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Chapter 4 - Los consejos de Mei

🌷NAGISA TAKIBA🌷

—¿Cómo es que en todos estos años nunca hayas visitado a tu mamá en el trabajo? —expreso mi amiga con voz alta.

Mei se llevó otro bocado a la boca, aun sorprendida por lo que le iba contando sobre mi día de hoy.

—Mi mamá siempre me decía que estaba ocupada en el trabajo, no quería interrumpirla —le respondí para luego continuar con mi comida.

—Las madres siempre dicen eso. Y no todo el tiempo es verdad.

—Pero hoy cuando fui estaba muy ocupada. Tardo como 40 minutos en salir a verme —me queje frente a mi amiga mientras ambas cenábamos en casa.

Ella llegó pasadas las 19:00 horas, me dio el tiempo suficiente para preparar la cena. Cocine un plato simple de arroz y carne, con una salsa para darle sabor al platillo. Mientras cenábamos le conté mi pequeña aventura en la oficina de mi madre, aunque aún no le había dicho todo lo que paso.

—Bueno, fuiste justo un día donde estaban todos ocupados. Ve otro día y seguro que no están tan atareados —me respondió.

—Está bien, lo pensaré. Pero me paso algo raro luego de darle la carta a mi madre.

Mi amiga me puso los ojos encima, esperando a que siguiera hablando.

—Cuando estaba por irme un hombre se topó conmigo, fue el mismo que me acompaño a la oficina de mi madre. Y sigo sin poder recordarlo —le dije a Mei, deje mis cubiertos sobre el plato y me quede mirando mi cena, pensativa.

Solo podía recordar la casa de muñecas que me había regalado. Recuerdo que fue uno de mis juguetes favoritos cuando era pequeña, pasaba horas jugando con mis muñecas, imaginándome cada historia que tenían. Pero al señor Yin no podía recordarlo, era extraño, pero él decía que me conocía muy bien.

—Es normal olvidar muchas cosas de la infancia, yo no recuerdo nada de lo que hice antes de mis siete años, Nagisa —mi amiga notó mi pequeño cambio de humor y trato de animarme.

—Sí, supongo que tienes razón —acabe diciendo.

Terminamos de cenar y nos fuimos al salón, teníamos planeado ver algunas películas mientras comíamos helado, pero no encontramos nada interesante en la televisión. Habíamos comenzado a ver una película, pero perdimos el interés luego de veinte minutos y empezamos a chequear las redes sociales.

—¿Y aún no te llego ninguna respuesta de esas entrevistas? —me pregunto Mei mientras movía sus dedos a gran velocidad sobre la pantalla de su teléfono.

—Nada. A veces siento que hago esfuerzos en vano —le respondí desanimada.

—Te dije que no aspiraras a tanto desde un principio —me replico mi amiga.

Yo me había postulado a puestos de ayudante, pasante y algún que otro de cadete de recados, en muchas empresas importantes o con buen renombre. No quería comenzar con algún trabajo fácil o que no me ayudara a madurar y progresar en la vida. Pero en todas las entrevistas a las que asistía me preguntaban si había trabajado en puestos similares, si tenía conocimientos o algún que otro título intermedio. Mis respuestas siempre eran negativas, y eso hacía que los entrevistadores perdieran mucho interés en mí.

—No quiero tener un simple puesto de cajera en algún supermercado, o tener que hacer entregas de un lugar a otro sin poder aprender nada ni avanzar en mi vida —le respondí un tanto molesta.

—Oye, no te burles de mi forma de vida —se quejó Mei apuntándome con la cuchara llena de helado.

—Lo siento, no quise decirlo de esa forma —me disculpé.

—Nah, no te culpo. A veces ni voy al trabajo y siempre hay un chico que está dispuesto a cubrirme en la caja.

Mi amiga tenía un trabajo de medio tiempo como cajera en un supermercado, llevaba ya seis meses en ese puesto y eso le daba el dinero suficiente para sustentar sus pequeños gastos.

—Deberías decirle a tus compañeros que estás en una relación —hundí mi cuchara en el helado de sabor chocolate para comer un poco.

—¿Y perderme los beneficios de ser una mujer joven, hermosa y soltera? No gracias Nagi.

—Pero ¿A tu novio no le molesta que esos chicos te coqueteen siempre que pueden? —le pregunte.

—Mi novio sabe perfectamente que ninguno de ellos me interesa, además llevamos más de tres años juntos. Tenemos una relación inquebrantable —mi amiga me guiño un ojo y siguió comiendo su parte del helado.

Mei se puso de novia en preparatoria, con un chico universitario que había conocido en una fiesta de despedida de los alumnos de último año de nuestra preparatoria. A pesar de la diferencia de edad ellos hicieron buena conexión y siguieron en contacto luego de esa fiesta. Tenían seis años de diferencia, pero eso no les impidió comenzar a salir. Ella con 16 años y el chico con 22, todo el mundo decía que él planeaba algo detrás de eso.

Pero nada malo ocurrió con mi amiga, y en todas las salidas grupales que ella me invitaba, su novio la trataba muy bien y la cuidaba siempre. Luego del primer año de su noviazgo comencé a confiar mucho más en su novio, y ahora que llevaban más de tres años juntos, no tenía la menor duda de que él amaba totalmente a Mei y haría cualquier cosa por ella.

—Me sigue pareciendo injusto para tus compañeros —mencioné por lo bajo antes de darle otra probada a ese delicioso helado de chocolate.

—Deberías tomar mis consejos. Eres muy hermosa, lista y muy sexy. Encontrarás un chico de inmediato —me comento mi amiga mientras me miraba.

—Ya hablamos de esto Mei, no estoy buscando una relación en estos momentos.

Mi amiga siempre me decía que aprovechara la juventud y viviera mi vida como se debe. Cada tanto me buscaba alguna cita con un chico responsable y amable. O me metía en sus salidas grupales con los amigos de su novio, hice buenas amistades y no podía negar que esas personas eran respetuosas y de buenos modales. Pero no estaba en mis planes buscar alguna pareja o tener algún amorío en esta etapa de mi vida.

—Mira, ya tienes 19 años, no tienes un trabajo, no sabes si seguirás alguna carrera universitaria, rechazaste a la mayoría de chicos que estaban dispuestos a intentar algo realmente serio contigo. Si no comienzas a buscar algo pronto la oportunidad se te escapara, créeme no querrás ser una solterona de 25 años —me aconsejo Mei.

Ella tenía cierta parte de razón, muchas mujeres que llegaban solteras a sus 25 años no encontraban una relación estable, o terminaban con un hombre que no encaja muy bien con ellas. Pero no les queda de otra que juntarse con la mejor opción antes de llegar a los 30 sin pareja.

—No lo sé, aún no sé si es lo adecuado para este momento... —dude sobre la idea de empezar a buscar una relación seria, comenzaba a inquietarme en ese momento.

—Oye, ya maduraste, no te sucederá lo mismo que la última vez. Ahora es diferente, tú eres diferente ¿Lo entiendes? —dijo Mei y puso su mano sobre la mía, hablándome con un tono suave y tranquilizador.

—Si, lo sé. Voy a pensarlo ¿Si?

—Está bien, tomo tu palabra —Mei me miro a los ojos y puso un dedo debajo de su ojo derecho, indicándome que tendrá en cuenta lo que le acababa de decir.

Mi última relación no fue del todo estable ni sana, el chico con el que comencé a salir me había mentido por nueve meses, diciéndome que me amaba y que me quería por mi personalidad. Y al final descubrí que solo estaba interesado en mi cuerpo, que quería tenerme como premio y experimentar sexualmente conmigo. Termino haciéndome mucho daño y después de eso me propuse a dejar las relaciones a un lado y enfocarme en mi misma y en lo que quería convertirme.

Pasaron las horas y junto a Mei continuamos hablando de nuestras vidas y algunos chismes, me hizo muy bien juntarme con mi mejor amiga, ahora estaba más tranquila y podía pensar con más calma.

No tenía planeado hacerlo, pero al final decidí contarle a Mei sobre la propuesta que me hizo el señor Yin.

—Oye Mei ¿Qué piensas de las modelos? —le pregunte para meter el tema a la conversación.

—¿Mmmm? Yo creo que las modelos viven de su cuerpo y su belleza. No es algo que todo el mundo pueda hacer, tampoco es algo que si te lo propones puedas intentarlo.

Comenzaba a arrepentirme de la idea. Sabía que no me lo estaba diciendo a mí, pero ahora me daba pena contarle sobre la propuesta. Aun así le hable sobre el encuentro con el señor Yin y lo que me había dicho al bajar en el ascensor.

—¿En serio te propuso trabajo como modelo? —me pregunto impresionada.

—No será que te sugirió eso solo para acercarse a ti y tener una oportunidad con... —mi amiga dejo la frase incompleta y trato de cambiar el tema.

—No lo sé, yo aún no lo recuerdo, pero dice que es un viejo amigo de mi madre. Solo me dio su tarjeta con su número y el nombre de la empresa donde trabaja —saque la tarjeta de mi bolso y se lo mostré a mi amiga.

Ella lo tomo de inmediato y lo miro de arriba a abajo, analizo cada detalle en aquel pedazo de cartón y luego lo guardo en su bolsillo.

—Dejámelo a mí. Lo investigaré a él y a su empresa para ver si es verdad lo que te propone o no —me respondió con una mirada decidida.

—Muchas gracias, amiga. No sé que haría sin ti —le respondí contenta y me acerqué para abrazarla.

—No decidas nada aun hasta recibir mi informe completo ¿Queda entendido oficial? —me comento cambiado un poco el tono de su voz.

—Entendido capitana. No moveré ni un dedo hasta escuchar su informe —le respondí con el mismo tono de voz y llevándome una mano a la frente, expresando el típico saludo militar.

Las dos comenzamos a reír y luego seguimos comiendo nuestro helado. Sentí que me sacaba medio peso de encima, ahora solo quedaba tratar de recordar al señor Yin y si en verdad era un buen amigo de mi madre, y alguien en el que se pueda confiar.