Eva~
Cogí mi teléfono y dejé de respirar cuando mis ojos vieron el identificador de llamadas. Mi madre estaba llamando, y a pesar de esperar tanto tiempo, mi dedo solo se detuvo en el botón de aceptar. Sin pensarlo demasiado, contesté la llamada.
—¿Mamá? —hablé.
—Eva —mi estómago se hundió ante su tono frío, y apreté el teléfono un poco más fuerte.
—¿Mamá? —repetí, mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho.
—Tus llamadas se están volviendo incesantes. Es una molestia —me dijo.
Una bala me golpeó en el pecho.
Tragué, convocando algo de coraje. ¿Por qué sudaban tanto mis manos? —Si contestaras tus llamadas, tal vez no necesitaría seguir llamando.
—¿Y qué te da el derecho de tener una conversación conmigo? —preguntó, su voz tan apática que me destrozó.
—Solo... me casé. Al menos podrías ver cómo estoy.
—¿Y qué si no me interesa saber?
Contuve un sollozo. —Sé que estoy aquí por lo que hizo Papá.