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Chapter 78 - cap 78

Los ecos de la batalla aún resonaban en el aire, un recordatorio de la lucha que había tenido lugar. La isla, que antes era un refugio de vida y camaradería, estaba ahora marcada por las cicatrices del conflicto. La ceniza flotaba en el aire como un recordatorio de aquellos que habían caído, y entre los sobrevivientes, un sentimiento de determinación comenzaba a tomar forma.

Naegi, que había enfrentado la muerte y había regresado, se encontraba en el centro de todo. Su corazón aún palpitaba con la adrenalina de la batalla, y sus pensamientos se agolpaban en su mente. La pérdida de sus amigos aún pesaba sobre él, pero había una luz en su interior que lo impulsaba a seguir adelante. Su mala suerte, que tantas veces había sido una carga, ahora parecía ser su mayor aliada.

"Esto no es el final", murmuró para sí mismo, mientras observaba a sus compañeros gladiadores. Cada uno de ellos llevaba sus propias cicatrices, tanto visibles como invisibles, pero todos compartían un mismo propósito: la lucha por un futuro mejor.

Mientras tanto, Tanza, la chica siervo, se acercó a él con un brillo de determinación en sus ojos. "Naegi-sama, necesitamos planear nuestro próximo movimiento. No podemos permitir que sus sacrificios hayan sido en vano", dijo, con su voz un poco más firme de lo habitual.

Naegi asintió, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. "Tienes razón, Tanza. Debemos estar listos para lo que venga. No podemos permitir que Tod y Arakia piensen que pueden invadir nuestra isla sin consecuencias", respondió, su voz llena de convicción.

El grupo se reunió en un círculo, una mezcla de gladiadores y aliados, todos listos para escuchar lo que Naegi tenía que decir. "Lo que hemos enfrentado hasta ahora ha sido solo una parte de lo que vendrá. Debemos unirnos y fortalecer nuestras defensas. Si ellos piensan que pueden ignorar nuestras intenciones, se llevarán una sorpresa", proclamó, su voz resonando con fuerza.

Gustav, el gigante azul, alzó la mano. "¿Y qué haremos con la gema de la maldición? Si Tod la lanza al lago, estaremos en serios problemas", planteó, su preocupación evidente.

Naegi frunció el ceño, recordando las palabras de su amigo. "El rango de la gema se extiende por toda la isla, pero eso también significa que los que están dentro de su rango son los que deben protegerla. No podemos permitir que caiga en manos enemigas", explicó.

"Entonces, ¿qué propones?", preguntó Hidra, el hombre lagarto, con su tono habitual de desconfianza.

"Debemos crear una distracción", propuso Naegi. "Si podemos atraer a Tod y Arakia lejos del lago, tendremos una oportunidad de evitar que lancen la gema."

Los murmullos de acuerdo comenzaron a llenar el aire, y Naegi sintió que la adrenalina comenzaba a fluir nuevamente. "Pero no solo eso. Necesitamos un plan para recuperar la gema, una vez que hayan sido engañados. No podemos dejar que tengan la ventaja", añadió.

Y así, comenzaron a trazar un plan. Naegi, con su característico enfoque optimista, comenzó a delinear roles para cada uno. "Tanza, necesitaré que uses tu agilidad para moverte rápidamente y ser los ojos en el cielo. Gustave, tú y los demás gladiadores de pie en la línea del frente, como siempre. Hidra y yo seremos los que intentemos recuperar la gema una vez que la distracción haya tenido efecto", dijo, su voz llena de determinación.

Mientras elaboraban el plan, un sentimiento de esperanza comenzó a surgir entre ellos. A pesar de la adversidad, Naegi podía sentir cómo la lealtad y la amistad se fortalecían. Sabía que no podía hacerlo solo, pero también comprendía que juntos eran una fuerza formidable.

El Plan en Acción

El día del ataque llegó con la luz del amanecer. La isla, que había sido un lugar de tristeza y dolor, ahora estaba llena de una energía renovada. Los gladiadores se movían con propósito, y Naegi lideraba la carga.

Mientras se acercaban al lago donde se encontraba la gema de la maldición, Naegi sintió la presión de la inminente batalla. "Recuerden, este es nuestro hogar. Luchamos no solo por nosotros, sino por todos aquellos que perdimos", gritó, levantando su espada en señal de unidad.

Las fuerzas de Tod y Arakia se estaban agrupando, como si ya esperaran su llegada. Naegi pudo ver su arrogancia en sus rostros; eran seguros de su victoria. Pero Naegi también sabía que esa seguridad era su mayor debilidad.

Al llegar al campo de batalla, Tanza se deslizó rápidamente, creando confusión entre las fuerzas enemigas. "¡Ahora!" gritó Naegi, y el ataque comenzó. Era un caos organizado, cada gladiador luchando con valentía, recordando las palabras de Naegi sobre el sacrificio y la amistad.

A medida que la batalla avanzaba, Naegi se encontró cara a cara con Tod. "Creí que podrías haber aprendido la lección, niño", dijo Tod, su voz llena de desdén. "¿Realmente crees que podrás detenerme?"

"Lo haré. No solo por mí, sino por todos los que creyeron en mí", respondió Naegi, su determinación inquebrantable.

Con un movimiento rápido, Naegi se lanzó hacia adelante, utilizando su habilidad para evadir el hacha de Tod. La batalla estaba en su apogeo, y cada golpe resonaba con la fuerza de la esperanza.

Finalmente, en medio del caos, Naegi logró abrirse camino hacia la gema. A su alrededor, la pelea continuaba, y el sonido de acero chocando llenaba el aire. Con un movimiento decidido, agarró la gema, sintiendo su poder pulsar a través de él.

"¡Ahora, todos juntos!" gritó, reunido con sus amigos y compañeros. Con la fuerza de su unidad, levantaron la gema, y la luz que emanaba parecía disipar la oscuridad que había cubierto la isla.

"Este es nuestro hogar, y nunca dejaremos que caiga en manos de aquellos que no valoran la vida", proclamó Naegi, y sus palabras resonaron como un eco entre sus aliados.

Con la gema en su poder, la marea de la batalla comenzó a cambiar. Los gladiadores, inspirados por la valentía de su líder, lucharon con más fervor, y la confianza en sí mismos creció.

La Victoria y el Futuro

Finalmente, tras una intensa lucha, Naegi y sus amigos lograron derrotar a Tod y Arakia. La victoria fue celebrada con voces de júbilo, y Naegi sintió la satisfacción de haber cumplido su misión. Habían salvado su hogar y honrado la memoria de aquellos que habían caído.

Mientras el sol se ponía en el horizonte, Naegi miró a su alrededor, rodeado de amigos que habían luchado a su lado. "Esto es solo el comienzo", dijo, su voz llena de esperanza. "Juntos, podemos construir un futuro mejor".

Y así, con el amanecer de un nuevo día, Naegi y sus compañeros gladiadores comenzaron a trazar un camino hacia un futuro lleno de posibilidades, unidos por la fuerza de su amistad y la determinación de nunca rendirse.