—Arrastrando mi cepillo por mi cabello, intenté concentrarme en lo mucho mejor que me sentía después de una ducha rápida —comencé a narrar mi experiencia en voz alta mientras probaba la resonancia de las palabras.— El baño comunal había sido cabinas de duchas con cortinas endebles como única frontera entre los bañistas. Estuve sola por suerte o por la hora de mi visita más que por cualquier otra cosa, pero estaba agradecida.
—No quería hablar de la sangre que se enjuagaba de mi piel hacia el desagüe a mis pies. Solo pensar en las conversaciones que podrían haber surgido era suficiente para que lanzara mi cepillo frustrada y prefiriera pasearme frente a la ventana.
—Art no tardó en entrar al baño de mujeres para llamarme —continué con el relato.— Terminé de ducharme en menos de diez minutos, lo cual fue un récord personal para mí. No había forma de saber qué pasaría si me encontraban con marcas por todo mi cuerpo cortesía de la forma lícana de Nathan.