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Chapter 2 - Capítulo 2: Bienvenidos al Juego del Poder

El patio de la academia seguía envuelto en una tensión sofocante. La ráfaga de fuego azul brillante que había separado a Adrik y Kram aún flotaba en el aire, como si el mismísimo ambiente se negara a relajarse. Entre los murmullos de los estudiantes y el polvo que se levantaba, una figura femenina emergió con una presencia que eclipsaba todo a su alrededor.

Adrik, con sus ojos hazel fijos en la recién llegada, no mostró ni el más mínimo interés en detenerse. En su mente, ella no era más que otra persona que se interponía en su camino. Su mano derecha se alzó lentamente, comenzando a formar una estaca de hielo con precisión letal, mientras una ráfaga fría envolvía el aire a su alrededor.

—Adrik, no. —La voz urgente de Elina cortó el silencio, y su mano se posó firmemente sobre el brazo de su primo, deteniendo su ataque.

Adrik giró apenas la cabeza hacia ella, sus ojos destellando con una mezcla de irritación y desconcierto.

—¿Qué haces? —preguntó con frialdad.

—¿No sabes quién es ella? —Elina respondió, bajando la voz.

—No, ni me importa. —Adrik se encogió de hombros y comenzó a ajustar la trayectoria de su estaca.

—Por todos los cielos... Es mejor que te importe. —Elina suspiró, su tono mezclando exasperación y preocupación.

Pero antes de que Adrik pudiera lanzar su ataque, un grupo de profesores apareció apresuradamente, encabezado por un hombre alto de cabello gris y mirada severa: Gareth Eldarion, profesor y responsable de la instrucción de los estudiantes de primer año.

—¿Qué está sucediendo aquí? —rugió Gareth, su voz resonando como un trueno.

Adrik bajó lentamente su brazo, dejando que la estaca de hielo se desintegrara en el aire, mientras Kram, todavía rodeado por un aura de brasas incandescentes, respiraba con dificultad.

—Un duelo espontáneo. —Elina intervino antes de que ninguno de los dos pudiera hablar. Su tono era firme pero diplomático, buscando calmar la situación.

Gareth, sin embargo, no parecía impresionado. Sus ojos recorrieron al grupo, deteniéndose brevemente en Kram, luego en Adrik, y finalmente en la figura que aún permanecía en silencio a un lado.

—Regresen a sus lugares. Esto no volverá a suceder sin autorización. La próxima vez, habrá consecuencias.

Adrik no respondió. Simplemente mantuvo su mirada fija en Gareth durante un segundo más antes de girarse y comenzar a caminar hacia el edificio principal, ignorando deliberadamente a Kram, lo que provocó que el joven de Eldros apretara los dientes de frustración.

Mientras se alejaba, Adrik no pudo evitar lanzar una última mirada a la figura femenina. Había algo en ella que le resultaba extraño, pero no lo suficiente como para preocuparle.

Estuvo cerca pensó Elina, quien unos segundos después alcanzó a Adrik seguido de cerca por su séquito. 

El gran salón de la Academia estaba lleno de estudiantes, todos los de primer año, organizados en largas filas frente a un estrado elevado. Adrik y Elina estaban sentados al frente, junto con otras figuras prominentes, mientras el resto se organizaba en un orden caótico que reflejaba perfectamente las jerarquías sociales: nobles al centro, plebeyos en los bordes, como si el aire mismo los segregara.

—Bienvenidos a la Real Academia de Caldoria. —Una voz resonó en el salón, apagando al instante cualquier murmullo.

El hombre en el estrado dio un paso adelante. Su postura era erguida y marcial, y sus ojos recorrían al grupo con un escrutinio que parecía perforar cada rincón del alma de los presentes. Vestía una túnica negra adornada con bordados dorados que parecían brillar con un leve resplandor mágico.

—Soy Valen Aedryn, su director, y durante este año seré su guía hacia el dominio de sus habilidades y el entendimiento de su lugar en el mundo. —El tono de Valen era grave, pero poseía un ritmo magnético que hacía imposible apartar la atención.

Adrik, sentado en la primera fila junto a Elina, observó al hombre con la curiosidad fría que reservaba para quienes podrían tener algo que enseñarle. No obstante, no le dedicó más que un instante de su análisis antes de perder el interés.

Elina, sin embargo, inclinó la cabeza hacia él y le susurró:

—Dicen que en sus días fue uno de los generales más brillantes del reino. Lideró campañas contra las tribus del oeste y los invasores de la frontera sur. Pero renunció a su puesto hace una década para instruir a las futuras potencias del reino.

Adrik arqueó ligeramente una ceja, aunque no respondió. El detalle de su pasado no era lo que más le interesaba. A él le preocupaba el presente y lo que este hombre podía aportar ahora.

Valen continuó:

—En este lugar, serán forjados en las llamas del conocimiento, la disciplina y el combate. Pero quiero ser claro desde el inicio: solo unos pocos de ustedes están realmente destinados a brillar.

Las palabras cayeron pesadamente entre los estudiantes. Adrik notó cómo algunos parecían tensarse, mientras otros mostraban miradas desafiantes.

"Inútiles. Esa valentía no les servirá para nada si no tienen el intelecto o la fuerza para respaldarla", pensó Adrik con una leve mueca de desprecio.

El director continuó, su tono solemne:

—Como saben, este año será especialmente importante. Se realizará la primera competencia anual entre las academias de los reinos circundantes. Esfuércense ya que pocos serán seleccionados, los méritos individuales serán la clave para destacar y determinarán quiénes representan nuestro reino en el torneo. 

Un murmullo recorrió el salón. Adrik, aunque exteriormente imperturbable, sintió una chispa de interés. Representar al reino en una competencia internacional no solo era un honor, sino una oportunidad para probarse frente a los mejores del mundo.

El director levantó una mano, y el silencio volvió.

—Recuerden: el talento es solo el punto de partida. Aquí, se mide el esfuerzo, la estrategia y la capacidad de adaptación. No habrá favoritismos, y las reglas son claras. —Hizo una pausa, dejando que sus palabras se asentaran—. Los duelos no autorizados están estrictamente prohibidos. Las consecuencias serán severas para quienes las incumplan.

Adrik apenas notó cómo los ojos del director se posaron brevemente sobre él antes de continuar.

—Eso es todo. Ahora, vayan a sus clases. El tiempo para destacar comienza ahora.

Tras el discurso, el director dejó a los profesores tomar la iniciativa para guiar a los estudiantes a sus aulas designadas. Elina y Adrik caminaron juntos, seguidos de cerca por el séquito de damas de su prima.

—¿Qué opinas del director? —preguntó Elina mientras salían del Gran Salón, su tono casual pero curioso.

—No está mal. —Adrik respondió con indiferencia, sus ojos recorriendo a los otros estudiantes que caminaban cerca de ellos—. Aunque no necesito que un anciano me diga lo que ya sé.

Elina sonrió ligeramente, acostumbrada al tono arrogante de su primo.

—Ciertamente, no es el norte —comentó, observando el bullicio a su alrededor, los murmullos de los nobles y las miradas furtivas de los plebeyos.

Adrik no respondió. Sus pensamientos ya estaban enfocados en lo que vendría en las clases.

El aula era un espacio amplio y ordenado, diseñado para albergar a un grupo grande pero sin perder la sensación de estructura. Los pupitres estaban dispuestos en un semicírculo frente a una pizarra mágica, que emitía un tenue resplandor azul. Las paredes estaban decoradas con inscripciones arcanas que brillaban débilmente bajo la luz que entraba por las grandes ventanas.

Adrik tomó asiento en la primera fila, justo al centro, mientras que Elina se sentó a su derecha. El séquito de su prima se organizó en la fila de atrás, formando una barrera que claramente marcaba el espacio de los Vhalen.

En el lado opuesto, cerca del borde del semicírculo, estaba sentada la joven que había interrumpido su duelo en el patio. Su presencia era imposible de ignorar: estaba rodeada por un grupo de estudiantes, pero estos mantenían cierta distancia, como si su sola aura los repeliera.

El resto de la clase era una mezcla variada. En el centro estaban los nobles de rango Medio Alto en adelante, susurros y miradas altivas marcaban la interacción entre ellos. En los bordes, los pocos plebeyos que formaban parte del grupo permanecían en silencio, sus posturas tensas pero determinadas.

—Un desastre organizado —murmuró Elina, observando la dinámica social del aula.

Adrik no respondió de inmediato, pero su mirada se detuvo en un joven plebeyo, ubicado cerca del borde de la segunda fila. Aunque su vestimenta era sencilla, mantenía una postura recta y sus ojos reflejaban una concentración tranquila.

—Ese de allí. —Adrik señaló discretamente con un leve movimiento de la cabeza.

—¿Un plebeyo? —preguntó Elina, frunciendo ligeramente el ceño.

—Rango Alto —respondió Adrik con una voz baja pero firme—. Eso no es común.

Elina lo observó por un momento antes de encogerse de hombros.

—Supongo que incluso los plebeyos pueden tener excepciones.

Adrik no añadió nada más. Su atención ya estaba en otro lugar, evaluando mentalmente al grupo.

—Esto está completamente desbalanceado —comentó Elina, observando el aula con una expresión pensativa.

Adrik asintió ligeramente, aprovechando la oportunidad para iniciar una breve explicación.

—La mayoría de estos estudiantes son de rango Medio o Medio Alto. Sirven para tareas comunes o puestos menores, pero nada más. —Su tono estaba cargado de desdén—. Los de rango Alto son útiles, al menos con supervisión. Y los Superiores, aunque pocos, pueden ser interesantes si tienen algo más que talento bruto.

Elina lo observó con una leve sonrisa.

—Entonces, ¿qué opinas de los Eminencia y Soberanos Celestiales?

—Eminencia son herramientas útiles. Los Soberanos Celestiales... —Adrik hizo una pausa, su mirada volviendo a la figura que había interrumpido su duelo en el patio—. Son los únicos que importan.

Elina no dijo nada más, aunque su expresión reflejaba un leve orgullo. Después de todo, ella misma era una Eminencia, un escalón por debajo de su primo.

Cuando Gareth Eldarion entró al aula, todos los estudiantes se pusieron de pie al instante. Su mirada recorrió al grupo, evaluándolos con una intensidad que parecía atravesarlos.

—Bienvenidos a su primer día en la Real Academia —comenzó, cruzando los brazos detrás de la espalda—. Aquí, sus habilidades no se juzgarán por sus nombres o títulos, sino por sus méritos.

Adrik sonrió ligeramente, apenas perceptible. Este hombre no parecía del tipo que toleraba la incompetencia.

—El sistema de evaluación de la academia está basado en contribuciones individuales y colectivas. Sus notas dependerán tanto de su desempeño en clases como de las competencias entre grupos. —Gareth continuó con su tono firme—. Serán divididos en cuatro clases, basándonos en los resultados de una prueba que realizarán esta tarde.

Un murmullo recorrió la sala.

—La cantidad de estudiantes de primer año es de aproximadamente quinientos, demasiado para manejar en un solo grupo. Cada clase tendrá su propio horario y sus propios profesores, con algunas competencias entre ellas a lo largo del año. Y no olviden que solo los mejores serán seleccionados para representar al reino en la competencia anual.

El ambiente en el aula se volvió tenso. Adrik mantuvo su postura relajada, pero ya estaba trazando un plan en su mente.

—Eso es todo por ahora, sentenció —pueden retirarse, terminando su explicación con un gesto que indicaba que los estudiantes podían retirarse por el momento.

—Tienen hasta la tarde para prepararse. La prueba comenzará puntualmente. No toleraré retrasos.

Los estudiantes comenzaron a levantarse, algunos intercambiando susurros nerviosos, otros saliendo rápidamente sin mirar a nadie. Adrik y Elina permanecieron sentados un momento más, mientras las damas del séquito de Elina se agrupaban detrás de ellos.

—¿Qué piensas? —preguntó Elina, ajustándose su capa mientras observaba a los estudiantes salir del aula.

Adrik no respondió de inmediato. Sus ojos seguían fijos en la figura de Gareth mientras éste recogía algunos documentos en el escritorio del frente.

—Será interesante ver cuántos caen al primer obstáculo —respondió finalmente, levantándose de su asiento con calma.

—No parece que estés preocupado por la prueba —comentó Elina con una sonrisa ligera, siguiendo a su primo hacia la salida.

—Preocuparse es para los incompetentes.

Mientras caminaban hacia sus dormitorios, Adrik notó de reojo cómo algunos estudiantes, nobles y plebeyos por igual, lo observaban con una mezcla de curiosidad y recelo. No hizo ningún esfuerzo por ocultar la fría arrogancia en su expresión. Después de todo, para él, lo único que importaba era el resultado.

Elina, caminando a su lado, no pudo evitar soltar una breve risa.

—Siempre tan modesto, querido primo.

—Solo digo la verdad. —Adrik miró brevemente a su prima antes de fijar la vista en el pasillo frente a ellos. En su mente, ya estaba anticipando la prueba y el caos que seguramente seguiría.

Adrik regresó a su dormitorio antes de la prueba, observando en silencio por la ventana. En su mente, repasaba los rangos y las habilidades que había notado en el aula.

El grupo está lleno de mediocridad, pero siempre hay excepciones, pensó, recordando al plebeyo de rango Alto. Había algo en su postura, en la calma con la que enfrentaba las miradas de los demás, que sugería potencial.

Con suficiente entrenamiento, podría llegar a ser un subordinado útil. Tal vez incluso uno digno de elogios, si no se quiebra antes.

También pensó en la joven que había interrumpido su duelo. Había algo en ella que lo irritaba profundamente, aunque no lograba identificar qué era exactamente.

—Veremos quién es digno de estar aquí después de esta prueba —murmuró para sí mismo antes de prepararse para salir.

El sol de la tarde se alzaba alto en el cielo, proyectando sombras largas sobre el vasto campo de práctica de la academia. Más de quinientos estudiantes de primer año se encontraban reunidos en filas ordenadas, observando con ansiedad los preparativos para la prueba. En el centro del campo, una estructura mágica flotaba en el aire: cuatro estandartes representando las casas en las que serían divididos después de ser evaluados.

Los nombres de las casas se mostraban grabados en los estandartes con un brillo mágico:

Casa Ignis: Representando la pasión, el fuego y la ambición.

Casa Ventus: Representando la velocidad, la estrategia y el ingenio.

Casa Terra: Representando la resistencia, la fuerza y la estabilidad.

Casa Aqua: Representando la adaptabilidad, la calma y la profundidad.

Adrik observó la estructura con indiferencia desde su posición al frente, con Elina y su séquito justo a su lado. Gregor, el plebeyo de rango Alto, estaba en una fila más atrás, con los brazos cruzados y la mirada fija en los estandartes, su rostro imperturbable como siempre.

El profesor Gareth avanzó al centro del campo, seguido por otros instructores y asistentes. Su presencia imponente volvió a llenar el ambiente con una sensación de seriedad absoluta.

—La prueba comenzará ahora —anunció Gareth, su voz resonando con claridad en el aire—. Cada uno de ustedes será evaluado en tres áreas: control de sus habilidades, resistencia y estrategia. Los resultados determinarán en qué casa serán colocados.

Los murmullos recorrieron las filas mientras los estudiantes intentaban adivinar los detalles de la prueba. Gareth levantó una mano, silenciando a la multitud.

—No olviden que esta prueba es más que una evaluación. Es el primer paso para determinar quién tiene lo necesario para destacar aquí.

Con un gesto, Gareth activó las runas del campo, y una serie de portales brillantes aparecieron frente a cada grupo.

—Entrarán en los portales en grupos pequeños y serán sometidos a un conjunto de desafíos. Cada desafío está diseñado para medir su manejo de leyes, su resistencia física y su capacidad para pensar bajo presión.

Adrik apenas escuchó los detalles. Para él, estas pruebas eran solo un formalismo. Sin embargo, notó cómo algunos estudiantes, especialmente los de rango más bajo, parecían inquietos.

Ya están temblando antes de empezar. Inútiles.

Gareth señaló el primer portal y comenzó a llamar a los estudiantes en grupos de diez. El tiempo avanzaba rápidamente mientras cada grupo desaparecía en los portales, algunos regresando con expresiones triunfantes y otros con rostros abatidos. Finalmente, llegó el turno de Adrik, Elina y su séquito, junto con Gregor y otros estudiantes, incluidos algunos nobles de rango Medio Alto.

—Avancen. Es hora de demostrar lo que valen. —La voz de Gareth fue tan firme como siempre, aunque sus ojos se detuvieron un instante en Adrik antes de continuar.

Adrik cruzó el portal con una expresión fría, seguido de los demás.

El primer desafío se presentó en un espacio abierto dentro de un domo mágico. Una serie de figuras de energía comenzaron a tomar forma frente a ellos, imitando los movimientos y habilidades básicas de combatientes reales.

—Elimina a las figuras en el menor tiempo posible, sin recibir daño significativo —se escuchó la voz de un instructor a través de un hechizo de comunicación.

Adrik avanzó al frente sin dudar, extendiendo una mano hacia las figuras. Con un movimiento fluido, invocó una ráfaga de viento helado que cubrió a los enemigos en escarcha, congelándolos en su lugar antes de que pudieran atacar. Un segundo después, lanzó una serie de estacas de hielo, pulverizando a los objetivos con precisión quirúrgica.

Elina se encargó de otro grupo con un manejo refinado de la Ley Principal del Hielo, mientras que su séquito usaba sus habilidades secundarias de escarcha y agua para apoyar el combate.

Gregor, por su parte, destacó al crear un muro de tierra para bloquear un ataque enemigo antes de destruir a sus oponentes con pilares de roca que emergieron del suelo con fuerza devastadora. Su control era firme, calculado, y captó la atención de Adrik, quien lo observó con una mirada analítica.

El grupo de nobles, en cambio, luchó con más dificultad. Sus ataques con Leyes variadas eran potentes, pero su falta de control los hacía ineficientes, lo que los obligaba a gastar más energía de lo necesario.

Cuando el grupo completó el primer desafío, los observadores que monitoreaban la prueba tomaron notas rápidas antes de guiarlos al siguiente.

El grupo fue conducido a una nueva sala a través de un portal brillante. El espacio al que llegaron era completamente diferente: una arena cerrada con suelo irregular de piedra y paredes cubiertas de inscripciones mágicas que parpadeaban con un leve brillo dorado.

—Segundo desafío —resonó la voz del instructor, reverberando por toda la arena—: Resistencia bajo presión.

En el centro de la sala, un núcleo brillante flotaba, pulsando con una energía mágica inestable. Adrik avanzó sin dudar, evaluando el escenario mientras un leve zumbido comenzaba a llenar el aire.

—El núcleo está a punto de liberar ataques mágicos —murmuró Elina, observándolo con una mirada seria.

Antes de que pudiera terminar su comentario, el núcleo explotó en una ráfaga de energía, enviando proyectiles mágicos en todas direcciones. Adrik apenas tuvo tiempo de levantar una barrera de hielo para protegerse y a los que estaban cerca de él.

—¡Protejan el núcleo! —ordenó Adrik, sin molestarse en mirar atrás.

Gregor, quien estaba a unos metros de distancia, reaccionó rápidamente. Levantó ambas manos, y el suelo bajo sus pies comenzó a temblar. Fragmentos de roca se alzaron a su alrededor, formando una muralla protectora frente a un grupo de proyectiles. Su manejo de la Ley Secundaria de la Tierra, "Dominio de la Roca", era preciso, aunque menos impresionante que las habilidades de Elina o Adrik.

Adrik observó el movimiento con atención.

No es tan refinado como una Ley Principal, pero es suficiente para mantener su posición. Podría ser útil en un equipo si sabe obedecer.

Elina, mientras tanto, levantó una capa de hielo alrededor del núcleo, reforzando la defensa inicial de Adrik. Las damas de su séquito se dispersaron, utilizando habilidades menores para interceptar los proyectiles que se colaban por las grietas de las defensas principales.

—¡Están atacando desde múltiples ángulos! —exclamó una de las damas, su voz cargada de tensión.

—Entonces cubrelos. —La voz de Adrik era fría y autoritaria. Su atención estaba completamente enfocada en el núcleo, calculando cuánto tiempo podrían resistir antes de que la energía mágica del entorno se volviera más agresiva.

Gregor, ahora cubierto de polvo por el uso constante de su habilidad, utilizó pilares de roca para bloquear un proyectil que había pasado por alto a los demás. Aunque eficiente, cada movimiento mostraba el peso de su limitación: sus creaciones eran más lentas y menos flexibles que las de alguien con una Ley Principal.

Adrik no pudo evitar notar cómo Gregor comenzaba a mostrar signos de agotamiento tras varios intentos consecutivos de reforzar las defensas.

Es competente, pero carece del alcance necesario para durar en una batalla prolongada. Habrá que entrenarlo si quiere sobrevivir más de un par de enfrentamientos.

De repente, una grieta en la barrera mágica del núcleo permitió que un proyectil particularmente poderoso se liberara. Se dirigía directamente hacia una de las damas del séquito de Elina, quien estaba distraída reforzando su defensa.

—¡Muévete! —gritó Gregor, reaccionando antes que cualquiera.

El joven levantó un muro de roca frente a la chica, deteniendo el impacto en el último segundo. La explosión dejó una nube de polvo, pero cuando esta se disipó, Gregor estaba en pie, jadeando mientras el muro comenzaba a desmoronarse.

Adrik lo observó en silencio, sus ojos hazel brillando con una mezcla de análisis y leve aprobación.

Quizás tenga algo de potencial después de todo.

Antes de que pudieran reorganizarse completamente, el núcleo comenzó a pulsar nuevamente, pero esta vez con una intensidad mucho mayor.

—Se está sobrecargando —dijo Elina con el ceño fruncido—. Si no lo estabilizamos ahora, podríamos fallar el desafío.

Adrik avanzó, alzando una mano para crear una nueva capa de hielo alrededor del núcleo.

—Manténganlo protegido. Yo me encargaré de estabilizarlo.

Pero justo cuando comenzó a concentrarse, una serie de runas en las paredes de la sala comenzaron a brillar con fuerza, y una voz desconocida resonó en el aire:

—Interferencia detectada. Nivel de dificultad aumentado.

El núcleo liberó una ráfaga de energía que rompió las barreras defensivas y lanzó a varios del grupo hacia atrás. Adrik apenas pudo mantenerse en pie mientras evaluaba la situación, pero lo que vio lo dejó con una sensación inusual: un grupo de figuras mágicas comenzaba a emerger del suelo, mucho más grandes y complejas que las del primer desafío.

Esto no estaba planeado.

Las figuras brillaban con una intensidad que indicaba un nivel de poder superior al de los ataques iniciales. Una de ellas avanzó rápidamente hacia Gregor, quien estaba demasiado exhausto para reaccionar a tiempo.

Adrik apretó los dientes.

—Elina, cúbrelo.

Pero antes de que cualquiera pudiera moverse, el desafío se interrumpió abruptamente.

La arena tembló, y una nueva figura apareció en el centro del campo. Su presencia era abrumadora, y sus ojos brillaban con un fuego azul intenso.

Adrik giró la cabeza hacia ella, sus ojos afilados como cuchillas.

Tú otra vez.