—¡Eh, belleza durmiente! —Beau le dio una patada en la pierna a Cristian, despertándolo—. Tenemos que irnos. Dario te espera.
Sobresaltado, Cristian abrió los ojos, dándose cuenta de que se había quedado dormido en su silla mientras cuidaba de Serena. —¿Dónde está ella? —preguntó, sin querer perderla de nuevo.
—Mateo la llevó a Siena, y tenemos que irnos.
Estresado, Cristian se levantó de la silla y pasó sus manos por su cabello. —No me despertó. ¿Por qué no me despertó? —Caminó de un lado a otro, finalmente tomando su teléfono.
Dejó escapar un suspiro frustrado ante la larga lista de llamadas perdidas. —Por favor dime que tu padre no me vio así.
—Oh, no lo hizo. —Beau se encogió de hombros simplemente—. Serena le dijo que estabas tomando una siesta y se fue. Algo sobre que no te está permitido descansar —dijo—. Pero no te preocupes, siempre te cubro— La frase de Beau fue interrumpida por una almohada que le lanzaron en la cara.
—Ow. —Frunció el ceño—. ¿Y eso por qué?