El ambiente en la mansión era tenso, aún cargado de la energía que había dejado la última batalla. El equipo se encontraba reunido en el salón principal, observando a Sholan con miradas de incertidumbre. Wanda, aferrada a su brazo, no podía dejar de mirarlo, como si intentara comprender al hombre que ahora tenía a su lado, un hombre que ya no era el mismo que había dejado atrás.
Con una respiración profunda, Sholan se giró para enfrentar a todos. Sabía que las explicaciones no serían fáciles, pero no podía seguir ocultando la verdad.
—Lo siento... —empezó, su voz grave pero sincera—. Lo siento por todo lo que pasó. Sabía que lo que hice iba a cambiar muchas cosas, y no fue mi intención herirlos o hacer que se sintieran traicionados. Pero hay algo mucho más grande que está por llegar, y mi decisión de actuar como lo hice no fue solo para protegerme a mí mismo.
Wanda no soltó su brazo, pero su mirada se suavizó al escuchar sus palabras.
—No es solo un conflicto en esta dimensión, ni siquiera solo en este universo... —Sholan continuó—. El multiverso está lleno de amenazas, y algunas de ellas son mucho más peligrosas que lo que hemos enfrentado hasta ahora. Los Centinelas fueron solo el principio, y hay fuerzas que van más allá de cualquier enemigo que hayamos conocido hasta hoy. Ningún grupo, por muy poderoso que sea, está preparado para lo que se avecina.
Hank, que estaba cerca, ajustó sus gafas y lo miró pensativo.
—¿Es eso cierto? ¿El multiverso...? —preguntó, con la voz llena de dudas y fascinación—. ¿Sabes algo más sobre eso?
Sholan asintió lentamente, mirando también a Wanda, quien se mantenía cerca de él.
—Lo sé porque no es la primera vez que he estado en el centro de todo esto... Hay realidades alternativas, dimensiones paralelas, universos enteros que funcionan con reglas distintas. Pero hay una constante en todo esto: siempre habrá amenazas, siempre habrá caos, y las batallas que hemos librado son solo una pequeña fracción de lo que vendrá.
Wanda, aún abrazada a su brazo, miró al grupo antes de dirigirse a Sholan.
—¿Por qué cambiaste tanto, Sholan? —preguntó, con una mezcla de preocupación y confusión.
Sholan suspiró, comprendiendo la pregunta y la carga emocional que conllevaba.
—La transformación... —dijo, tocándose el pecho. Tomé la poción de transformación que me cambió. Ahora soy... diferente. No soy yo mismo en el mismo sentido en el que solía ser. Mi cuerpo y mi mente tienen ahora la fuerza de los guerreros más poderosos que existen en este universo, y esa es la razón de mi cambio. Mi poder ha aumentado, y con ello también mi responsabilidad.
Un silencio pesado se instaló en la sala mientras todos procesaban sus palabras.
—¿Eres más fuerte ahora...? —dijo Pietro, que acababa de llegar—. ¿Cómo?
—No soy como antes... Ahora tengo la fuerza y la resistencia de una raza de guerreros con habilidades extraordinarias, una especie conocida por su poder y tenacidad. Mi cuerpo ha cambiado, y con ello, mi enfoque de la lucha y la estrategia. —Sholan respondió.
Wanda apretó su agarre en su brazo, pero sus ojos mostraban una mezcla de temor y curiosidad.
—¿Por qué no nos lo dijiste antes? —preguntó, su voz suave.
Sholan la miró fijamente, viendo la preocupación en su rostro.
—Porque no quería que pensaran que me estaba convirtiendo en alguien que no soy... —dijo, con una sonrisa triste—. Pero ahora es necesario. Necesito que confíen en mí, y en lo que estamos por enfrentar.
En ese momento, un par de sombras se movieron hacia ellos desde el fondo del jardin. Un rugido gutural rompió el silencio, y en un abrir y cerrar de ojos, Sabretooth y Blob se acercaron sigilosamente por detrás, intentando aprovechar la distracción para atacar a Wanda, creyendo que ella era el punto débil de Sholan.
Antes de que pudieran dar un paso más, Nightbringer, el guerrero sombra de Sholan, emergió del suelo, deteniéndolos. Su presencia se hizo sentir de inmediato.
Con una velocidad sobrehumana, Nightbringer eliminó a Sabretooth y Blob, desintegrándolos en cuestión de segundos.
Sholan observó fríamente mientras sus enemigos desaparecían de la existencia.
—¿Qué haces? —reclamó Scott, acercándose rápidamente—. No podemos simplemente...
Sholan levantó una mano, interrumpiéndolo, y con una ligera ráfaga de Haki, los calló a todos. El aire se comprimió brevemente antes de que las palabras salieran de su boca.
—Silencio. —dijo con una calma mortal. No toleraré que nadie, ni siquiera ellos, trate de lastimar a Wanda.
El tono de su voz era claro y firme, dejando claro que no habría más discusiones sobre ese tema.
Wanda y Pietro lo miraron, sorprendidos por la severidad de su respuesta.
—Sholan... —dijo Pietro, con tono preocupado—. ¿Qué te pasó? ¿Por qué eres tan diferente?
Sholan los miró, su mirada grave.
—He pasado por algo que me ha forzado a ser más fuerte, más calculador. Ahora entiendo que el mundo no es tan sencillo, y a veces, para proteger a los que amas, necesitas ser implacable.
Después de un momento, Sholan se giró hacia los demás miembros del grupo.
—Ahora, permítanme presentarme nuevamente. —dijo, suavizando su tono. Soy Sholan, y estos son mis aliados Gabriel y Trevor Belmont. Los tres luchamos para proteger este mundo, pero también para evitar que lo destruyan.
Gabriel, con su actitud tranquila y controlada, asintió al ser presentado, mientras Trevor, con una sonrisa juguetona, saludaba al grupo.
—Es un placer finalmente conocerlos. —dijo Trevor, sin perder el aire de confianza que lo caracterizaba.
Con ese breve momento de alivio, el equipo entendió que, aunque la situación era complicada, Sholan había tomado decisiones difíciles por un motivo. El multiverso ya no era solo una teoría. Las amenazas que enfrentaban no eran de este mundo, y tendrían que unirse para sobrevivir.