CAPÍTULO 145
El trayecto a la oficina fue sin incidentes, pero la tensión volvió en el momento en que entré. La atmósfera se sentía más pesada que de costumbre, los empleados moviéndose con una determinación apresurada que hablaba de plazos inminentes y riesgos elevados.
Cuando entré a la oficina de Snow para dejar unos archivos, lo encontré sentado en su escritorio, con los dedos en un gesto de reflexión mientras miraba la pantalla.
—Buenos días —saludé, colocando los archivos.
Él levantó la vista brevemente.
—Buenos días.
Su tono era cortante y distraído, y decidí no insistir. Cuando me giré para irme, él habló de nuevo.
—Zara.
—¿Sí?
—Asegúrate de que todo esté en su lugar antes de que me vaya de viaje. No quiero cabos sueltos.
Asentí, sintiendo el peso detrás de sus palabras. —Por supuesto. ¿Pero era eso todo lo que me tenía que decir?