La atmósfera en el Imperio Volaquiano se sentía pesada, cargada de tensiones que apenas eran visibles bajo la superficie. La calma que había reinado durante los últimos nueve años, desde que Vincent ascendió al trono, comenzaba a resquebrajarse. La gente había empezado a susurrar sobre la rebelión de Jordan y las tensiones diplomáticas con Lugonica, como si el aire mismo estuviese impregnado de inquietud. En medio de esta calma tensa, un momento crucial se estaba gestando.
En una elegante sala de té, la Duquesa Serena Dracoy se sentaba con un viejo amigo, Rosual. La luz del sol se filtraba a través de las ventanas, iluminando su rostro sereno pero decididamente fuerte. La conversación fluía entre ellos con un aire de familiaridad, pero había un trasfondo de inquietud en sus palabras. Ram, la escudera de Rosual, se quejaba del té, lo que provocó una sonrisa en Serena, quien le hizo notar su grosería.
—Rosual, tu compañera es un poco directa, ¿no crees? —dijo Serena, con un brillo travieso en los ojos.
Rosual, un hombre de carácter equilibrado, simplemente se encogió de hombros. Su mente estaba ocupada en planes más serios, el futuro del imperio pesando en sus pensamientos. Mientras la conversación continuaba, Serena reveló algo de su pasado, cómo había ascendido a la cabecera de su familia tras una tragedia terrible: había quemado a su propio padre. La revelación dejó a Rosual y Ram en silencio; la determinación de Serena era palpable.
A medida que hablaban, las conversaciones giraron hacia la inminente agitación en el Imperio. Serena compartió sus preocupaciones sobre la chispa de la rebelión que comenzaba a encenderse, y cómo la historia de los santos de la espada había cambiado con nuevas figuras como Reinhard. En su mente, la paz que había prevalecido no podría durar para siempre.
Mientras tanto, en un rincón apartado, Abel y Emilia discutían acaloradamente. Abel, con su habitual desprecio, abrumaba a Emilia con su odio hacia Naegi, el chico cuya mala suerte parecía ser un imán para situaciones peligrosas. Emilia, con su corazón amable, no podía entender cómo alguien podía albergar tanto rencor. A pesar de sus diferencias, Emilia se compadecía de él y del estado del imperio, dejando ver su deseo de cambiar las cosas, de unir a la gente en lugar de dividirla.
La conversación con Priscila fue un intento de buscar un camino a la amistad. Sin embargo, la burla de Priscila resonó en el aire. Aun así, Emilia compartió cómo había crecido gracias a Naegi y a sus amigos, revelando un lado de ella que era vulnerable a pesar de su fuerza. Priscila, al abrirse sobre su propia historia, habló de su sangre semihumana y de la maldición de reanimación fallida que rodeaba a Iris, ahora conocida como Sandra Benedicto Giorno. Emilia escuchó atentamente, comprendiendo que cada historia de sufrimiento puede llevar a la redención.
Las revelaciones continuaron. Una conversación privada entre Abel y Jornas reveló que había una forma de romper la maldición que atormentaba a los semihumanos. Jornas, quien había creído que Priscila estaba muerta, se encontró ante un nuevo propósito: detener este ciclo de reencarnaciones que parecía no tener fin.
Capítulo 82: Intenciones rebeldes
Dos días después de las revelaciones en la mansión Dracoy, la noticia de un nuevo grupo rebelde llegó como un torrente. La figura de Naegi, una joven de cabello negro, se había entrelazado con la rebelión, lo que generó un revuelo en los corazones de aquellos que conocían su nombre. Serena, Rosual y Ram discutieron sobre el significado de esta joven y su conexión con las facciones rebeldes.
El ambiente estaba lleno de tensión. Mientras discutían, Serena arrojó indirectas y observaciones, buscando entender el trasfondo de los eventos que se desarrollaban. Rosual y Ram, en su búsqueda por encontrar a Naegi y a Rem, se sintieron cada vez más determinados. La idea de utilizar los dragones voladores de Serena fue una estrategia que resonó con todos, pero la astuta duquesa dejó claro que no se arriesgaría sin una causa clara y un plan bien trazado.
A medida que sus planes empezaban a tomar forma, las discusiones sobre la guerra y la traición se intensificaron. La mención de Valero, el general que había intentado derrocar al emperador, trajo una sombra de preocupación sobre todos. La historia reciente había dejado cicatrices que aún no se habían curado, y cada uno de ellos sabía que el Imperio era un lugar lleno de peligros ocultos.
Serena, con su carácter fuerte y su deseo de ganar, reflexionó sobre el futuro. Sabía que la paz no podría durar para siempre y que, cuando llegara el momento, el Imperio ardería. La idea de que Naegi pudiera ser la chispa que encendiera ese fuego se convirtió en una obsesión para Rosual, quien se preguntaba qué papel jugaría realmente en esta nueva era que se avecinaba.
Capítulo 83: La guerra y el campo de batalla
El día llegó cuando el campo de batalla se convirtió en un escenario de caos y confusión. Top viajaba en su carruaje con Arakia, reflexionando sobre sus decisiones pasadas y el peso de su presente. La batalla por el imperio estaba en su apogeo, y la presión de liderar a sus tropas se sentía en cada fibra de su ser. Mientras se preparaba para la confrontación, Arakia, con su energía inusual, parecía casi indiferente a la gravedad de la situación.
Las órdenes se dieron, y los soldados comenzaron a moverse, listos para enfrentar a los rebeldes. Top, decidido a demostrar su valía, les hizo llover fuego a los enemigos, mostrando la brutalidad del conflicto. Pero la noticia de que el heredero del emperador estaba en manos de los rebeldes se convirtió en una espina en su ojo. La búsqueda de ese niño se volvió personal, y la rabia creció en su interior.
Mientras tanto, en el palacio, Vincent mantenía su aire relajado, consciente de que el caos que reinaba en el imperio solo podía fortalecer su posición. Su sonrisa malvada revelaba su deseo de manipular la situación a su favor. Las discusiones sobre el falso príncipe heredero resonaban en los pasillos, y la sensación de que los rumores podían convertirse en una amenaza real se intensificaba.
Bajo la superficie de la guerra, los hilos del destino se entrelazaban, y cada personaje, ya sea rebelde o leal, se encontraba al borde de un abismo. La lucha por el futuro del Imperio Volaquiano estaba solo comenzando, y cada decisión podría cambiar el rumbo de la historia para siempre.
Capítulo 84: El salón de té
En el salón de té, las tensiones políticas se cocían a fuego lento. Los soldados discutían sobre la rebelión, mientras Vincent, con su actitud despreocupada, parecía jugar con el destino del imperio como si fuera un simple juego de mesa. La conversación se tornó hacia el rumor del príncipe heredero, un niño que había capturado la imaginación y los corazones de muchos, y que amenazaba con desestabilizar el delicado equilibrio del poder.
Bershtex, el ministro, se preocupaba por el potencial de este rumor para desatar una guerra civil. Pero Vincent, con su habitual desdén, lo desestimó, confiando en que no había nada que temer. Sin embargo, la luz en sus ojos delataba su intriga, y el deseo de mantener el control se hacía evidente.
Mientras las fuerzas rebelde se movilizaban y el caos se desataba en el exterior, los personajes principales se preparaban para una confrontación inevitable. La guerra no era solo una cuestión de espadas y magia, sino de lealtades, secretos y viejas heridas que se negaban a sanar.
El salón de té se convirtió en un microcosmos del imperio, donde las decisiones tomadas podrían resonar en el futuro de todos. La batalla que se avecinaba no solo determinaría el destino del Imperio Volaquiano, sino que también forjaría las identidades y los lazos entre aquellos que habían elegido luchar, ya sea por amor, venganza o un nuevo comienzo. En este juego de poder, cada movimiento contaba, y el futuro era incierto.