiesta de los Desastres

Lio seguía a los caballeros con una mezcla de nerviosismo y emoción. No podía dejar de pensar en lo que acababa de suceder: había sobrevivido a un encuentro con un lobo legendario usando, de forma insólita, flores silvestres. Tal vez, incluso, su suerte comenzaba a cambiar. Sin embargo, justo cuando se sintió un poco más confiado, el universo decidió recordarle que su mala suerte aún lo seguía de cerca.

Mientras atravesaban el prado, una nube oscura apareció repentinamente en el cielo, y una lluvia torrencial comenzó a caer. Lio, que no estaba preparado para tal despliegue de la naturaleza, miró hacia arriba con incredulidad. "¿En serio? ¡No puede ser!" exclamó, mientras el agua empapaba su ropa en cuestión de segundos.

Los caballeros, sorprendidos pero divertidos, comenzaron a reírse. "¡Es el destino del aventurero!" gritó uno, mientras se cubría la cabeza con el yelmo. "Nunca sabemos qué nos depara el camino."

Lio no podía hacer más que reírse también, aunque la situación era ridícula. En medio de la tormenta, llegaron a un claro donde se erguían unas majestuosas columnas de piedra que parecían sacadas de un antiguo cuento. En el centro, había una gran hoguera encendida, y alrededor de ella, varios aventureros celebraban lo que parecía ser una fiesta. La música resonaba en el aire, y la gente bailaba, riendo y disfrutando del momento.

"Bienvenidos a la Fiesta de los Desastres," anunció el caballero de pluma roja, con una sonrisa amplia. "Aquí es donde los aventureros se reúnen para compartir sus historias de fracasos y éxitos. ¡Y, por supuesto, para beber!"

"¿Fiesta de los Desastres?" Lio preguntó, aún un poco aturdido por la lluvia y la repentina celebración. "Suena… interesante."

"Es una tradición," explicó otro caballero. "Cada uno comparte su peor momento, y a cambio, se les ofrece un trago de la famosa bebida de la diosa Talia. Te prometo que es más que refrescante."

Lio sintió que su curiosidad superaba su incertidumbre. "Bueno, no puedo decir que mi historia sea la mejor, pero tengo algunas anécdotas que podrían hacer reír a cualquiera," dijo, sintiéndose un poco más animado.

Los caballeros lo animaron a unirse a la hoguera, y en poco tiempo, Lio se encontró rodeado de un grupo de aventureros que esperaban ansiosos escuchar sus historias. Con una gran jarra de bebida en mano, Lio comenzó a relatar su encuentro con Fenris.

"Y entonces, en lugar de luchar, ¡lancé flores al aire! Y el lobo comenzó a estornudar. ¡Nunca pensé que eso pudiera funcionar!" relató, y todos estallaron en carcajadas.

La fiesta continuó, y cada nuevo relato que Lio compartía parecía hacer que su estatus entre los aventureros aumentara. Contó sobre la vez que intentó escalar una montaña y terminó resbalando en un río, cayendo justo en medio de un grupo de hadas que lo llevaron a su reino para curarlo. "Todo lo que quería era un poco de paz, y terminé en una pelea de baile con hadas que no sabían cuándo parar," se rió.

Sin embargo, mientras la noche avanzaba, la bebida de Talia tuvo un efecto inesperado en Lio. Su mala suerte, que había estado latente, decidió hacer su aparición estelar. Cuando se levantó para unirse a un juego de lanzamiento de hachas (porque, claro, ¿qué podría salir mal?), su pie tropezó con una piedra resbaladiza, y cayó de cara a la hoguera, justo cuando un hacha volaba en su dirección.

El tiempo pareció detenerse. Con una agilidad que envidiarían muchos, Lio rodó hacia un lado, y el hacha pasó por encima de él, clavándose en la madera detrás. "¡Eso estuvo cerca!" exclamó, riendo nerviosamente mientras el resto de los aventureros lo miraban con ojos desorbitados.

"¡Eres un aventurero nato!" gritó uno de los caballeros, mientras los demás reían a carcajadas. "Nunca había visto a alguien esquivar la muerte con tanto estilo."

Lio se levantó de un salto, con la cara aún sonrojada por la vergüenza y el alcohol. "Solo estaba demostrando mis habilidades," dijo, intentando sonar convencido, pero no pudo evitar sonrojarse aún más.

La noche continuó con más historias, juegos y, por supuesto, más bebida. Lio se sintió cada vez más integrado en el grupo, y aunque su suerte seguía siendo un desastre, al menos había encontrado un lugar donde podía reírse de sí mismo y de sus infortunios.

Al final de la noche, mientras la música sonaba y el fuego crepitaba, Lio se dio cuenta de que, a pesar de todo, había ganado algo invaluable: amigos que apreciaban su valentía y su habilidad para encontrar humor en el caos. Quizás la suerte no siempre se mediría en éxitos, sino en las risas y las historias compartidas.

Con el eco de las risas resonando en su mente y un cálido sentimiento de pertenencia llenando su corazón, Lio se sintió listo para enfrentar cualquier cosa que el destino le deparara en su camino. Después de todo, en un mundo donde la mala suerte era su compañera constante, lo único que podía hacer era bailar con ella.

Capítulo 4: La Inscripción del Infortunio

Al amanecer, Lio despertó en un lugar desconocido. La cabeza le daba vueltas, y el sabor a vino de la diosa Talia aún latía en su boca. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en un claro del bosque, rodeado de flores brillantes y mariposas danzantes. Sin embargo, la sensación de bienestar se desvaneció rápidamente cuando se dio cuenta de que estaba completamente solo.

"Genial, otro día de aventuras," murmuró Lio mientras se incorporaba, sintiendo cada músculo de su cuerpo protestar. "¿Dónde estoy ahora?"

Recordando las historias de la fiesta de la noche anterior, Lio decidió que debía encontrar el camino de regreso a la aldea y, con un poco de suerte (aunque era dudoso que esa fuera su especialidad), encontrar a los caballeros que lo habían acogido. Sin embargo, la suerte no estaba de su lado. Justo cuando se puso en marcha, tropezó con una raíz que sobresalía del suelo y cayó de cara contra el barro.

"¡Ay, por favor!" se quejó mientras se limpiaba la cara cubierta de tierra. "Es como si el universo estuviera en mi contra."

Después de varios tropiezos y un par de encuentros incómodos con criaturas del bosque que lo miraban con curiosidad, Lio finalmente logró encontrar el camino hacia la aldea. Sin embargo, su destino no era exactamente lo que había imaginado. En lugar de ser recibido como un héroe, se encontró en la plaza del pueblo, donde un cartel anunciaba la inscripción para aventureros.

"Inscríbete como aventurero y demuestra tu valía," decía el cartel, junto a una imagen de un dragón que parecía sonreír. "¡Los mejores recibirán recompensas y reconocimiento!"

"Eso suena perfecto," dijo Lio, sintiendo una chispa de esperanza. "Por fin podré demostrar que puedo ser un aventurero de clase S."

Con pasos vacilantes, se acercó a una mesa donde un anciano de barba blanca, conocido como el Maestro de Aventureros, revisaba los documentos de inscripción. "¿Qué deseas, joven?" preguntó el anciano con una mirada de cansancio.

"Quiero inscribirme como aventurero," respondió Lio, tratando de sonar seguro, aunque por dentro se sentía como un gato atrapado en un árbol.

"¿Tienes alguna experiencia previa?" preguntó el anciano, levantando una ceja.

"Eh, sí... Bueno, he sobrevivido a encuentros con lobos legendarios y he lanzado flores a la cara de un dragón," intentó Lio, recordando su reciente hazaña.

El anciano lo miró con escepticismo. "¿Flores? ¿En serio? Bueno, como sea. Llena este formulario y firma aquí."

Lio tomó el formulario, que parecía una lista de verificación de todas las cosas que podrían salir mal en una aventura. Justo cuando iba a firmar, una sombra se proyectó sobre él. Al mirar hacia arriba, se encontró con la diosa Talia, quien parecía haberlo seguido desde la fiesta.

"¡Lio! ¡Te he encontrado!" exclamó con una risa infantil, mientras se le acercaba dando saltitos. "No puedes dejarme sola, ¡necesito un compañero para mis travesuras!"

"¿Talia? ¿No deberías estar en tu templo?" Lio preguntó, sintiéndose un poco abrumado por su energía.

"¡Bah! Estaba aburrida allí! ¡Y tú eres tan divertido! Además, no tengo adoradores, así que ahora eres mi nuevo mejor amigo," dijo Talia, dándole un codazo en el brazo.

Lio sintió que la suerte se le escapaba de las manos. "No sé si soy exactamente el mejor compañero para ti, Talia. Mi vida es un desastre constante."

"¡Exacto! ¡Eso es lo que me encanta de ti!" respondió la diosa, con una sonrisa traviesa. "Además, si te mueres, siempre puedes volver a la vida. ¡Es un trato perfecto!"

Con un suspiro resignado y una pizca de humor, Lio terminó de llenar el formulario y lo entregó al anciano. "Ya está. Ahora, ¿qué más necesito saber?"

El anciano lo miró y se rió entre dientes. "Solo una cosa: deberás demostrar tu valía en la Prueba de los Aventureros. Si sobrevives, serás oficialmente un aventurero. Si no, bueno… siempre puedes volver a intentarlo."

Lio tragó saliva. "¿Prueba de los Aventureros? ¿Qué implica?"

"Ah, nada demasiado complicado. Solo un pequeño recorrido por el Bosque de los Desastres, donde deberás enfrentar varios desafíos. Pero no te preocupes, ¡es solo un poco de peligro y diversión!"

"¿Solo un poco?" murmuró Lio, sintiendo que su estómago se revolvía.

Con Talia a su lado, sonriendo como una niña y con la promesa de vivir una nueva aventura, Lio se dio cuenta de que no tenía elección. Ya estaba atrapado en su propio destino. "Está bien, hagámoslo. Pero si muero, espero que me hagas un funeral espectacular."

"¡Claro! Con confeti y todo," respondió Talia, mientras ambos se encaminaban hacia el bosque.

Así, con la diosa a su lado y el peso de su mala suerte como compañero, Lio se adentró en el Bosque de los Desastres, sin saber que su primera muerte estaba a la vuelta de la esquina, y que su nueva vida como aventurero apenas comenzaba.

Capítulo 5: La Prueba de los Desastres

Lio y Talia se adentraron en el Bosque de los Desastres, un lugar que, según los rumores, había sido maldecido por un antiguo hechizo que hacía que las cosas salieran horriblemente mal. Con cada paso que daban, Lio podía sentir su corazón latiendo más rápido, no solo por el miedo, sino también por la emoción de lo desconocido. Talia, por su parte, saltaba de un lado a otro, como si estuviera en un parque de diversiones.

"¡Esto va a ser increíble! ¡Apuesto a que aquí hay monstruos y tesoros!" exclamó Talia, su voz resonando por entre los árboles.

"Claro, pero también hay trampas y peligros mortales," respondió Lio, tratando de mantener la calma. "Recuerda, tengo un talento especial para atraer problemas."

"¡Eso es lo que me gusta de ti!" Talia rió, sin preocuparse por las advertencias de Lio. "¡Vamos, aventurero! ¡Afronta tu destino!"

Mientras avanzaban, Lio intentó concentrarse en las instrucciones del anciano. "La Prueba de los Aventureros consiste en tres desafíos: el laberinto de la confusión, el río de las ilusiones y el monstruo de la desesperación," musitó para sí mismo. "Suena… divertido."

Justo cuando pensaba que las cosas no podían empeorar, una sombra se cernió sobre ellos. Levantando la vista, Lio vio que un gran pájaro con plumas de colores brillantes se lanzaba hacia ellos. "¡Talia, cuidado!"

Pero antes de que pudiera hacer nada, el pájaro se abalanzó sobre Lio, quien, en un intento de esquivarlo, tropezó y se cayó, aterrizando en un charco de barro. El pájaro, confundido, se detuvo en seco y, justo en ese momento, Talia soltó una risa estruendosa.

"¡Mira, un Lio chapoteador! ¡Eso sí que es un espectáculo!"

"¡No es gracioso!" gritó Lio mientras se sacudía el barro del rostro. Pero el pájaro, al ver el espectáculo, decidió que Lio era su nuevo objetivo y comenzó a picotearlo. "¡Ah! ¡Fuera, fuera! ¿Por qué siempre me pasa esto?"

Mientras Lio intentaba librarse del picoteo del pájaro, Talia se acercó y, con un movimiento de su mano, hizo aparecer un pequeño arco y flechas de oro. "¡Déjame ayudar!" dijo, apuntando al pájaro, que ahora estaba más interesado en el barro que en el chico.

"Espera, no lo mates, solo… ¡sal de aquí!" gritó Lio, mientras se cubría la cabeza. Pero Talia, emocionada por la idea de ser una heroína, disparó una flecha que, en lugar de impactar al pájaro, se desvió y terminó colisionando con un árbol cercano, haciendo que un montón de frutas cayera sobre ellos.

"¡Talia!" Lio se quejó, aunque no pudo evitar una pequeña risa. "¡Casi me matas!"

"¡Lo siento! Te prometo que soy buena en esto," respondió Talia con una risa nerviosa. El pájaro, aprovechando el caos, voló hacia el cielo, pero no sin dejar una lluvia de barro y frutas sobre Lio.

"Genial, ahora estoy cubierto de barro y frutas," se quejó, mientras Talia se reía a carcajadas. "¿Dónde está el laberinto de la confusión?"

"¡Sigamos! La aventura apenas comienza!" gritó Talia mientras tiraba de Lio hacia adelante.

Después de un rato de caminar, finalmente encontraron la entrada del laberinto. Era una construcción de altas paredes de hiedra que parecían moverse y cambiar de forma. "¡Aquí está! El Laberinto de la Confusión," anunció Talia con entusiasmo.

"¿Y cómo salimos de aquí?" preguntó Lio, sintiéndose un poco nervioso. "No tengo un mapa."

"¿Mapa? ¡Eso es para los débiles! Solo sigue tu instinto, ¡y si te pierdes, siempre puedes morir y volver a empezar!" Talia dijo, como si eso fuera la solución más lógica del mundo.

Lio suspiró. "Claro, porque eso suena muy reconfortante." Sin embargo, se adentró en el laberinto con Talia, que saltaba de alegría.

A medida que avanzaban, el laberinto se volvía más confuso. Las paredes parecían moverse, y cada giro los llevaba a un callejón sin salida. "Esto es una locura," murmuró Lio, sintiéndose cada vez más perdido.

"¡Mira! Un camino!" Talia gritó, señalando una salida. Sin pensarlo, Lio se lanzó por el pasillo, solo para descubrir que era un error. De repente, el suelo se hundió debajo de él, y cayó en un agujero.

"¡Lio!" gritó Talia, asomándose al borde. "¡Estás bien?"

"Al parecer, estoy en un campo de espinas," respondió Lio, mientras se levantaba con dificultad. "¡Esto es lo que pasa cuando sigues a una diosa caprichosa!"

Talia se rió. "¡Esto es tan divertido! ¡Eres un desastre, pero eso es lo mejor!"

Mientras se sacudía las espinas y la tierra, Lio se dio cuenta de que no podía dejar que su mala suerte lo venciera. "Si debo salir de aquí, necesito pensar con claridad," dijo para sí mismo.

Con esfuerzo, Lio se concentró y recordó lo que había aprendido en sus intentos anteriores de sobrevivir a situaciones peligrosas. "Primero, tengo que encontrar una ruta de escape." Con eso en mente, comenzó a buscar pistas en el entorno.

Mientras tanto, Talia, ansiosa por ayudar, decidió que era hora de hacer algo. Con un movimiento de su mano, hizo aparecer un montón de fuegos artificiales que explotaron en el aire, iluminando el laberinto y asustando a varias criaturas que estaban escondidas. Lio se cubrió los oídos.

"¡Talia! ¡Eso no ayuda! ¡Solo me hace más difícil encontrar la salida!" gritó, girando en círculos.

"¡Pero es tan cool!" respondió ella, riendo. "Además, ¡los fuegos artificiales siempre son buenos para llamar la atención!"

A pesar de la locura, algo dentro de Lio se encendió. "Si Talia puede hacer magia, tal vez yo también pueda encontrar una manera de salir de aquí." Y con esa determinación, comenzó a buscar una salida, guiado por el eco de los fuegos artificiales.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad de confusión, Lio encontró una salida iluminada. "¡Lo tengo!" exclamó, corriendo hacia la luz, y en un momento de pura emoción, saltó hacia la salida… solo para caer de espaldas en un charco de barro.

"¡Bravo, Lio! ¡Eres un maestro en hacer entradas dramáticas!" Talia aplaudió, mientras Lio se levantaba, empapado y cubierto de barro una vez más.

"¿Y ahora qué?" preguntó Lio, sintiéndose agotado.

"Ahora, ¡el río de las ilusiones!" Talia dijo, saltando de alegría. "¡Vamos, aventurero!"

Lio suspiró, con la sensación de que su primera muerte como aventurero estaba a un paso más cerca. "Genial, solo espero que no me ahogue en el intento."

Con la diosa detrás de él y su mala suerte aún persiguiéndolo, Lio se adentró en el siguiente desafío, sin saber que esta sería solo la primera de muchas aventuras desastrosas por venir.