—No puedo evitar sentir náuseas —corrí hacia la ventana y vomité. Sentí dos manitas frotándome la espalda después de unos minutos y no importa qué tan enfermo me sienta recordando todo lo que Amara dijo, todavía estoy feliz de que Dee esté a salvo.
—Ve y encuentra a la persona que disparó esa flecha —escuché la voz de Reed.
—¿Estás bien, addy? —me preguntó preocupado y apartó los cabellos de mi rostro... {¿Cómo alguien puede siquiera pensar en lastimarlo?}... Miré su cuello y encontré una pequeña herida quemada allí.
—Creo que esto es tuyo —Reed se acercó a mí y extendió uno de mis cuchillos de plata hacia mí... {Ella debe haberlo tomado de mi habitación}... Asentí y tomé el cuchillo de él—. ¿Quieres un poco? —Me extendió una botella de agua a la cual accedí con gusto.