Él gemía de dolor mientras yo estaba ahí plantada como una marioneta. Estoy demasiado asustada e impactada para hacer algo.
—¿Cómo diablos puedes ser tan poderosa? —preguntó entre dientes.
—No sé, solo estaba enfadada —le dije, y él me lanzó una mirada iracunda, pero su expresión cambió en segundos y olfateó el aire. Cerró los ojos y comenzó a tomar profundos respiraciones.
—Puedo oler tu aroma —dijo con voz ronca... {ahora quiero que salga de mi habitación}
—Deberías ir a la enfermería —le dije y abrí la puerta para él, vi su muñeca, que estaba hinchada, pero sabía que sus genes de hombre lobo repararían su muñeca en unas horas o a más tardar hasta mañana... pero tiene que soportar el dolor hasta entonces. —Puedo acompañarte si necesitas ayuda —añadí con culpa.