Golpeé repetidamente mi cabeza contra la mesa, mientras Luna me miraba furiosa.
—¡Le dije que lo amaba! —murmuré. Fue el día después de haberme avergonzado y confesar mis sentimientos y ni siquiera yo podía entender cómo se puede pasar de gustarle a alguien a amarlo.
Lo más embarazoso fue que él no tuvo ninguna reacción, ninguna.
—Cariño, eso es lo menos de tus preocupaciones, preocúpate por cosas importantes como conocer a tus padres —Luna intentó cambiar mi atención. Hoy sería el día en que volvería a encontrarme con los Alfonzo, y esperaba estar nerviosa, pero no lo estaba.
Había soñado con este momento durante años, pero ahora que estaba aquí no sentía ningún nervio. —Gracias por venir conmigo, realmente no puedo hacer esto sola —suspiré hacia Luna.