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Chapter 95 - cap 95

La ciudadela de Garcla, con sus murallas imponentes y techos altos, había sido testigo de innumerables batallas, pero la atmósfera que se respiraba en aquel día era diferente. La lluvia caía intermitente sobre el suelo, creando un ambiente melancólico que parecía reflejar el estado de ánimo de todos los presentes. Naegi, aun con el rostro ensangrentado y las cicatrices del ritual de expiación aún frescas, se encontraba en el umbral de un nuevo capítulo en su vida. Había luchado y sufrido, pero también había crecido, y con cada golpe recibido, su determinación se fortalecía.

A su alrededor, los miembros del escuadrón Pleyades se preparaban para la despedida. Había risas, pero también lágrimas. Naegi miró al grupo, recordando cada momento compartido, cada batalla librada codo a codo. La sonrisa de Flap, la determinación de Tanza, la valentía de Beatriz; todos ellos habían dejado una huella en su corazón. Era un consuelo saber que, a pesar de las pérdidas, había encontrado camaradería y amistad en medio del caos.

"Gracias por todo, cuídense mucho", dijo Naegi con una voz temblorosa. Las palabras se sintieron demasiado ligeras en comparación con el peso de su gratitud. Flap, con su característico entusiasmo, le respondió con un fuerte abrazo. "¡No te preocupes! Siempre estaremos aquí para ti. ¡Y recuerda, si alguna vez vuelves, no dudes en buscarme!"

Mientras la conversación se desarrollaba, Naegi sintió una punzada de tristeza. Se daba cuenta de que su viaje no era solo una despedida, sino un cierre a un capítulo de su vida que había estado lleno de sorpresas y desafíos. La lluvia seguía cayendo, pero había algo en la forma en que el agua resbalaba por las piedras que parecía decirle que todo estaría bien. Después de todo, siempre había sido un niño de mala suerte, pero esa misma suerte había traído consigo amigos invaluables.

"Ahora que hablas de suerte, no debería ser tan despreocupado, ¿no crees?" Naegi sonrió, tratando de ocultar su tristeza. Su mirada se desvió hacia Beatriz, quien lo observaba con una mezcla de preocupación y ternura. Ella siempre había estado a su lado, incluso en los momentos más oscuros. "No te preocupes, Beatriz. Prometo que regresaré y no solo para recibir más golpes."

La atmósfera se tornó más ligera y las risas comenzaron a resonar de nuevo entre los amigos. Beatriz, aunque con sus frías maneras, no pudo evitar sonreír ante la determinación de su naegi. "Solo asegúrate de llegar a casa sano y salvo, ¿de acuerdo?"

Mientras la despedida continuaba, Naegi sintió que una nueva misión se gestaba dentro de él. No solo debía regresar al Reino, sino que también tenía un objetivo claro: ayudar a las almas perdidas y a aquellos que aún sufrían. La experiencia en la ciudadela y el ritual de expiación le habían enseñado que el verdadero valor no se encontraba solo en la fuerza física, sino en la habilidad de sanar y reconstruir.

Después de las despedidas, Naegi, Beatriz y el resto del grupo se dirigieron al carruaje dragón. La mezcla de emociones era palpable, y en el aire flotaba la esperanza de un futuro mejor. Al mirar hacia atrás una última vez, Naegi se despidió de Garcla, sintiendo que, aunque dejaba atrás una parte de su vida, también llevaba consigo las lecciones aprendidas, las amistades forjadas y la determinación de luchar por lo que era correcto.

El viaje de regreso al Reino fue tranquilo, pero las palabras de sus compañeros resonaban en su mente. La misión de Espica, el futuro incierto que aguardaba a todos ellos y la carga que aún llevaban en sus corazones. En medio de esos pensamientos, Naegi decidió que, aunque el pasado no se podía cambiar, el futuro estaba en sus manos.

"¿Estás bien, Naegi?" preguntó Rem, su voz suave interrumpiendo sus pensamientos. Él asintió, pero no pudo evitar que una sombra de preocupación cruzara su rostro. "Debo hacer algo por Al. No puedo dejar que su dolor se convierta en mi carga. Necesito ayudarlo a encontrar paz."

"Lo haremos juntos", dijo Rem con una firmeza que le dio a Naegi algo de confianza. "No estás solo en esto, nunca lo has estado."

A medida que el carruaje se acercaba al Reino, la lluvia cesó, y un rayo de sol atravesó las nubes, iluminando el camino por delante. Naegi sonrió, sintiendo que quizás, solo quizás, había esperanza para todos ellos. Era un nuevo comienzo, y estaban listos para enfrentarlo juntos.

Con el corazón lleno de determinación y la mente enfocada en el futuro, Naegi cerró los ojos y respiró hondo. Sabía que el camino sería difícil, pero estaba preparado para cualquier desafío que se presentara. Había aprendido a levantarse después de cada caída, y esta vez no sería diferente.

Fin del Capítulo 6.

Con esto concluye el resumen del capítulo anterior y la continuación de la historia. Espero que haya capturado la esencia de los personajes y las emociones que deseabas transmitir. Si necesitas ajustar algo o deseas explorar más a fondo algún aspecto, no dudes en decírmelo. ¡Gracias por acompañarnos en esta aventura!

La brisa caliente del desierto soplaba con fuerza, levantando pequeñas nubes de arena que danzaban en el aire como un espectáculo inquietante. naegi , con su característica mala suerte que a menudo lo metía en problemas, se encontraba de regreso en Milurit de Pleyades. Era su segunda visita a este pueblo desolado, y aunque había pasado un tiempo desde su última aventura, los recuerdos de su encuentro con la torre aún resonaban en su mente.

"Bienvenidos a través del viento arenoso", los saludó el dueño de la taberna, con una expresión que parecía más un suspiro que un saludo. naegi trató de ignorar la mirada malhumorada del hombre mientras se sacudía la arena de su ropa. Era un ritual que había aprendido a aceptar.

"¿Qué desean? ¿Leche fría? ¿Leche caliente?" preguntó el dueño, frunciendo el ceño ante la idea de servir leche en su establecimiento.

"Leche caliente, por favor", respondió naegi , mientras se acomodaba en el mostrador, sintiendo el cansancio de la jornada.

A su lado, Beatriz, cuya dulzura siempre brillaba incluso bajo las circunstancias más complicadas, se unió a la conversación. "Me gustaría leche caliente también." Su tono era firme y directo, como siempre.

Mientras el dueño de la taberna comenzaba a calentar la leche, naegi no pudo evitar comentar: "Vaya, pensé que esta vez evitaríamos el viento de arena, pero parece que lo he subestimado".

"Mi cabello ya está lleno de arena, tendré que peinarlo bien después", respondió una joven que había estado sentada a su lado, asintiendo con un leve suspiro. Era evidente que el viento había hecho de las suyas.

"Beatriz, ¿puedo ayudarte a peinarlo?" preguntó naegi , siempre dispuesto a ofrecer su apoyo.

"Te he dicho muchas veces que puedo dejar mi apariencia perfecta con un chasquido, así que no te preocupes por mí", contestó Beatriz, inflando las mejillas en señal de molestia.

"Lo sé, pero tu cabello es tan abundante que me gusta mucho peinarlo", insistió la joven, mientras naegi intentaba sacar la arena que se había metido en su boca.

"¿Qué diablos está pasando aquí?" interrumpió el dueño de la taberna, mientras servía la leche. "Ya está, aquí tienen su leche."

Justo en ese momento, la conversación fue interrumpida cuando una voz familiar resonó al otro lado de la entrada. "Este lugar siempre está lleno de arena". Los ojos de naegi se iluminaron al reconocer a Miley, quien entraba con un pequeño escorpión en su cabello.

"Hola, chicos, me alegra ver que han regresado sanos y salvos", exclamó con una sonrisa traviesa. La atmósfera pesada del desierto parecía desvanecerse con su llegada.

La Nueva Misión

La conversación fluyó con naturalidad entre risas y recuerdos de sus aventuras pasadas, pero naegi no podía evitar sentir un nudo en su estómago. Sabía que su misión no sería fácil. Al, el hombre que los acompañaba, estaba decidido a acceder al libro de los muertos en la torre, un deseo que lo había llevado a un lugar de desesperación tras la pérdida de su amada, Priscila.

"¿Estás listo para esto, Al?" preguntó naegi , intentando infundirle confianza. "Es un viaje peligroso, pero no estás solo."

Al asintió, aunque sus ojos revelaban la tristeza que lo consumía. "No puedo seguir así, necesito respuestas. La torre es nuestra única esperanza."

"Lo entiendo", dijo naegi , sintiendo el peso del dolor de Al. "Haremos lo posible para ayudarte a encontrar lo que buscas."

Con el equipo formado y listos para enfrentar los peligros del desierto, comenzaron a discutir sus estrategias. La experiencia previa de naegi y sus amigos sería crucial, y con la determinación de Al, sabían que tenían una oportunidad.

La Tormenta se Avecina

Mientras se preparaban para salir, el dueño de la taberna, que había estado escuchando la conversación, se acercó. "He oído historias sobre la torre y lo que puede hacer. La última vez que alguien intentó llegar, no volvió. Cuídense."

naegi sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero la determinación de su grupo fue más fuerte que el miedo. "No nos dejaremos vencer", prometió.

Beatriz asintió, su mirada resuelta. "No importa lo que enfrentemos, juntos lo superaremos."

A medida que avanzaban hacia las dunas de Auria, el viento soplaba con fuerza, y la arena se levantaba a su alrededor, creando un paisaje desolador. Cada paso que daban les recordaba el reto que tenían por delante, pero la camaradería entre ellos era un refugio en medio de la tormenta.

"Recuerden, la clave está en mantenernos unidos", dijo naegi , echando una mirada a cada uno de sus compañeros. "No dejaremos que la desolación del desierto nos rompa."

Mientras se adentraban en las dunas, una tormenta de arena comenzó a formarse en la distancia, oscureciendo el cielo y presagiando el desafío que se avecinaba. Pero naegi , con su inquebrantable espíritu y la determinación de sus amigos, sabía que podían enfrentar cualquier adversidad juntos.

"Vamos, ¡a la torre!", exclamó naegi , con un brillo de determinación en sus ojos. La aventura apenas comenzaba, y aunque el camino sería difícil, estaban listos para enfrentarlo.