El Helicarrier de S.H.I.E.L.D. flotaba en el cielo nocturno, envuelto en la oscuridad de las nubes. En la sala de reuniones, Nick Fury, Natasha Romanoff, Clint Barton, Maria Hill y Phil Coulson esperaban en alerta máxima. El mensaje anónimo que los convocó allí era breve, pero claro:
"Nos vemos a medianoche. Vienen tiempos difíciles, y están lejos de estar preparados."
Fury observó a su equipo. Natasha y Barton estaban listos para la acción, sus cuerpos tensos. Hill y Coulson mantenían sus armas ocultas, preparados para cualquier sorpresa.
El reloj marcó las 00:00.
El aire se tornó denso.
El primer golpe cayó sin previo aviso.
Un viento cortante recorrió la sala cuando una figura irrumpió en medio de ellos como un relámpago.
Nick Fury apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que una explosión de energía lo golpeara en el pecho, lanzándolo contra la pared. Natasha giró y disparó en milisegundos, pero la sombra que la atacó era más rápida. Esquivó cada bala con movimientos mínimos, como si hubiera visto la trayectoria antes de que ella apretara el gatillo.
Barton alzó su arco y disparó una flecha explosiva.
El atacante la atrapó en el aire.
—Interesante —dijo la voz desconocida antes de hacer estallar la flecha con un apretón, disipando el impacto como si no fuera nada.
Natasha intentó una patada giratoria, pero su pierna fue detenida con una sola mano. En un parpadeo, el desconocido la lanzó contra la mesa de reuniones.
Barton, sin dudarlo, cargó otra flecha.
—No lo intentes —le advirtió la figura.
Barton disparó de todos modos.
Pero el atacante ya no estaba allí.
Apareció detrás de él y con un solo golpe en el diafragma, dejó sin aire al arquero. Barton cayó de rodillas, jadeando.
Maria Hill sacó su pistola y disparó.
El atacante giró en el aire, esquivando los disparos como una hoja danzando al viento. Antes de que Hill pudiera reaccionar, un golpe en la muñeca la obligó a soltar el arma. Un barrido rápido la derribó al suelo.
Coulson fue el último en intentar un ataque, pero antes de que pudiera sacar su pistola especial, una presión invisible lo envolvió y lo inmovilizó.
Fury, con esfuerzo, se levantó y sacó su cuchillo.
—¿Quién demonios eres? —gruñó, respirando con dificultad.
El atacante no respondió de inmediato. En su lugar, levantó una mano y, de las sombras, emergieron figuras con ojos brillantes y formas espectrales. Decenas de ellos. Los soldados sombra.
El rostro de Fury se endureció.
Por primera vez en mucho tiempo, sintió algo que rara vez experimentaba: miedo.
El atacante avanzó y la luz de la sala reveló su rostro.
—Soy Sholan.
Los ojos de Fury se abrieron con sorpresa. Natasha, a pesar del dolor, también lo miró con incredulidad. Barton apretó los dientes.
—Imposible… —susurró Fury.
El niño que una vez conoció ya no estaba. Ante él se alzaba alguien más alto, más fuerte, con una presencia avasallante.
Sholan miró a los agentes caídos y suspiró.
—Lamento haberlos tratado así… pero lo necesitaban. Ustedes creen que están listos para lo que viene, pero no lo están. Son débiles.
Natasha, con esfuerzo, se levantó.
—¿Débiles? —espetó con furia en la mirada.
—Demasiado. Si no hubiera sido yo… si hubiera sido alguien sin escrúpulos, estarían muertos.
Fury no pudo refutarlo.
Sholan se acercó a Natasha y Barton, con ambos índices apuntando a sus sienes.
—Voy a darles algo que los ayudará.
Levantó ambos dedos, y una llamarada espectral emergió de su cuerpo. Un fénix dorado apareció tras él, extendiendo sus alas.
—Puño Fantasma del Fénix.
Un rayo de luz golpeó a Natasha y luego a Barton. Sus cuerpos brillaron por un instante antes de volver a la normalidad.
—Cuando despierten, sabrán lo que tienen que hacer. Ahora tienen las bases para dominar el Ki.
Fury lo miró con incredulidad.
—¿Por qué hacer esto?
Sholan le dio la espalda y caminó hacia la salida.
—Porque los necesitaré fuertes cuando llegue el momento y para cuando cacemos a esas serpientes.
Y con esas palabras, desapareció en la oscuridad.