—Su madre es muy pegajosa —susurró Jenny en mi oído mientras descansábamos en el bosque.
—Estábamos molestos con Kaye porque su madre no le daba suficiente aprecio. Y ahora todos la juzgan por estarle muy encima —argumenté, alzando la ceja hacia ella.
Estaba feliz por Kaye. Supongo que él quería que su madre reconociera su valor y su valía durante todos estos años. Ahora que finalmente lo estaba consiguiendo, no quería que nadie los juzgara.
—Supongo que tienes razón. Es solo que no creo que las personas puedan cambiar de la noche a la mañana —Jenny hizo un puchero, pero luego una sonrisa brillante se extendió por sus labios mientras señalaba una flor rosa, la misma que habíamos estado buscando todo este tiempo.
