Había un silencio total mientras las dos mujeres miraban a la chica que lentamente retiraba sus manos de su cabeza, antes de inclinarse para reverenciarlo, con la cabeza agachada.
—Sí... Su majestad.
Con eso, ella levantó la vista, y él pudo ver el resplandor azul-carmesí en sus ojos, sin rastro de rosa en ellos.
Como si hubiera estado preparada para esto, la habían vestido con sus ropas de guerrera que consistían en un largo vestido con aberturas en los laterales, exponiendo sus justos muslos hasta el tobillo.
Estaba descalza, y su cabello caía en ondas para igualar el resplandor azul-carmesí en sus ojos. Llevaba brazaletes de hierro en ambas muñecas. Esto era lo que Beth, Débora, Trixie, Tina y cada guerrera Kitsune usaban.
Y ahora, estaba lista para partir. Para seguir las órdenes del rey a la perfección. Sus ojos sin emoción, vacíos de todo, miraban fijamente a las personas en la bola de cristal, antes de que abandonara la presencia del rey.