Chereads / re zero en naegi / Chapter 75 - cap 75

Chapter 75 - cap 75

La explosión en Cauceline resonaba en la mente de Naegi Makoto mientras la oscuridad del río se disipaba y una nueva realidad se revelaba ante él. Junto a Tanza, el joven se encontraba en Jinunive, la isla de los gladiadores, donde la supervivencia no era solo cuestión de fuerza, sino también de astucia y camaradería. Pero antes de que los desafíos de esta nueva tierra pudieran absorber su atención por completo, el eco de los eventos en Huaral llegó a su corazón, recordándole que no estaba solo en esta lucha.

En la ciudad de Huaral, el ambiente era de una extraña calma, pero la mente de Rem no podía encontrar la paz. Con la suave brisa acariciando su rostro, se preguntaba cómo había llegado a este punto. La inquietud de su naturaleza le decía que debía obtener resultados inmediatos, que cada segundo contaba, pero el mundo parecía moverse a un ritmo que no podía seguir. La voz de un niño la sacó de sus pensamientos, y la sonrisa de Shout, su pequeño mayordomo, iluminó su día.

"¡Hey, señorita Rem! Priscila-sama quiere verla," exclamó el niño, su entusiasmo contrastando con la melancolía de Rem.

Mientras lo seguía, se dio cuenta de que había pasado una década desde que Naegi y Abel habían tomado la ciudad sin derramar sangre, y, sorprendentemente, los ciudadanos de Huaral no mostraban resentimiento. En este territorio, el respeto y la lealtad se otorgaban a quienes demostraban fuerza. Era un concepto que Rem encontraba ajeno, pero que, al mismo tiempo, empezaba a entender. La conquista de Naegi había sido rápida, y en solo diez días, había logrado hacerse con un octavo del imperio.

La mansión que Priscila había tomado como su hogar era un símbolo de la nueva era que se avecinaba. En su interior, las tensiones eran palpables. Shane, el hijo de Lainhartt, no podía ocultar su desagrado hacia Rem, quien se encontraba atrapada en un limbo de recuerdos perdidos. La discusión entre él y Priscila se tornó tensa, pero ella, con su característica arrogancia, recordó a todos que Rem era su sirvienta, y que, en el mundo que habitaban, los enemigos eran aquellos que realmente lo eran.

Mientras tanto, la dinámica entre Rem y los demás sirvientes se volvía más compleja. Shankle, el mayordomo pequeño, se había convertido en su confidente, y su inocencia brindaba un respiro a la pesada atmósfera que rodeaba las intrigas del imperio. Priscila, en su búsqueda de un baño relajante, arrastró a Rem a su lado, lo que resultó en un momento de camaradería inesperada. Sin embargo, el destino tenía otros planes, y una amenaza inminente se cernía sobre ellos.

De repente, el cielo se oscureció. Las nubes que se habían formado no eran más que sombras de dragones que se abalanzaban sobre la ciudad. La invasión había comenzado. Priscila, siempre atenta, preparó a sus sirvientes para lo peor. La voz de la novena general divina, Madeline Chart, resonó en el aire, llenando los corazones de todos con un temor palpable.

"¡Sientan el miedo y tiemblen, humanos! ¡Ya no hay escapatoria porque el dragón ha llegado!"

Mientras la ciudad de Huaral se transformaba en un campo de batalla, los recuerdos de Chalt emergieron en su mente. Había pasado hambre y desesperación antes de conocer a la redentora Priscila, y ahora, mientras luchaba por proteger a aquellos que amaba, su determinación se avivó. La necesidad de convertirse en una mejor persona lo guiaba, y con la ayuda de sus nuevos amigos, se estaba forjando un camino hacia la grandeza.

En medio del caos, el sonido de las campanas de emergencia resonó. Heinkel, el guerrero de espíritu indomable, había reunido a los defensores de la ciudad. Mientras los dragones bombardearon la fortaleza, la valentía de Heinkel brilló. Cortó a través de los enemigos como un rayo de luz, mostrando que incluso en los momentos más oscuros, la esperanza podía florecer.

"¡No huyas, maldito cobarde!" clamó Heinkel, mientras se lanzaba a la batalla, cortando dragones con su espada. La ciudad de Huaral, conocida por su fortaleza, enfrentaba su mayor desafío. La lucha se volvía intensa, y la supervivencia dependía de la unión de los corazones más valientes.

Mientras tanto, Chalt, Flap y Utakata se hallaban en un callejón, intentando encontrar refugio. La voz de Flap resonó con determinación. "¡Debemos escondernos en un lugar seguro! ¡Los dragones tienen un sentido del olfato agudo y debemos cubrirnos con especias!"

Los tres niños se movieron rápidamente por las calles, buscando protección entre las ruinas, mientras la batalla se desataba a su alrededor.

Finalmente, las historias de todos los personajes se entrelazaron en un clímax emocionante. Con el rugido de los dragones resonando en el aire y la batalla por Huaral en pleno apogeo, la lucha por la supervivencia de todos se intensificó. Las decisiones tomadas en el calor del momento podrían cambiar el destino de la ciudad y de cada uno de ellos. Mientras tanto, Naegi y Tanza, desde su ubicación lejana, se preparaban para enfrentar sus propias pruebas en Jinunive, sin saber que el destino de Huaral estaba a punto de cruzarse con el suyo de manera inesperada.

La historia apenas comenzaba, y el futuro era incierto, pero una cosa era clara: el valor, la amistad y la determinación serían las armas más poderosas en la batalla que se avecinaba.

La tensión en el aire era palpable. La escena del cráter creado por el aterrizaje de Madeline Chart era un recordatorio aterrador de la fuerza que esa joven dragona poseía. A medida que el grupo contemplaba la figura de Madeline, Flat no podía evitar sentir un escalofrío recorrer su espalda. El miedo era un enemigo astuto, y aunque intentaba mantenerse firme, su instinto le decía que debía huir. La mirada pálida y nerviosa de Heinkel corroboraba sus temores. Era evidente que el pelirrojo, a pesar de su reputación como guerrero, se sentía abrumado ante la presencia de la novena general divina.

"¿Qué pasa? ¿Tienes miedo?" La voz de Madeline resonó como un trueno en el silencio tenso que rodeaba al grupo. Sus palabras eran como dagas, afiladas y punzantes, apuntando directamente a la inseguridad de Heinkel. La reacción del guerrero fue inmediata: sus piernas temblaron visiblemente. En ese instante, Flat optó por la única estrategia que le quedaba: hablar.

"Hola, ¿cómo estás, señorita? ¿Le importaría hablar conmigo por un rato?" Su voz temblaba, pero la valentía que le quedaba lo llevó a intentar ganar tiempo. La mirada enojada de Madeline le hizo cuestionar su elección, pero no podía rendirse ahora.

"Soy Flat Oconel, un simple comerciante", continuó, intentando sonar más seguro de lo que se sentía. La respuesta de Madeline fue rápida y cortante. "Ya veo, eres solo un civil que se vio involucrado. No tienes suerte."

"Sí, tengo suerte", respondió Flat, aunque en su interior sentía que sus palabras eran un mero consuelo. "Dijiste que un viejo senil te encargó matar a todos en esta ciudad. Tal vez no escuchaste bien las órdenes."

Madeline lo miró con desdén. "No hay amigos aquí. Solo hay hermanos y enemigos junto a mí, el dragón. O es que te estás burlando de mí."

"No, para nada, es todo lo contrario. Quiero que seamos amigos", insistió Flat, sintiendo que su vida pendía de un hilo. "Así que, ¿por qué no nos dices tu nombre?"

"Madeline", respondió, y con eso, el ambiente se volvió aún más opresivo. Al escuchar que era una de los nueve generales divinos, Heinkel se encogió, y Flat se dio cuenta de que estaba lidiando con algo más allá de su comprensión.

Entonces, Utakata, en un acto de desesperación, apuntó su arco hacia Madeline. La distancia no era un problema, pero la dragona sonrió con arrogancia, como si ya hubiera anticipado el movimiento. "Ya veo, eres una guerrera. Por eso no huirás."

Las palabras de Madeline fueron como un desafío. Su mirada se centró en Heinkel, y la tensión se intensificó. "Tú no eres un guerrero. Aunque hayas matado a un dragón, eres un cobarde."

Las palabras calaron hondo. Flat sintió un nudo en el estómago mientras contemplaba la inevitable confrontación. "Detente, señorita Madeline", instó Flat, sus palabras llenas de urgencia. "Sé que mataron a muchos de tus amigos, pero entienda que nos atacaron primero."

"Estás equivocado", respondió Madeline, su voz firme y decidida. "Los dragones son las mejores criaturas del mundo. Si ustedes les devuelven el golpe, merecen ser exterminados."

La ira de Madeline, alimentada por la muerte de su compañera dragón, era palpable. En un giro inesperado, levantó su espada, y Flat sintió que el tiempo se detenía. Justo cuando estaba a punto de caer la sentencia, Chalt, el niño de cabello rosado, se interpuso entre ellos.

"Por favor, no lo haga", suplicó el pequeño, extendiendo sus manos como un escudo. La escena se tornó aún más desgarradora cuando Madeline, en un momento de confusión, dejó caer su espada hacia el niño.

El golpe resonó en el aire, y Flat cerró los ojos por un instante, temiendo lo peor. Sin embargo, la espada no encontró su objetivo. En lugar de eso, un poderoso estruendo sacudió el terreno, y la sombra de una figura se alzó en el horizonte.

Mientras tanto, en otra parte de la ciudad, las guerreras Sudrak, Rem, Johnny y Holly, luchaban por atender a los heridos en la gran mansión que había sido transformada en un refugio. La devastación que los dragones habían causado era evidente. Rem, con su corazón pesado, recordaba la conversación que había tenido con Priscila. Las palabras de su amiga resonaban en su mente mientras intentaba mantener la calma en medio del caos.

Fue entonces cuando un dragón volador se estrelló contra el suelo, y una figura elegante emergió de las sombras: Priscila. Su presencia era imponente, y su voz resonó con autoridad mientras comenzaba a deshacerse de los dragones que se acercaban. "¿Me estás haciendo trabajar como tu guardiana?", inquirió, su tono burlón a pesar de la gravedad de la situación.

"Permítame lavar su cabello como muestra de gratitud", respondió Rem, intentando mantener el humor a pesar del peligro inminente.

Priscila, sin embargo, no estaba para juegos. Con un movimiento ágil, desvió un ataque de un dragón con su espada, demostrando que, incluso sin el sol, su poder seguía siendo formidable. Las guerreras Sudrak, que habían venido a proteger a Rem, se dieron cuenta de que su valentía era admirable, pero la realidad de la batalla era ineludible.

En medio de la confrontación, Priscila se dio cuenta de que el sol estaba a punto de ocultarse. La luz se desvanecía, y con ella, el poder de su espada. La batalla era una danza entre la vida y la muerte, entre el fuego y el hielo. Mientras tanto, Madeline y Priscila se enfrentaban, cada una con su propia determinación, cada una con su propio deseo de proteger lo que consideraban valioso.

La nieve comenzó a caer sobre Huaral, un fenómeno que nunca antes había ocurrido. La llegada de un nuevo jugador en este escenario caótico se sentía inminente. La bruja de la glaciación, Emilia, había llegado, y con su llegada, la balanza de la batalla podría cambiar una vez más.

En medio de la lucha y la desesperación, Flat se encontró a sí mismo en el centro de un conflicto que superaba su comprensión. Sin embargo, en su corazón, sabía que debía permanecer firme. La amistad, el sacrificio y el coraje eran sus aliados en esta batalla, y aunque la suerte no siempre estaba de su lado, aún había esperanza.

"Debemos seguir luchando", murmuró, mientras los ecos de la batalla resonaban en sus oídos. La historia de Huaral aún no había terminado, y su papel en ella estaba lejos de concluir.

El viento soplaba con fuerza en la fría mañana mientras Emilia recordaba cómo había llegado a este punto. Su mente viajaba hasta la mansión Rosual, donde todo había comenzado. Junto a ella estaban Anastasia y Julius, quienes se habían comprometido a ayudarla en su búsqueda. "Kararagui", había dicho Julius, "las fronteras de Bolaquia están menos vigiladas desde ese lado". La guerra que se cernía sobre el imperio había hecho que los caminos fueran peligrosos, pero la determinación de Emilia brillaba más que cualquier miedo.

En ese instante, la conversación entre Emilia y Anastasia se tornó más personal. "¿Qué tal si, al acabar la selección real, nos volvemos amigas?", sugirió Anastasia con una sonrisa. "Eso me gustaría mucho", respondió Emilia, su corazón latiendo con la esperanza de que en medio del caos pudieran encontrar un momento de paz y amistad.

Sin embargo, la realidad se interponía. Con Otto como guía, su grupo se preparó para el contrabando, una ruta que prometía ser oscura y complicada. De alguna manera, la astucia de Otto les había permitido atravesar las fronteras y llegar a la ciudad de Bolaquia. Las tensiones eran palpables, y cada paso que daban parecía acercarlos más a un destino incierto.

Ahora, de vuelta al presente, Emilia se encontraba en el campo de batalla. Con su voz resonando en el aire, recitó las palabras que sabían provocar el cambio: "¡Edad de hielo!". En un instante, el mundo a su alrededor comenzó a congelarse. El aire se volvió glacial, y una nevada comenzó a caer, cubriendo la ciudad de un manto de hielo brillante. Emilia recordaba el bosque de Eliord, el daño que había causado en su intento de proteger a los que amaba. Esta vez, sería diferente. Tenía que controlar su poder.

Priscila, una figura conocida en medio del caos, la miró con curiosidad. "¿Cómo supiste que los dragones son débiles contra el frío?", preguntó. "Petra me lo dijo", respondió Emilia, sintiendo el peso de la responsabilidad caer sobre sus hombros. A medida que la tensión en el aire aumentaba, Madeline, la dragón King, lanzó un ataque sorpresa, pero Emilia esquivó hábilmente.

"¿Quiénes son ustedes?", exigió Madeline, su voz llena de desprecio. Emilia, sintiendo que debía ser cautelosa, se presentó, "Solo soy una usuaria de artes espirituales. Mi nombre es Emily". Usando un nombre falso, trataba de mantener un perfil bajo, consciente de que cualquier distracción podría ser fatal.

La conversación se tornó tensa y peligrosa. Priscila explicó que Arakia, a quien Madeline parecía confundir con Emilia, era una devoradora de espíritus, no una usuaria de artes espirituales. La revelación hizo temblar a Emilia; la idea de lo que le hacían a los espíritus era aterradora, pero no había tiempo para reflexionar. "Tú eres quien está atacando esta ciudad con sus dragones. Quiero que lo detengas ahora mismo", exigió Emilia, con la determinación brillando en sus ojos.

Madeline, llena de rabia, desestimó a Emilia, desatando su furia. En un instante, la batalla estalló con una intensidad desbordante, y el hielo de Emilia se encontró con la fuerza bruta de la dragón King. Era un choque de titanes, y el paisaje que una vez fue tranquilo ahora se convertía en un campo de guerra.

Mientras Madeline lanzaba su espada boomerang, Emilia utilizó su poder para crear un hacha de hielo, desviando el ataque justo a tiempo. "Es más fuerte de lo que pensé", musitó para sí misma, sintiendo la presión del combate. Pero, en lugar de rendirse, la semielfa encontró fuerza en su determinación. "No puedo dejar que esto termine aquí".

A medida que la batalla se intensificaba, Emilia y Priscila comenzaron a trabajar en equipo, una sinfonía de ataques perfectamente sincronizados. La estrategia de Emilia, basada en el hielo, se complementaba con la agilidad de Priscila, y juntas comenzaron a acorralar a Madeline. Fue un momento de pura armonía en medio del caos.

Sin embargo, la dragón King no se dejaría vencer tan fácilmente. Con un grito de furia, ella invocó a su dragón mesorea, un ser de poder inimaginable. Las nubes se oscurecieron y un rayo de luz se concentró en su boca, cargándose para un ataque devastador. Emilia, sintiendo el peligro inminente, creó una torre de hielo y saltó hacia la cima, preparándose para lo peor.

Priscila, con su espada Jam en mano, se preparó para hacer su movimiento. En un instante, la luz fue disparada, pero la habilidad de Priscila para cortar cualquier cosa se convirtió en su salvación. En un giro impresionante, cortó el ataque de Madeline, desviándolo y salvando a ambas del desastre.

El estruendo del impacto sacudió la ciudad, y mientras el polvo se asentaba, la situación parecía haber cambiado drásticamente. Lo que había sido un campo de batalla caótico ahora se convirtió en un momento de incertidumbre. "¿Qué ha pasado?", murmuró Emilia, sintiendo que la victoria les había sido arrebatada.

De repente, en medio de la confusión, el cuerpo de Madeline fue encontrado. Pero, antes de que pudieran celebrar su aparente victoria, algo inesperado sucedió. Madeline, con un instinto de supervivencia feroz, se levantó y atacó a Rem, quien había estado cuidando a los heridos. La confusión reinó mientras el peligro se intensificaba una vez más.

La batalla había dejado profundas heridas en todos ellos, y el eco de sus decisiones resonó en el aire. Emilia se dio cuenta de que, aunque habían logrado detener a Madeline por un momento, la lucha estaba lejos de terminar. La ciudad había sido salvada, pero a un alto costo.

Mientras tanto, en otro lugar, Flap y Rem se encontraban en una situación crítica. La decisión de Flap de proteger a Rem había llevado a consecuencias inesperadas. Con el collar de un antiguo dragón en su cuello, Flap se encontraba al borde de la muerte, y la única esperanza era que Rem pudiera curarlo.

"¿Quién eres tú?", preguntó Madeline, un destello de reconocimiento cruzando su rostro. La revelación de su identidad como la novena general divina del imperio dejó a Rem sin palabras. La conexión entre ellos, forjada en un pasado turbulento, ahora influiría en el futuro de la ciudad y sus habitantes.

La tensión se acumuló mientras Rem se enfrentaba a Madeline, exigiendo que se detuvieran los ataques de los dragones a cambio de la vida de Flap. La fuerza de su determinación brillaba en sus ojos, y en ese momento, Rem comprendió que su decisión podría cambiar el rumbo de la batalla y la vida de todos los involucrados.

"Esto es más grande que nosotros", pensó Emilia mientras miraba a su alrededor, sintiendo el peso de la responsabilidad en sus hombros. La ciudad había sobrevivido, pero el eco de la batalla resonaría en sus corazones por mucho tiempo. La historia de su lucha apenas comenzaba, y el camino hacia la paz sería largo y lleno de desafíos.

Con la ciudad a salvo por el momento, las preguntas sobre el futuro y el destino de sus habitantes comenzaron a llenar la mente de Emilia. ¿Realmente había ganado? ¿Y a qué costo? Mientras el polvo de la batalla se asentaba, todos se dieron cuenta de que el fin de una lucha significaba el inicio de otra, y las decisiones tomadas hoy resonarían en el mañana.

El capítulo cerró con la esperanza de un nuevo comienzo, mientras el eco de sus decisiones seguía resonando en el aire, recordándoles que la verdadera batalla no siempre se libraba con espadas y hechizos, sino en el corazón y la mente de cada uno.