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Chapter 74 - cap 74

La oscuridad se cernía sobre la ciudad demoníaca, un manto de sombras que parecía devorar todo a su paso. La explosión había dejado un rastro de destrucción, pero había algo más profundo en el aire, un eco de sacrificios y decisiones que resonaban en el corazón de cada sobreviviente. Mientras las llamas danzaban y el polvo se asentaba, Abel observaba con una mezcla de determinación y tristeza.

"Lo hiciste bien, Danza", murmuró, más para sí mismo que para cualquier otro. La valentía de la chica sierva había marcado la diferencia en la batalla, y su sacrificio no sería olvidado. Miró a su alrededor, buscando a sus compañeros, a esos que habían luchado a su lado en esta guerra absurda, pero que también llevaban sus propias batallas internas.

Tarita, con el corazón pesado, contemplaba la escena desde un costado. La imagen de Marioli, su hermana del alma, le venía a la mente. "¿Qué harías tú en este momento?", se preguntó, sintiendo el vacío que había dejado su pérdida. La conexión que había tenido con Marioli siempre la había guiado, pero ahora, en medio de la destrucción, se sentía más perdida que nunca.

A su lado, Aldebarán se acercó, su rostro desdibujado por la confusión y el dolor. "¿Estás bien, Tarita?" Su voz era suave, pero había un tono de preocupación que no podía ocultar. Ella asintió, aunque en su interior había una tormenta de emociones.

"Danza... se sacrificó. Lo hizo por nosotros". Las palabras salieron de su boca como un susurro, y su pecho se apretó al recordar el momento en que la chica se lanzó al abismo por el bien de todos. "No sé si podré seguir adelante sin ella", confesó, su mirada perdida en el horizonte donde las llamas aún chisporroteaban.

"Lo que hizo fue valiente", respondió Aldebarán, tratando de encontrar las palabras adecuadas. "No podemos dejar que su sacrificio sea en vano. Debemos luchar, no solo por ella, sino por todos los que hemos perdido y por aquellos que aún están con nosotros".

Mientras tanto, Abel se acercó a Giorno, quien yacía en el suelo, su energía casi consumida por el esfuerzo. "¿Estás bien?" La voz de Abel era firme, pero había un matiz de preocupación en su mirada.

"Podría estar mejor", respondió Giorno, con una sonrisa agridulce. "Pero hemos logrado lo imposible, ¿no? El gran desastre ha caído". Sin embargo, como si el universo quisiera burlarse de ellos, las sombras comenzaron a agitarse, como si la victoria aún estuviera lejos.

"No podemos bajar la guardia", dijo Abel, y su voz resonó con una autoridad que inspiraba. "Debemos reunir nuestras fuerzas y prepararnos para lo que venga. La batalla no ha terminado".

Tarita, aún perdida en sus propios pensamientos, recordó las palabras de Marioli sobre el viajero de cabello negro. "¿Y si él es la clave? ¿Y si detenerlo es lo que realmente necesitamos para acabar con esto de una vez por todas?" El recuerdo de su hermana la impulsó a actuar, a no dejar que su sacrificio fuera en vano.

"¿Qué estás pensando, Tarita?" preguntó Aldebarán, notando el brillo en sus ojos. "¿Tienes un plan?"

"No puedo dejar que lo que pasó con Marioli se repita. Debo encontrar al viajero y cumplir su último mandamiento", explicó, su determinación renaciendo como una llama en medio de la oscuridad. "Debo detenerlo".

"Entonces no estás sola. No lo estarás nunca", dijo Aldebarán, extendiendo su mano hacia ella. "Lucharemos juntos".

El grupo se reunió, cada uno compartiendo las heridas que llevaban tanto físicas como emocionales. La pérdida de Danza, el sacrificio de Marioli, el peso del deber que ahora recaía sobre ellos. Pero había algo más que los unía: una esperanza, un deseo de luchar por un futuro mejor.

"Recuerden, somos más fuertes juntos", dijo Abel, su voz resonando con el eco de la determinación. "Hemos enfrentado la oscuridad y hemos salido adelante. No permitiremos que esto nos detenga".

Tarita sintió que su corazón latía con fuerza. "Por Marioli, por Danza, por todos los que hemos perdido. No dejaremos que sus sacrificios sean en vano". Las palabras fueron una promesa, un compromiso de lucha que resonaría en el viento.

Con la determinación renovada, el grupo se preparó para avanzar. El camino hacia el viajero de cabello negro se extendía ante ellos, lleno de peligros y sombras, pero también de esperanza. Con cada paso que daban, sentían que la luz de aquellos que habían perdido los guiaba, y mientras se adentraban en la oscuridad, sabían que no estaban solos.

La batalla no había terminado, pero estaban listos para enfrentar lo que viniera. Porque al final, siempre había una luz que podía brillar a través de las sombras, y esa luz era la voluntad de seguir adelante, de luchar y de recordar. Y así, el eco de los sacrificios resonó en sus corazones, impulsándolos hacia el futuro.

Naegi Makoto respiró hondo mientras la memoria del sacrificio de Tanza se repetía en su mente como un eco persistente. La imagen de su valiente decisión lo impactaba profundamente; su sacrificio no solo había salvado a sus amigos, sino que también había dejado una huella imborrable en el corazón de aquellos que habían sido testigos de la devastación. A pesar de la confusión y la tristeza que sentía, Naegi sabía que debía mantener la calma y seguir adelante.

En medio del caos, se encontraba en un lugar que ya no parecía ser la ciudad que conocía. Las sombras que antes acechaban en cada rincón se habían desvanecido, pero la destrucción era evidente: edificios reducidos a escombros, calles cubiertas de cenizas, y un silencio abrumador que envolvía lo que una vez fue un bullicioso centro de vida. Naegi miró a su alrededor, sintiendo el peso de la pérdida y el deber de honrar el sacrificio de Tanza.

Mientras sus pensamientos giraban en torno a la tragedia, se sintió agradecido de haber sobrevivido a la explosión. Era un milagro que todavía estuviera allí, aunque no había tiempo para reflexionar sobre ello. Debía encontrar a sus amigos y asegurarse de que todos estuvieran a salvo. A pesar de su mala suerte habitual, siempre había una chispa de esperanza en su interior que lo impulsaba a seguir adelante.

De repente, un grito desgarrador interrumpió su meditación. Era Louis, buscando entre los escombros, su rostro lleno de desesperación mientras llamaba a su hermano. Naegi, sintiendo la urgencia de la situación, se acercó rápidamente. "¡Louis, no puedes quedarte aquí! Necesitamos encontrar un lugar seguro", le dijo, intentando calmarla.

"¡Pero Naegi, no puedo dejarlo! ¡Tengo que encontrarlo!" Louis gritó, su voz llena de angustia. Naegi sintió su corazón romperse al ver la determinación y la tristeza en sus ojos. Entendía el dolor que sentía; había perdido a muchas personas en su vida y no quería que Louis pasara por lo mismo.

"Lo sé, pero si permanecemos aquí, podríamos estar en peligro. Tanza se sacrificó por nosotros, y debemos honrar su memoria. Así que, por favor, acompáñame. Juntos, encontraremos a tu hermano", Naegi le dijo con suavidad, tratando de infundirle un poco de esperanza.

Louis lo miró, sus ojos llenos de lágrimas, y finalmente asintió. Con un último vistazo a los escombros, se unió a Naegi mientras comenzaban a avanzar hacia un terreno más seguro. A lo lejos, podían ver a otros sobrevivientes, algunos de ellos tratando de ayudar a los heridos, otros simplemente intentando entender la magnitud de lo que había sucedido.

Mientras Naegi y Louis se movían por las ruinas, se encontraron con Medium y Aldebarán, quienes estaban organizando a los sobrevivientes. "¡Naegi! ¡Louis! Nos alegra ver que están a salvo!" exclamó Medium, aliviada. "Estamos tratando de reunir a todos y evaluar la situación. Necesitamos encontrar un refugio y atender a los heridos".

Naegi asintió, agradecido por tener aliados en esos momentos oscuros. "¿Hay algún lugar seguro donde podamos llevar a los heridos?", preguntó, su mente trabajando rápidamente para encontrar soluciones. Aldebarán, con su habitual confianza, respondió: "Hay un antiguo templo no muy lejos de aquí. Podría servir como refugio temporal mientras organizamos nuestra próxima movida".

La idea de un refugio les dio a todos un rayo de esperanza. Sin embargo, Naegi no podía sacudir la sensación de que algo más grande estaba en juego. La conversación que tuvo con el falso Vincent antes de la batalla resonaba en su mente. "Esto no ha terminado", pensó, consciente de que el verdadero desafío aún estaba por llegar.

Mientras se dirigían hacia el templo, Naegi no podía evitar preguntarse sobre el futuro de la ciudad y de todos ellos. ¿Qué pasaría con ellos? La sombra del sacrificio de Tanza pesaba sobre sus corazones, pero también les recordaba la importancia de la unidad y la amistad en tiempos difíciles.

Al llegar al templo, Naegi se sintió abrumado por la belleza del lugar, a pesar de la devastación exterior. Las paredes estaban decoradas con intrincados grabados que representaban antiguas leyendas y héroes que habían defendido la ciudad en el pasado. Era un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, siempre había luz y esperanza.

Mientras ayudaban a organizar a los sobrevivientes y atender a los heridos, Naegi se encontró con Abel, quien había estado observando desde la distancia. "¿Cómo estás, Naegi?", le preguntó con seriedad. "No sé qué pasará después de esto, pero debemos estar listos para lo que venga".

Naegi lo miró, sintiendo una conexión más profunda con él. "Lo sé, Abel. Pero tenemos que recordar que no estamos solos. Tanza se sacrificó por nosotros, y eso nos da una razón para luchar".

Abel asintió, y juntos comenzaron a trabajar en un plan para reconstruir no solo la ciudad, sino también el espíritu de sus habitantes. Sabían que los desafíos estaban lejos de terminar, pero con cada pequeño paso que daban, la esperanza comenzaba a florecer nuevamente.

Mientras trabajaban, Naegi se sintió cada vez más fuerte y decidido. Había perdido mucho, pero también había ganado amigos y aliados dispuestos a luchar a su lado. En su corazón, sabía que, aunque las sombras del pasado seguían acechando, siempre habría una luz que guiara su camino hacia adelante. La historia de su lucha apenas comenzaba, y él estaba listo para enfrentar lo que viniera.

Con el capítulo 61, la historia de Naegi y sus amigos continúa, mostrando su determinación y la importancia de la unidad. El sacrificio de Tanza no será en vano, y juntos, encontrarán la manera de enfrentar las sombras que aún amenazan su mundo.