Fue el día después de que descubrí lo de la foto del bebé y no importaba cuánto llamara o enviara mensajes a Vincenzo, él no respondía.
Estaba cada vez más ansiosa ya que Cristian no estaba aquí, e incluso consideré pedirle a Olivia la dirección de Vincenzo porque ya no podía más.
—¿Estás segura de que no vas a comer nada? —Emmanuella, quien había regresado, preguntó y yo negué con la cabeza mientras seguía mirando mi teléfono. La última persona a la que le había enviado un mensaje fue a Beau, y esperaba que él respondiera.
—No, estoy bien, gracias —la tranquilicé—. Sí, pero ¿y el bebé? —Ella preguntó y empujó el plato hacia mi dirección, obligándome a comer. Sin ganas de hablar más con ella, acepté el plato y empecé a comer.
—Emmanuella, llevas mucho tiempo en esta familia, ¿verdad? —le pregunté mientras ella asentía con la cabeza—. Sí, ¿por qué?