Chereads / re zero en naegi / Chapter 88 - cap 88

Chapter 88 - cap 88

Emilia había enfrentado muchos desafíos en su vida, pero el caos que reinaba en la capital Imperial era algo completamente nuevo. La batalla había dejado a su paso un rastro de destrucción, y la atmósfera pesada estaba impregnada de miedo y desesperación. Tras haber derrotado a Madelin, la joven logró poner a salvo a su adversaria desmayada, pero eso era solo el comienzo. Con un profundo suspiro, Emilia se concentró en la tarea que tenía por delante: ayudar a quienes aún estaban atrapados en esta pesadilla.

Con la ayuda de Cecilus, quien había lidiado con Mesoria, el dragón celestial, Emilia se sintió un poco más tranquila. Sabía que no estaba sola en esta lucha. Al observar el campo de batalla, su mirada se detuvo en las calles llenas de zombis que amenazaban la vida de los ciudadanos. Sin pensarlo, extendió su mano y comenzó a crear un camino de hielo, gritando a los ciudadanos: "¡Todos corran y escapen por las escaleras!"

Sin embargo, el momento de esperanza fue interrumpido cuando un grupo de zombis se lanzó hacia ella. Emilia no se dejó intimidar. Desenfundó sus espadas de hielo y, con movimientos precisos, atravesó a los soldados no muertos. Cada golpe era un estallido de fragmentos helados, pero para su sorpresa, los cuerpos reconstruidos volvían a levantarse. La frustración se apoderó de ella, pero en lugar de rendirse, decidió cambiar de táctica. Aplastó y congeló a sus enemigos, liberando la calle principal de su asalto. En su interior, Emilia sabía que tenía que seguir adelante; había muchas vidas en juego.

Mientras avanzaba, se encontró con un grupo de niños, entre ellos un chico rubio que la saludó con gratitud. "¡Gracias, realmente nos salvaste!", exclamó. Al girar su mirada, Emilia reconoció a la chica de cabello azul en una silla de ruedas. Era Rem, y su corazón se llenó de emoción al verla despierta por primera vez. "Eres Rem, ¿verdad? ¡Estás despierta! ¡Es increíble!", dijo, mientras las lágrimas brotaban de sus ojos.

La confusión se dibujó en el rostro de Rem, quien, tras escuchar su nombre, preguntó: "¿Quién eres tú?" Emilia se dio cuenta de que había muchas cosas que aclarar. "Soy Emilia. No soy muy buena explicando, pero quiero que sepas que me gustaría que tuviéramos una buena relación", respondió, con sinceridad.

Rem, visiblemente sorprendida, vaciló. "¿Y nuestra relación?" Emilia pensó en cómo describirlo. "Eres una sirvienta y yo soy un huésped, pero quiero que seamos amigas. Quiero que confíes en mí."

El silencio se instaló por un momento, hasta que Flap, el chico rubio, rompió la tensión. "Parece que está de tu lado. He conocido a mucha gente, pero es raro encontrar a alguien tan directa", dijo, lo que hizo que Emilia sonriera con orgullo. En medio de la devastación, había encontrado un momento de conexión.

La conversación continuó, y Emilia mencionó a Naegi, el chico que siempre se preocupaba por Rem. "Él está bien, ¿no está haciendo algo imprudente, verdad?", preguntó Rem, con un destello de preocupación en sus ojos. Emilia, sintiendo una punzada en su corazón, respondió que era posible que Naegi estuviera en una situación peligrosa.

De repente, una explosión resonó a lo lejos, y una columna de fuego se alzó en el horizonte. "¡Naegi se fue en esa dirección!", gritó Emilia, comprendiendo que debía actuar rápido. Pero la indecisión la invadió: ¿debería cuidar de Rem o ir tras Naegi?

Katia, quien había estado observando, intervino. "Deberías llevarte a Rem contigo. Ella puede usar magia curativa. Nosotros escaparemos de la ciudad." Las palabras de Katia resonaron en Emilia, dándole la determinación que necesitaba. "Tienes razón, no puedo perder más tiempo."

Sin dudarlo, cargó a Rem en sus brazos, sintiendo la fuerza de su propia determinación. "¡Vamos a buscar a Naegi!" Emilia corrió rápidamente sobre los tejados de las casas, el viento azotando su rostro mientras sentía la calidez de Rem a su lado. La atmósfera de la ciudad, aunque cargada de peligro, parecía más ligera con el apoyo de su nueva amiga.

Finalmente, llegó al lugar de la explosión. Desde las alturas, pudo ver a Naegi, quien estaba enfrentando a un enemigo formidable. "¡Suficiente!", gritó Emilia, desatando un ataque de hielo que lanzó al enemigo por los aires. Justo a tiempo, había salvado a su querido amigo.

En ese instante, las historias de todos comenzaron a entrelazarse. Emilia, Naegi y Rem, cada uno con sus propias luchas, se encontraban en el mismo camino. Era el inicio de una nueva etapa en sus vidas, un capítulo donde la amistad, la valentía y la determinación se enfrentarían a la adversidad que aún acechaba en la oscuridad.

Mientras el eco de la explosión se desvanecía, Emilia sintió que, a pesar de la mala suerte que a menudo la acompañaba, había encontrado una razón para seguir adelante. Y así, con los lazos de la amistad como su mayor fortaleza, se preparó para enfrentar lo que viniera.

Espero que el capítulo haya capturado la esencia que buscabas y que haya desarrollado la historia de manera acorde al estilo de Naegi Makoto. ¡Si tienes más detalles o cambios que te gustaría hacer, no dudes en decírmelo!

Naegi Makoto despertó en una pequeña habitación dentro de un carruaje en movimiento. La luz del sol se filtraba a través de las rendijas de las cortinas, iluminando suavemente el espacio. A su alrededor, el murmullo familiar de sus amigos se escuchaba en la distancia, un sonido que lo llenaba de una calidez reconfortante. Sin embargo, a pesar de la tranquilidad exterior, su mente estaba agitada. Recordaba vagamente la feroz batalla contra el hombre lobo, su agotamiento extremo y el momento en que se desmayó. Se sentía afortunado de estar vivo, pero también había muchas preguntas que lo atormentaban.

A su lado, Beatriz, con su habitual actitud protectora, le sostuvo la mano con ternura. "Todos se han peleado por quien tomaría tu mano mientras dormías", dijo con un ligero tono de reproche. Naegi sonrió, sintiendo la calidez de la amistad que lo rodeaba. "Debería estar acostumbrado a eso", respondió, intentando restarle importancia a la situación. Sin embargo, su corazón latía con fuerza al pensar en lo que había sucedido mientras él estaba inconsciente.

Pronto, Otto entró en la habitación, su rostro se iluminó al ver que Naegi había despertado. "Me alegra que estés de vuelta, Naegi-san", dijo, su voz rebosante de alivio. "Vinimos aquí porque queríamos asegurarnos de que estuvieras a salvo". Naegi sintió un apretón en su pecho; no era solo su vida la que había estado en juego, sino también la de sus amigos.

La conversación fluyó con naturalidad, cada uno compartiendo su preocupación por su bienestar. Jane, Hidra y Bates también se unieron, todos expresando su alivio al verlo despierto. "No me importaría si el bastardo barbudo muriera", dijo Bates, "pero si te perdemos, el batallón estaría acabado". Naegi se sintió abrumado por la lealtad y el cariño de sus amigos. "Soy un tipo tan afortunado", murmuró, reconociendo la profundidad de sus vínculos.

Después de un rato, Otto se retiró para buscar a los demás, y Naegi se quedó solo con sus pensamientos. A pesar de la calidez de su entorno, su mente se llenó de incertidumbres. ¿Cuántas personas habían sido evacuadas? ¿Qué había sucedido en la ciudad desde su desmayo? Se sentía impotente, como si su ausencia hubiera dejado un vacío que nadie podía llenar.

La puerta se abrió de nuevo y Emilia entró, una sonrisa suave iluminando su rostro. "Me alegro de volver a verte", dijo, su voz llena de alivio. Naegi sintió que su corazón latía con más fuerza al escucharla. "Todos estaban tan preocupados por ti", continuó ella. "Nunca se apartaron de tu lado". A pesar de los problemas que enfrentaban, su cercanía con Emilia le daba fuerzas.

Mientras conversaban, Tanza entró con una expresión preocupada en su rostro. "Lo siento por no haber sido de ayuda en la batalla anterior", dijo, su voz temblando ligeramente. "No te preocupes, Tanza", respondió Naegi con amabilidad. "Lo importante es que estamos juntos ahora". Su corazón se llenó de gratitud por tener a personas tan valiosas a su lado.

La conversación fue interrumpida por el irónico comentario de Otto, quien intentaba hacer un chiste sobre el estado de Naegi. La atmósfera se relajó, y las risas llenaron la habitación. Sin embargo, Naegi no podía evitar preocuparse por lo que estaba sucediendo fuera del carruaje. La evacuación de la ciudad, los no muertos, el emperador Vincent y su ejército... todo parecía un caos.

Mientras tanto, en un rincón del carruaje, Lois tomaba la mano de Rem, quien dudaba en abrir la puerta de la habitación de Naegi. "Sé que quieren verte", dijo Lois, tratando de alentar a su amiga. Rem escuchaba el bullicio del grupo, sintiendo una mezcla de nerviosismo y esperanza. "No son malas personas", murmuró, recordando las interacciones pasadas. Pero había algo en su interior que la mantenía cautelosa.

Finalmente, Rem tomó una decisión. Con la ayuda de Lois, se acercaron a la puerta y la abrieron. El reencuentro entre Rem y Naegi había sido una de las cosas que más había anticipado. Sin embargo, al entrar, se encontró con una escena de alegría y risas. Naegi la miró, sus ojos reflejando sorpresa y felicidad. "Rem", dijo, su voz suave y cálida, llenando el espacio entre ellos con un aire de protección.

El momento fue interrumpido por la llegada de Ram, quien se unió a su hermana en el abrazo. "¡Mira quién ha vuelto!", exclamó Ram, su voz llena de energía. La calidez de esos momentos le recordó a Naegi la importancia de la familia y la amistad, incluso en medio de la adversidad.

Mientras la conversación continuaba, una figura imponente apareció en la puerta. Vincent, el emperador, entró con una presencia que demandaba atención. "Ahora me pregunto qué dirás, Naegi", comenzó, su voz resonando en la habitación. "O debería decir, Contempla Estrellas del reino de Lugunica".

El ambiente se tornó tenso. Naegi sintió que el peso de las expectativas recaía sobre él, y su mente se llenó de preguntas. ¿Qué sabía Vincent sobre su verdadera naturaleza? ¿Qué significaba ser un "Contempla Estrellas"? La incertidumbre se mezclaba con la determinación; sabía que debía enfrentar lo que viniera, no solo por él, sino por todos los que dependían de él.

Con un profundo suspiro, Naegi se preparó para responder, su corazón latiendo con fuerza, lleno de esperanza y determinación. La lucha no había terminado, pero con sus amigos a su lado y la luz de la esperanza brillando en su interior, estaba listo para enfrentar cualquier desafío que se presentara en su camino.