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Chapter 66 - Depredadores en el Jardín (Magneto POV)

La tarde en el Instituto se había mantenido inusualmente tranquila. Charles, como siempre, estaba sumido en sus conversaciones sobre esperanza y coexistencia, mientras yo dejaba que mis pensamientos vagaran por caminos más realistas.

Fue entonces cuando noté a Victor.

Algo estaba mal.

Sabretooth no era un hombre que conociera el miedo, y sin embargo, ahí estaba, con los músculos rígidos y los dientes apenas visibles entre los labios apretados. Su respiración, siempre profunda y controlada, había cambiado. Ahora era más corta, más rápida. Un animal en presencia de algo que instintivamente sabía que no podía derrotar.

Fruncí el ceño y dirigí la mirada en la misma dirección que él.

Ahí estaban.

Tres figuras inmóviles en el jardín, como si siempre hubieran estado ahí y simplemente no los hubiéramos visto hasta ahora.

El primero era un guerrero imponente. Su cuerpo estaba cubierto de cicatrices y su porte hablaba de años de combate. Llevaba dos hachas en las manos, pero cuando traté de sentir el metal en ellas, no obtuve nada. No era posible. Todo metal, incluso el más exótico, respondía a mi poder de alguna forma. Pero estas armas… era como si simplemente no existieran en el mismo plano que mis sentidos.

El segundo sostenía una espada en una mano y una pistola en la otra. Su presencia era diferente, no tan brutal como la del primero, pero en muchos sentidos, más peligrosa. Había algo en la manera en que distribuía su peso, en su postura, en la tranquilidad con la que sostenía esas armas. Un depredador que sabía exactamente cómo y cuándo atacar.

Pero el tercero…

El tercero era un muchacho de unos quince años. Cabello negro desordenado, un traje azul con una camisa naranja debajo. No tenía armas. No llevaba armadura.

Y, sin embargo, él era el que más me preocupaba.

No sentía nada en los metales que llevaban los tres. Era como si todo lo que llevaban estos intrusos estuviera más allá de la naturaleza misma del metal que yo podía controlar.

Eso era imposible.

Y sin embargo, ahí estaban.

Quentin Quire, con su arrogancia habitual, rompió el silencio.

"¿Y ustedes quiénes se creen que son?" Se cruzó de brazos, con esa molesta seguridad en sí mismo. "¿Cosplayers de videojuegos? Vamos, ¿salvadores del mundo?"

El muchacho de quince años no respondió.

Ni siquiera parpadeó.

Movió la mano.

Solo eso.

Quentin desapareció.

El sonido de su cuerpo atravesando un árbol resonó en el jardín como el disparo de un cañón. La madera explotó en astillas y su cuerpo cayó al suelo como un muñeco de trapo.

Sabretooth rugió y se lanzó al ataque. Logan, con las garras desenvainadas, fue un paso detrás de él.

Yo no me moví.

No por indecisión.

No por miedo.

Sino porque entendí algo en ese instante.

No eran enemigos ordinarios.

No eran metahumanos.

No era Logan contra un oponente.

No era Sabretooth contra otro depredador.

Era nosotros contra algo que no podíamos comprender.

Y en el fondo de mi ser, una pregunta envenenada comenzó a arraigarse.

¿Y si ya habíamos perdido incluso antes de comenzar?