El viento soplaba suavemente entre las montañas mientras el grupo de Sholan avanzaba por un estrecho sendero de piedra. Su destino era incierto, pero su objetivo era claro: encontrar a Avan, un maestro de la espada y la magia, cuya destreza era reconocida en todo el mundo.
—¿Crees que realmente acepte entrenarnos? —preguntó Psylocke, observando el paisaje con cautela.
—Si es tan bueno como dicen, no debería rechazar la oportunidad de compartir su conocimiento —respondió Magik, cruzando los brazos.
Sholan, caminando al frente, mantenía una expresión seria. Su razón para buscar a Avan no solo era mejorar su dominio de Excalibur y las habilidades de los Caballeros Dorados, sino también permitir que Magik y Psylocke perfeccionaran su esgrima con un maestro de renombre. Además, Wanda podría beneficiarse del vasto conocimiento mágico de Avan.
Después de varias horas de camino, el grupo finalmente encontró lo que buscaba. A la orilla de un lago cristalino, un hombre de cabello largo y vestimenta sencilla practicaba con su espada. Cada movimiento era preciso, cada corte fluía con naturalidad, como si su cuerpo y su arma fueran una extensión el uno del otro.
—Parece que no hemos venido en vano —murmuró Wanda, observando la destreza del espadachín.
Avan se detuvo, girando lentamente hacia ellos con una expresión serena. Sus ojos recorrieron al grupo, analizándolos en silencio antes de esbozar una leve sonrisa.
—No todos los días un grupo de guerreros aparece en mitad de la nada —dijo con calma—. ¿Quiénes son y qué buscan?
Sholan dio un paso al frente.
—Soy Sholan, y estos son mis compañeros: Wanda, Magik y Psylocke. Hemos venido a buscarte porque necesitamos entrenamiento.
Avan arqueó una ceja, claramente intrigado.
—¿Entrenamiento?
Sholan asintió.
—Conoces la espada y la magia como pocos en este mundo. Poseo un gran poder con la espada, pero aún me falta técnica para perfeccionar su verdadero potencial. Quiero que me enseñes todas tus artes de la espada, todos tus cortes, incluyendo el Avan Strash.
Avan cruzó los brazos, observando a Sholan con interés.
—Veo que ya tienes talento con la espada —comentó, notando la energía que emanaba de Excalibur—. Pero, ¿qué hay de ellas?
Sholan miró a Magik y Psylocke antes de continuar.
—Magik y Psylocke son grandes guerreras, pero aún pueden perfeccionar sus habilidades con la espada. No podrían tener un mejor maestro que tú.
—Y yo deseo aprender magia —agregó Wanda con decisión—. He aprendido mucho, pero aún me falta comprender la profundidad de este mundo.
Avan sonrió levemente.
—Vaya, me halagan con tantas expectativas —dijo, con un tono relajado pero evaluador—. Pero dime, ¿qué obtendré a cambio?
Sholan sonrió con confianza.
—Quiero proponerte un trato. En este mundo, la magia es lo que domina. Pero hay otro tipo de energía que no ha sido explorada aquí… el ki.
Avan entrecerró los ojos, intrigado.
—¿Ki?
—Es una fuerza interna, diferente de la magia, pero igual de poderosa —explicó Sholan—. Es la energía vital de cada ser, utilizada de la manera correcta puede ser devastadora en combate. Si accedes a entrenarnos, yo te enseñaré a despertar y controlar el ki.
Un brillo de curiosidad apareció en los ojos de Avan. La idea de aprender algo completamente nuevo y desconocido era más que tentadora.
—Muéstramelo —pidió, con un tono serio.
Sholan asintió y dio un paso adelante. Extendió una mano hacia una montaña cercana y canalizó su energía interna. El aire a su alrededor vibró levemente antes de que una esfera de ki impactara la montaña. En un instante, la cima de la montaña desapareció recortando el tamaño de la montaña.
Avan miró la escena con una mezcla de asombro y análisis.
—No fue magia… —murmuró—. No sentí ninguna alteración en el flujo mágico del ambiente.
Sholan bajó la mano y lo miró fijamente.
—Esto es lo que el ki puede hacer. Y esto es solo la superficie.
Avan guardó silencio por un momento antes de esbozar una sonrisa.
—De acuerdo —dijo finalmente—. Me has convencido. Acepto el trato.
Sholan y su grupo intercambiaron miradas satisfechas. Sabían que este entrenamiento sería clave para fortalecer sus habilidades y prepararse para los desafíos que estaban por venir.
—Entonces comencemos —dijo Avan, desenvainando su espada—. No será fácil, pero si realmente quieren aprender, prepárense para el entrenamiento más exigente de sus vidas.
Sholan sonrió con emoción.
—Eso era justo lo que esperaba escuchar.