Chereads / re zero en naegi / Chapter 79 - cap 79

Chapter 79 - cap 79

La brisa de la mañana acariciaba el rostro de Naegi Makoto mientras su ejército avanzaba hacia la capital del Imperio. Las largas horas de carrera, el sudor empapando sus franelas y el latido acelerado de sus corazones parecían desvanecerse en el aire. Era como si la misma esencia de la esperanza se entrelazara con sus pasos, otorgándoles una energía insuperable. Cada grito de ánimo, cada palabra de aliento, se convertía en un combustible que alimentaba su determinación. Naegi, siempre optimista, no podía dejar de sonreír al ver cómo la mala suerte que lo había perseguido a lo largo de su vida se transformaba en un impulso positivo para los demás.

"¡Sigan adelante! ¡No se detengan!" gritó, su voz resonando con una mezcla de confianza y humildad. Era un líder, pero más importante aún, era un amigo. Naegi no solo luchaba por su propio futuro, sino por el de cada uno de ellos, y eso les daba una razón para seguir luchando.

Mientras tanto, en la opulenta mansión de la capital, Rem se encontraba atrapada en un mundo que no le pertenecía. Aunque no estaba encadenada, la sensación de cautiverio era palpable. Caminaba por los pasillos adornados con candelabros y tapices lujosos, pero su mente estaba lejos de allí. El recuerdo de sus compañeros de lucha y la incertidumbre de su destino la mantenían despierta en las noches. Su captura había sido un golpe devastador, pero había una chispa de esperanza que se negaba a apagarse.

Un día, mientras exploraba la mansión, se encontró con Katia, una joven de mirada triste y un aura de fragilidad. La silla de ruedas que la sostenía parecía simbolizar más que una simple limitación física; era un recordatorio de la vulnerabilidad que ambas compartían en ese entorno hostil. Katia, al igual que Rem, había sido traída a la mansión por razones que estaban más allá de su comprensión.

"Hola, soy Rem", se presentó con una sonrisa cálida, aunque su corazón pesaba con la carga de su situación.

Katia la miró con desconfianza al principio, pero la persistencia de Rem fue como un rayo de luz en su oscura realidad. Con el tiempo, las barreras que Katia había levantado comenzaron a desmoronarse. Se reían juntas, compartían historias de sus vidas antes de este infortunado giro del destino. Rem, con su inquebrantable espíritu y su deseo de ayudar a los demás, se convirtió en una amiga invaluable para Katia, quien finalmente comenzó a abrirse y a hablar sobre su prometido, Toc Fan, y los temores que la mantenían despierta por las noches.

Mientras tanto, en la otra parte de la mansión, Flap despertó en su habitación. Era un lugar que conocía bien, un refugio temporal tras haber sido herido en la batalla. Pero su mente estaba inquieta, llena de preguntas sobre el futuro y sus aliados. Cuando alguien tocó la puerta, su instinto lo llevó a asumir que era Madeline, la imponente general que había capturado su corazón y su atención.

"¿Es la señorita Madeline? ¿Acaso ha venido a escucharme contar más sobre Carrillón?" bromeó, intentando ocultar su nerviosismo.

Pero la voz que respondió no era la que esperaba. Era Vincent Volkia, el falso emperador, un hombre que había tejido sus propias sombras en el trono que no le pertenecía. Flap se sintió invadir por una mezcla de desconfianza y curiosidad. La figura del emperador, con su cabello oscuro y su porte arrogante, era como un eco de un pasado reciente que aún resonaba en su mente.

"¿Por qué te expresas de manera tan irrespetuosa?", le preguntó Vincent, su tono frío y desafiante.

Flap, que siempre había sido un maestro en el arte de la comunicación, no se dejó intimidar. "Quizás debería llamarte 'su excelencia', pero eso no cambiará la realidad de que hay alguien más al que quiero ver".

Vincent se acercó, y Flap sintió el dolor punzante de sus heridas. Pero en lugar de ceder ante el miedo, decidió jugar su carta. "La verdad es que tu cara se parece demasiado a la del verdadero emperador. Me hace cuestionar si realmente eres quien dices ser".

Las palabras de Flap fueron como dagas lanzadas al aire, envenenando la atmósfera entre ellos. Vincent, aunque no mostró signos de ira, comprendió que estaba lidiando con un adversario astuto. "¿Te atreves a cuestionar mi autoridad?".

"Solo estoy hablando desde la experiencia, emperador falso. Desde que asumiste el poder, las cosas no han ido del todo bien", respondió Flap, su voz firme a pesar de la situación.

El diálogo entre ellos se convirtió en un juego de ajedrez verbal, cada uno intentando anticipar los movimientos del otro. Flap recordó las historias y aventuras que había tenido junto a Naegi y cómo, a pesar de las adversidades, siempre había encontrado una salida. En ese momento, su optimismo se convirtió en su mejor arma.

"¿Te preocupas por Rem, la chica sanadora que trajiste contigo? Si realmente te importa su bienestar, deberías comportarte", advirtió Vincent, intentando hacer que Flap se sintiera vulnerable.

"Me han dicho que no cederás ante ninguna amenaza. Tal vez no soy más que una pieza en este tablero, ¿pero sabes qué? Soy un peón difícil de manejar", dijo Flap, con una sonrisa desafiante.

El juego continuó, con Flap desafiando cada palabra de Vincent, mientras el falso emperador intentaba mantener su imagen de poder. Pero a pesar de las tensiones, Flap sabía que la guerra estaba lejos de terminar. La verdadera batalla no solo se libraría con espadas y magia, sino también con astucia y determinación.

Finalmente, Vincent reveló su verdadera intención. "He venido a hablarte sobre la gran catástrofe que se avecina y la necesidad de que sea destruido".

Flap sintió que el aire se volvía pesado. Las palabras de Vincent resonaron en su mente y, aunque sabía que la conversación no había terminado, había una certeza en su corazón: la lucha de Naegi y su ejército no era solo una cuestión de poder, sino de esperanza, amistad y la búsqueda de un futuro mejor.

Al mismo tiempo, en un rincón del mundo, Naegi y su ejército continuaban su marcha, desafiando la oscuridad que se cernía sobre ellos. La lucha por la verdad y la justicia apenas comenzaba, y aunque el camino sería largo y lleno de obstáculos, Naegi creía firmemente que juntos podrían cambiar el destino del Imperio.

El sol comenzaba a ocultarse tras las montañas que rodeaban Huaral, tiñendo el cielo de un cálido tono anaranjado. Emilia, Otto y Beatriz se encontraban en el centro de la ciudad, rodeados por los vestigios del reciente ataque de Madeline. Las calles estaban llenas de escombros y las miradas de los ciudadanos reflejaban la tristeza y el miedo que habían dejado atrás los conflictos. A pesar de la devastación, un aire de determinación comenzaba a surgir entre los sobrevivientes.

Mientras caminaban, las tres mujeres contaban las bajas y los daños. El ambiente era sombrío, y las palabras de Emilia resonaban con pesadez. "No puedo creer que tantos hayan perdido la vida...". Cada palabra pesaba como una losa en sus corazones. Beatriz, con su expresión habitual de seriedad, asintió. "Las consecuencias de la guerra son devastadoras. Pero debemos seguir adelante, por ellos".

En ese instante, Petra se acercó, con su característico aire de energía juvenil. "¡Chicas! ¡No se preocupen tanto! A pesar de todo, hemos logrado sobreponernos. Y, sobre todo, yo he sido una gran ayuda en el viaje, ¿no es cierto?". Sonriendo, sus ojos brillaban con la inocencia de una niña que se esfuerza por encontrar la luz en la oscuridad. Emilia sonrió débilmente, reconociendo la valentía de Petra. "Tienes razón, Petra. Eres increíblemente fuerte".

Mientras tanto, a pocas calles de allí, Garfield se encontraba sentado en una piedra, con la mirada perdida en el horizonte. La impotencia lo consumía, reflexionando sobre su incapacidad de infiltrarse en Volakia y ayudar a sus compañeros. La frustración se transformaba en un eco de inseguridad. Justo en ese momento, Heinkel apareció, luciendo más recuperado tras haber sido asistido por Garfield durante el ataque. Sin embargo, la interacción entre ambos era tensa, llena de desconfianza y recriminaciones.

"¿Qué haces aquí, borracho?", espetó Garfield, mostrando sus colmillos. Heinkel, lejos de amedrentarse, respondió con una sonrisa sarcástica. "¿Acaso no es obvio? Estoy aquí para ver cómo los inútiles se arrastran por el suelo". La tensión aumentó, y Garfield, al borde de perder los estribos, fue interrumpido por una mención de su esposa.

"Sabes, a veces las cosas no son tan simples como parecen. La vida nos ha enseñado a todos a perder algo... perdí a mi esposa en esta guerra", murmuró Heinkel, su tono se volvió sombrío. Garfield, al escuchar la debilidad en la voz de Heinkel, comenzó a ver más allá de la fachada de borracho del hombre. Quizás, en el fondo, ambos eran prisioneros de sus propias tragedias.

La conversación dio un giro abrupto cuando Garfield escuchó el sonido de carruajes acercándose. La vista de una caravana imponente le hizo olvidar su rencor momentáneamente. Corrió hacia el camino, solo para darse cuenta de que, en lugar de su capitán, lo que encontró fue a un extraño con una máscara de oni. El misterio envolvía al hombre, y Garfield se sintió intrigado, aunque una chispa de desconfianza también floreció en su interior.

Mientras tanto, Federica y Dirk se encontraban en un rincón de la ciudad, ocupados en sus roles de sirvientes y observadores. La separación del grupo de Lubúnicas había dejado un vacío, y la incertidumbre llenaba el aire. "Roswell está buscando a alguien que pueda ayudarnos a encontrar a Naegi", comentó Federica. Su mente aún procesaba cómo era posible que Roswell tuviera conexiones con alguien del imperio. Aquella revelación dejaba más preguntas que respuestas.

A medida que la noche caía, la llegada de Abel se convirtió en un rayo de esperanza para el grupo. Federica se acercó con ansias, esperando escuchar que Naegi estaba a salvo. Sin embargo, la decepción se instaló en su pecho al enterarse de que todos habían regresado menos él. La tristeza se cernía sobre ellos como una sombra.

El panorama se tornó sombrío cuando Emilia, desesperada por ver a Naegi, utilizó magia para descender rápidamente del ayuntamiento, Beatriz a su lado. La esperanza brillaba en sus ojos, pero al llegar, la realidad se impuso con crueldad. "No ha vuelto", le dijo Federica con una voz llena de pesar. Las palabras cayeron como piedras, aplastando las esperanzas de Emilia.

La reunión de los miembros de la facción de Emilia pronto se convirtió en un debate acalorado. La ausencia de Naegi pesaba en todos, y Abel no tardó en sugerir que tal vez no había sobrevivido. Las protestas resonaron, especialmente de Beatriz, quien, vinculada a Naegi, sabía que él seguía vivo. "Lo siento, lo siento, lo siento", repetía Beatriz, con un brillo en sus ojos que desmentía su aparente calma.

El ambiente se tornó más tenso cuando los rumores sobre un niño con un ejército comenzaron a circular. ¿Podría ser Naegi? Los murmullos de incredulidad y temor llenaron la sala. La risa escandalosa de Priscila interrumpió la conversación, resonando en el aire con una burla hiriente. "¿Un niño amenazando al emperador? ¿Qué tonterías son esas?", exclamó entre risas mientras los demás intentaban calmarla.

Federica, Otto y los demás comenzaron a darse cuenta de la gravedad de la situación. Las discusiones se enfocaban en la seguridad de Naegi, y la risa de Priscila se tornó un eco en sus mentes. La revelación de que un niño podría amenazar a un imperio era peligrosa, y el peligro acechaba en cada esquina.

Mientras el caos se desataba, Garfield observaba desde un rincón, aún molesto por las tensiones que surgían alrededor de Louis, el arzobispo del pecado. La incertidumbre se cernía sobre ellos, y la posibilidad de que Naegi estuviera en peligro se convertía en una realidad aterradora. Cada decisión que tomaran podría tener consecuencias devastadoras.

El capítulo culminó con la imagen de la ciudad de Huaral al atardecer, un recordatorio de la fragilidad de la paz. Mientras la oscuridad se cernía sobre ellos, todos sabían que el camino hacia el futuro estaría lleno de desafíos. La búsqueda de Naegi se había convertido en una misión compartida, y la pregunta que flotaba en el aire era clara: ¿hasta dónde estarían dispuestos a llegar para encontrarlo y protegerlo?