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Chapter 3 - cap 3

Capítulo 6: La Inscripción y el Desastre del Registro

Lio se sentía abrumado, pero no por la presión de ser un aventurero. Más bien, por la presencia de Talia, que lo seguía como una sombra, saltando y riendo, mientras él intentaba concentrarse en lo que tenía que hacer a continuación. Después de salir del laberinto de la confusión y de haber casi muerto en un charco de barro, su primer objetivo era registrarse como aventurero en la ciudad cercana.

"¿Crees que me dejarán inscribirme?" preguntó Lio, mientras caminaban por el camino que los llevaba hacia el pueblo. "Con toda esta mala suerte, no estoy seguro de que me quieran."

"¡Por supuesto que sí! ¡Eres un desastre adorable!" Talia exclamó, con una risa contagiosa. "Además, nadie puede resistirse a un chico que se cae en un charco de barro. Es todo un espectáculo."

"Eso es lo que me preocupa," murmuró Lio. "Si me inscribo, tal vez me envíen a una misión peligrosa y… ya sabes, me muera de nuevo."

"¡Eso es parte de la diversión! ¿No te das cuenta? La vida es un juego, y tú eres el personaje principal," Talia dijo con una sonrisa traviesa.

Al llegar al pueblo, las cosas no parecían tan malas. Había una gran plaza donde varios aventureros se reunían y se inscribían en la Guilda de Aventureros. Lio sintió una punzada de emoción; quizás esta vez las cosas irían bien. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que su suerte comenzara a cambiar.

Mientras esperaban en la cola, Talia decidió que era el momento perfecto para hacer un espectáculo con unos fuegos artificiales improvisados. "¡Voy a iluminar el día!" gritó, levantando las manos.

"Espera, Talia, eso no es…" Lio intentó advertirle, pero ya era demasiado tarde. Una explosión de luces brillantes llenó el cielo y, en medio del caos, varios aventureros comenzaron a mirar hacia arriba, confundidos. Algunos incluso tropezaron entre sí, generando una pequeña avalancha de cuerpos caídos.

"¡Oh no, no, no!" Lio se cubrió la cara, mientras sentía que el desastre se cernía sobre él. "Esto va a acabar mal…"

Y así fue. En medio de la confusión, un hombre corpulento, que parecía ser un guerrero de alto nivel, se tropezó y fue a parar directo contra Lio, quien se veía más como un estorbo que un aventurero. Ambos cayeron al suelo, y el guerrero, aturdido, se levantó rápidamente, solo para dar un paso atrás y caer en un charco de agua, que por suerte no era de barro.

"¡Eres un desastre, chico!" gritó el guerrero, empapado y con una mirada de furia. "¡No sabes ni cómo estar de pie!"

"Lo siento, lo siento, todo es culpa de mi amiga," Lio se disculpó, señalando a Talia, que se reía a carcajadas mientras la gente a su alrededor se restablecía.

"¡Es una diosa!" el guerrero gritó, mirando a Talia con una mezcla de asombro y enfado. "¿Por qué no te llevas a este torpe de una vez?"

Lio sintió que su cara se ruborizaba. "No soy torpe, solo… tengo mala suerte. Y… bueno, Talia es mi compañera."

"¡Eso es lo más gracioso que he escuchado hoy!" dijo un aventurero a su lado, riendo. "¿Cómo esperas ser un aventurero si no puedes ni mantenerte en pie?"

"¡Cállate!" Lio respondió, intentando ignorar las risas a su alrededor. "Solo necesito registrarme."

Finalmente, llegó su turno. Se acercó al mostrador, donde una mujer de aspecto cansado lo miraba con una mezcla de desdén y curiosidad. "Nombre y propósito," le pidió, con una voz que parecía haber escuchado todas las excusas del mundo.

"Soy Lio, y… quiero ser un aventurero de clase S," dijo, con un poco de duda, recordando lo que había dicho Talia.

"¿Clase S?" La mujer se rió. "Con esa suerte, deberías estar en la clase Z."

Lio sintió que su corazón se caía. "Solo necesito un registro. No tengo tiempo para eso."

"Bien, bien. Solo rellena este formulario," dijo la mujer, ofreciéndole un papel. "Y asegúrate de no morir antes de terminarlo. No quiero tener que volver a rellenar todo si te mueres en el proceso."

Con la pluma en mano, Lio comenzó a escribir, pero en ese preciso momento, un grupo de aventureros pasó corriendo junto a él, empujándolo accidentalmente. Lio perdió el equilibrio, y con un movimiento involuntario, la pluma salió volando de su mano, atravesando la plaza como un proyectil.

"¡No!" gritó, mientras seguía la pluma con los ojos. La pluma terminó incrustada en la cabeza de un hombre que, sorprendido, se dio la vuelta y comenzó a gritar.

"¡Alguien me ha apuñalado con una pluma! ¡Este es el final!" chilló, mientras la multitud se reía a carcajadas.

Lio se sintió hundido en la vergüenza. "Lo siento, lo siento, eso no fue intencional…" intentó disculparse, pero ya era demasiado tarde. La risa era contagiosa, y la mujer del mostrador no podía contener la suya.

"¿Ves lo que quiero decirte? Eres un desastre," dijo, entre risas. "Pero eso también es lo que te hace único. Tal vez puedas ser un aventurero después de todo."

Finalmente, después de varias peripecias y un par de muertes que no llegaron a suceder, Lio logró completar su registro. "Bienvenido a la Guilda de Aventureros, Lio. Asegúrate de no morir antes de tu primera misión."

"Gracias, supongo…" respondió Lio, sintiéndose aliviado pero también frustrado por lo que había sucedido.

"Y sobre la diosa…" la mujer agregó, mirando a Talia, que seguía riendo. "Te recomiendo que la mantengas alejada de los fuegos artificiales. O de cualquier cosa afilada."

Lio asintió, ya sabiendo que eso iba a ser un desafío. "Sí, lo haré."

Mientras se alejaban del mostrador, Talia se lanzó hacia él. "¡Lo hiciste, Lio! ¡Ahora eres un aventurero registrado!"

"Sí, pero no estoy seguro de cuánto tiempo sobreviviré," dijo Lio, sintiéndose inseguro. "Solo espero que mi primera misión no sea un desastre total."

Talia sonrió con picardía. "¡Eso es parte de la diversión! ¡Vamos a celebrar con una copa de vino!"

Lio suspiró, sintiendo que su suerte no iba a cambiar, pero al menos tenía una compañera que hacía que cada desastre fuera un poco más soportable. Con Talia a su lado, estaba seguro de que las risas y las locuras estaban apenas comenzando.

Capítulo 6: La Caza del Cofre Devora Personas

Lio se despertó, nuevamente, en un lugar que no reconocía. Esta vez, se encontraba en el interior de una cueva oscura y húmeda, con el eco de sus propios gemidos resonando en las paredes. Se levantó, sacudiéndose el polvo de la ropa, y dejó escapar un suspiro resignado. "No puedo creer que haya muerto de nuevo… ¿qué fue esta vez? ¿Un ataque de ratas gigantes que resultaron ser un grupo de bailarinas en un concurso de salsa?"

Mientras Lio intentaba recordar cómo había llegado allí, una figura emergió de las sombras. Era una mujer alta, con un atuendo ajustado que dejaba poco a la imaginación, y una sonrisa que parecía fusionar la picardía con una pizca de locura. Tenía colmillos prominentes y una mirada que podía ser tanto seductora como amenazadora. "¡Hola, aventurero! Soy Lilith, la vampira que te ayudará en tu primera misión. Y, por cierto, me encanta el dolor… bueno, el dolor de los demás. Espero que no seas muy débil".

"¿Misión? ¿De qué hablas?" preguntó Lio, sintiéndose un poco abrumado. La situación era ya lo suficientemente confusa sin la compañía de una vampira masoquista.

"Estamos aquí para cazar un cofre devorador de personas. Se ha estado alimentando de los desprevenidos en el pueblo cercano. Y, sinceramente, me parece un desafío delicioso", respondió Lilith, mientras se acomodaba el cabello de forma coqueta.

"¿Cofre devorador de personas? ¿Eso es un objeto o un nuevo tipo de broma sobre mi suerte?" Lio se frotó las sienes, sintiendo un leve dolor de cabeza. Sabía que su fortuna nunca sería buena, pero esta vez estaba convencido de que el destino se estaba burlando de él.

Mientras discutían el plan, Talia apareció de la nada, con una botella de vino en la mano. "¡Lio! ¡He venido a ayudarte! ¡Y a buscar un poco de diversión! ¿Cómo va la caza? ¿Alguien ha muerto ya?" preguntó la diosa con una risa tonta.

"Sí, yo, pero eso no cuenta. ¿Por qué siempre apareces en el peor momento posible?" Lio respondió, sintiéndose al borde de la desesperación.

"Porque me encanta ver cómo te las arreglas. También porque no tengo nada mejor que hacer", contestó Talia, dándole un trago a la botella. "¡Vamos! ¡A la caza!"

Los tres se aventuraron hacia el pueblo, donde el aire estaba cargado de un extraño aroma a miedo y pánico. Los aldeanos, al ver a Lio y sus inusuales compañeras, se apartaron con miedo y respeto, como si fueran un circo ambulante. "¿Quiénes son?" murmuraban. "¿Por qué hay una diosa borracha y una vampira sexy? ¿Es eso un nuevo tipo de maldición?"

Lio decidió ignorar las miradas y se dirigió a la taberna, donde los rumores sobre el cofre devorador de personas eran más abundantes que la cerveza. Mientras escuchaban, Lilith se acercó a un aldeano con una actitud juguetona. "¿Tú qué sabes sobre ese cofre? ¿Te gustaría ser un bocadillo?" le preguntó con una sonrisa escalofriante.

El aldeano, por supuesto, salió corriendo, gritando como si hubiera visto a un dragón. "¿Siempre tienes que asustar a la gente de esa manera?" Lio le preguntó a Lilith, mientras se pasaba la mano por el cabello, sintiéndose cada vez más frustrado.

"Es parte de mi encanto", respondió ella, guiñándole un ojo.

Finalmente, después de mucho discutir, el trío se dirigió a la ubicación del cofre, que se encontraba en un bosque cercano. Sin embargo, Lio, en su habitual estilo torpe, tropezó con una raíz y cayó de cara al suelo. "¡No! ¡No otra vez!" gritó mientras el suelo temblaba bajo sus pies.

En ese momento, el cofre devorador de personas apareció, abriendo su tapa como si fuera una boca enorme, mostrando colmillos afilados y un brillo hambriento en su interior. Lio, aún en el suelo, sintió cómo su corazón se hundía. "¿De verdad? ¿Un cofre que come personas? ¿Qué sigue, un sofá que come sueños?"

La situación se volvió caótica cuando Talia, en un intento de ayudar, lanzó su botella vacía hacia el cofre. La botella voló y se rompió contra el cofre, que pareció enfurecerse aún más. "¿Por qué siempre estás rompiendo cosas, Talia?" Lio gritó, mientras el cofre se abalanzaba sobre él.

Lilith, con su instinto vampírico, saltó hacia adelante para salvar a Lio, pero en el proceso, se dejó llevar por su naturaleza masoquista y decidió provocar al cofre. "¡Vamos, ven a por mí, cacho de madera! ¡No soy un bocadillo fácil!"

Lio, que no podía creer lo que estaba viendo, simplemente se quedó parado, observando cómo Lilith se enfrentaba al cofre con una mezcla de valentía y locura. "¿Por qué no te alejas de él?" le gritó, mientras el cofre intentaba devorarla.

El caos se desató, con Lio intentando atacar al cofre con un palo, Talia riendo sin parar y Lilith desafiando al cofre a que la atrapara. En un giro de los acontecimientos, el cofre, finalmente irritado, se lanzó hacia Lio. Pero, como siempre, la suerte de Lio se manifestaba de la manera más ridícula: el cofre, al intentar devorar a Lio, terminó atrapándose en una trampa de caza que había en el suelo.

"¡Lo logré! ¡Soy un héroe!" exclamó Lio, con una mezcla de incredulidad y alivio. Pero no pasó mucho tiempo antes de que el cofre comenzara a intentar liberarse, y Lio, en su impetuosa celebración, se tropezó nuevamente, cayendo de cara al suelo y, para su sorpresa, el cofre se cayó sobre él.

Los gritos de Talia y las risas de Lilith resonaron mientras Lio se encontraba atrapado bajo el cofre, y su cuerpo se desvanecía en un destello de luz. "¡Hasta la próxima, Lio!" gritó Talia entre carcajadas.

Cuando Lio despertó de nuevo, se encontró en un lugar diferente, en un charco de barro. "¿Qué demonios? ¡No puedo seguir así!" dijo, mientras se levantaba, nuevamente con la sensación de haber sufrido una derrota épica.

A su lado, Talia y Lilith estaban sentadas, riendo como si hubieran visto el mejor espectáculo de su vida. "¡Bienvenido de nuevo, héroe!" le dijo Lilith, mientras le lanzaba un beso. "La próxima vez será más fácil, ¿verdad?"

"Lo dudo mucho", respondió Lio, sintiéndose más cansado que nunca mientras se preguntaba cómo había terminado en esta situación absurda. Pero en el fondo, no podía evitar sonreír. Tal vez, a pesar de su mala suerte, había encontrado dos compañeras que hacían su vida un poco más interesante… y definitivamente más caótica.

Capítulo 7: La Prueba de las Escamas de Dragón

Lio se encontraba echado en un arbusto, con una mano en la cabeza y la otra rascándose la pierna, completamente confundido. Había revivido por séptima vez en una semana, y esta vez, a diferencia de otras, no había sido por su propia torpeza, sino por un giro inesperado del destino: había caído de un árbol al intentar escapar de un grupo de ardillas rabiosas que lo habían confundido con un espantapájaros. "¿Por qué siempre me pasan estas cosas?", se preguntó mientras se levantaba con dificultad, aturdido pero decidido a seguir adelante.

Cuando finalmente logró orientarse, se dio cuenta de que había llegado a un claro en el bosque. Allí estaba Lilith, la vampira pechugona que se había convertido en su primera compañera. Ella lo miraba con una mezcla de diversión y anticipación, su cabello largo y oscuro ondeando con la brisa, y una sonrisa traviesa en su rostro. "¡Lio! ¿Listo para nuestra primera prueba?", exclamó, su voz llena de energía.

"¿Qué prueba?", respondió Lio, intentando recordar si lo había anotado en su diario. La memoria no era su fuerte, especialmente con tantas cosas extrañas sucediendo a su alrededor.

"¡La prueba de las Escamas de Dragón! ¡Es nuestra oportunidad para subir de rango a C!", dijo Lilith, mientras se estiraba, mostrando sus encantos de forma exagerada. Lio no podía evitar sonrojarse un poco, pero se obligó a recordar que estaba en una misión.

"Vale, ¿y cómo se supone que conseguimos esas escamas?", preguntó.

"Fácil. Solo tenemos que encontrar un dragón y pedirle una", respondió Lilith, como si fuera la cosa más simple del mundo. "Si no quiere darnos una, lo derrotamos y tomamos una a la fuerza".

"¿Y si el dragón es más fuerte que nosotros?", inquirió Lio, sintiendo que la idea de enfrentarse a un dragón no era la mejor de sus opciones.

"¡Eso es lo emocionante! ¡La adrenalina, Lio!", dijo Lilith, saltando en su lugar con entusiasmo. "Además, si morimos, siempre puedes regresar. Es como un juego".

Lio suspiró. "Sí, un juego mortal...".

Antes de que pudieran decidir su próximo paso, una figura colorida apareció en el claro, interrumpiendo sus pensamientos. Era una chica de cabello multicolor, vestida con una túnica que parecía hecha de retazos de tela de todos los colores del arcoíris. Llevaba consigo un montón de cabezas de esqueletos, que sostenía como si fueran pelotas de béisbol.

"¡Hola! Soy Zafira, la nigromante más genial de la región! ¡Vengo a buscar escamas de dragón también!", gritó con entusiasmo, lanzando una cabeza de esqueleto al aire y atrapándola con una mano. "¿Ustedes son de la prueba? ¡Yo también! Pero no tengo mucha suerte con los dragones, así que siempre estoy abierta a formar alianzas".

Lio miró a Lilith, quien parecía intrigada por la peculiaridad de Zafira. "¿Qué haces con esas cabezas?", preguntó Lio, con un tono de incredulidad.

"¡Oh! ¡Son mis compañeros! Siempre están dispuestos a ayudarme. Aunque a veces, mis tratos no salen como espero", dijo Zafira, encogiéndose de hombros mientras lanzaba otra cabeza al aire, esta vez con un nombre exageradamente largo: "¡Cabeza Voladora de la Desesperación Ultrapoderosa!".

"Eso suena... interesante", musitó Lio, sintiendo que su vida iba a volverse aún más caótica.

"Así que, ¿qué dicen? ¿Hacemos equipo?", preguntó Zafira, con una sonrisa amplia que mostraba su entusiasmo.

Lilith se cruzó de brazos. "¿Qué puedes aportar a nuestro grupo, nigromante?"

"¡Puedo lanzar cabezas de mis esbirros a los dragones! Es muy efectivo, se los prometo. Y si algo sale mal, siempre puedo hacer un buen trato con algún espíritu", explicó Zafira, con un brillo en los ojos.

Lio se quedó pensando. "Bueno, parece que no tenemos muchas opciones. La suerte nunca está de nuestro lado, así que podría ser útil tener a alguien que lanza cabezas".

"¡Sí! ¡Un equipo de tres, eso suena genial!", gritó Zafira, saltando de alegría. "Justo lo que necesito para conseguir las escamas y hacer un trato. ¡Vamos a buscar ese dragón!".

Con el nuevo equipo formado, los tres se adentraron en el bosque, llenos de entusiasmo, aunque Lio no podía evitar sentir que se estaba metiendo en un lío aún mayor. Mientras caminaban, comentando sobre la estrategia para encontrar un dragón, Lio se preguntaba cómo podría salir con vida de esta nueva aventura. Pero, como siempre, la vida de un aventurero con mala suerte nunca es aburrida.

Sin embargo, en su camino, un rugido ensordecedor resonó a través del bosque, haciendo que el suelo temblara. Lio, Lilith y Zafira se miraron, y un escalofrío recorrió la espalda de Lio. "¿Eso era un dragón?", preguntó, sintiendo un nudo en el estómago.

"¡Claro que sí! ¡Es hora de brillar!", exclamó Zafira, lanzando una cabeza de esqueleto al aire como si fuera un balón de fútbol.

"¡Espera, eso no es lo que quise decir!", gritó Lio, mientras su corazón latía con fuerza. La aventura apenas comenzaba, y ya podía prever que su suerte lo llevaría a situaciones aún más absurdas.

Así, con la inminente llegada de un dragón, Lio se preparó para lo que sin duda sería otra de sus legendarias y desastrosas experiencias en su camino hacia convertirse en un aventurero de clase S.

El bosque estaba en completo silencio, solo interrumpido por el eco lejano del rugido que había resonado como un trueno. Lio, con el corazón a mil por hora, miró a sus dos nuevas compañeras. Lilith sonreía con una mezcla de emoción y picardía, mientras que Zafira estaba lista para lanzar otra de sus cabezas de esqueleto al aire, como si fuera la solución a todos sus problemas.

"¿Y si el dragón no está de humor para jugar?", preguntó Lio, sintiendo que su suerte estaba destinada a llevarlo a un desenlace desastroso.

"¡Eso es lo que lo hace emocionante!", respondió Lilith, dando un salto hacia adelante. "Además, si no conseguimos escamas, siempre podemos... pedirlas de forma educada". Su tono era sarcástico, y Lio no pudo evitar sonreír ante su entusiasmo.

"¡Sí! ¡O podemos usar la Cabeza Voladora de la Desesperación Ultrapoderosa!", gritó Zafira, lanzando otra cabeza al aire, que esta vez aterrizó justo al lado de Lio, haciéndolo saltar. "¡Oh, perdón! A veces se emocionan demasiado".

"¡Concéntrate, Zafira!", exclamó Lio, mientras trataba de recuperarse del susto. "Primero, tenemos que encontrar al dragón. Y segundo, no quiero ser el primero en conocerlo de cerca".

"Déjamelo a mí", dijo Lilith, guiñándole un ojo. "Si el dragón se pone agresivo, usaré mi encanto personal".

"¿Encanto personal?", repitió Lio, sintiendo que la situación se tornaba más absurda de lo que ya era. Pero antes de que pudiera seguir con sus dudas, un sonido de alas enorme llenó el aire y la luz del sol se oscureció brevemente.

"¡Ahí viene!", gritó Zafira, señalando hacia arriba.

Un dragón de escamas esmeralda apareció, surcando los cielos con majestuosidad. Sus ojos brillaban como rubíes, y su cola se movía como un látigo. Lio sintió que su estómago se encogía. "¿Cómo se supone que vamos a pedirle escamas a eso?".

"¡Con confianza!", dijo Lilith, mientras se acomodaba el cabello. "Solo hay que ser amables. ¡Y divertidos!".

"Sí, claro, porque los dragones adoran a los aventureros torpes y a las vampiras pervertidas", murmuró Lio, aunque no estaba seguro de que eso fuera cierto.

El dragón aterrizó con un estruendo, creando una pequeña ráfaga de polvo que los envolvió. Cuando el polvo se asentó, el dragón se puso de pie, mirándolos con curiosidad.

"¿Quiénes son ustedes y por qué me interrumpen mi siesta?" Su voz era profunda y resonante, como si cada palabra fuera un trueno.

"¡Oh, gran dragón! Somos aventureros en busca de escamas para demostrar nuestro valor y subir de rango", dijo Lilith, haciendo una reverencia exagerada que Lio sintió que podría resultar en su caída.

"¿Y por qué debería darles mis escamas? ¿Qué me ofrecen a cambio?", preguntó el dragón, observándolos con un aire de desdén.

"Podemos ofrecerte... ¡una historia emocionante!", exclamó Zafira, levantando una cabeza de esqueleto y balanceándola. "Yo puedo hacer que te rías, y eso es invaluable".

"¿Risas? ¿De un esqueleto?" El dragón arqueó una ceja, pero parecía intrigado.

"Sí, y también tengo trucos de magia. ¡Mira esto!", dijo Zafira, lanzando la cabeza hacia el dragón. Este la atrapó al vuelo, y cuando vio que era solo una cabeza de esqueleto, su expresión cambió de curiosidad a irritación.

"¿Qué es esto? ¿Una broma? ¿Creen que puedo ser engañado por un truco infantil?", rugió el dragón, comenzando a elevarse en el aire, con la intención de marcharse.

"¡Espera! ¡No te vayas! ¡Tengo una idea!", gritó Lio, sintiendo que su única opción era improvisar. "Podemos hacer un trato. Si nos das una escama, te prometemos que nunca te molestaremos de nuevo".

El dragón se detuvo en seco, mirándolo con una mezcla de sorpresa y diversión. "¿Un trato? ¿De un aventurero que parece que ha sido aplastado por un árbol en varias ocasiones?", se burló.

"¡Exactamente! ¡Eso me hace único! Y eso tiene su propio valor", dijo Lio, intentando mantenerse firme, a pesar de que su voz temblaba.

El dragón se rió, un sonido que resonó en el aire. "Tienes agallas, pequeño. Pero aún no me has convencido".

"Podríamos hacer una competencia", sugirió Zafira, iluminándose. "¡Una carrera! Si ganamos, nos das la escama. Si pierdes, te quedas con nuestra historia".

"Hmm... interesante", dijo el dragón, considerando la propuesta. "Si me ganan, tendré una historia que contar a mis amigos. Pero si pierden, tendré un espectáculo de lo más divertido".

Lio miró a Lilith y Zafira, que parecían emocionadas ante la idea de la carrera. "¿Estás segura de que podemos ganar?".

"¡Por supuesto! ¡Conozco este bosque como la palma de mi mano! Y si no, siempre puedes regresar de la muerte", dijo Lilith, sonriendo de forma traviesa.

"Está bien, entonces", aceptó Lio, sintiendo que la ansiedad le retumbaba en el pecho. "¿A dónde corremos?".

"Hasta el gran roble al final del claro", dijo el dragón, señalando. "A la cuenta de tres. Uno... dos... tres... ¡ya!".

Y con eso, la carrera comenzó. Lio, Lilith y Zafira corrieron con todas sus fuerzas, mientras el dragón volaba por encima de ellos, riendo. Lio sentía que sus piernas ardían y que el sudor le corría por la frente, pero no podía rendirse. La suerte podría no estar de su lado, pero él no iba a dejar que eso lo detuviera.

A medida que corrían, Zafira lanzó una cabeza de esqueleto hacia el dragón. "¡Eso te hará más lento!", gritó, pero el dragón simplemente la esquivó con una risa burlona.

"Eso solo me hace reír más, pequeña!", contestó el dragón.

Finalmente, Lio llegó al roble, jadeando, y se dio cuenta de que había ganado una fracción de ventaja. "¡Lo logré!", gritó, aunque sabía que el dragón no tardaría en alcanzarlos.

La carrera terminó en un estallido de risas y gritos, y justo cuando Lio pensó que todo estaba perdido, el dragón aterrizó junto a él, sonriendo. "Nunca había corrido tanto en años. Tienen más determinación de lo que pensé".

"¿Entonces nos das la escama?", preguntó Lio, sintiéndose esperanzado.

"Sí, pero solo porque me han entretenido hoy. Aquí tienes", dijo el dragón, arrancando una escama de su costado y entregándosela. "Recuerden, nunca dejen de buscar la aventura".

"¡Lo hicimos!", exclamó Zafira, mientras abrazaba a Lio y a Lilith. "¡Ahora somos un equipo oficial!".

Con la escama en mano y la adrenalina aún corriendo por sus venas, Lio sintió que había dado un paso más hacia su sueño. Pero, como siempre, no pudo evitar pensar en lo que podría pasar la próxima vez que reviviera. Sin embargo, por ahora, disfrutó de su pequeña victoria en un mundo que, a pesar de la mala suerte, estaba lleno de posibilidades y risas.

Y así, con una escama de dragón en su mochila y nuevas experiencias en su corazón, el trío se adentró aún más en el bosque, listos para enfrentar cualquier locura que el destino les deparara.