—¿Qué estás haciendo? —gruñó mientras sacudía mi cabeza, tratando de patearle para alejarlo.
—No me voy sin ti; ¿me entiendes? —siseó, acercándose a mi rostro. Cuando intenté resistirme aún más, tomó el pequeño cuchillo de la bandeja de comida y lo sostuvo contra mi cuello, sorprendiéndome con su hostilidad. Luego retiró su mano de mi boca. Estaba atónita, sintiendo la filosa hoja contra mi piel. Mi corazón latía en mi garganta, mis venas pulsaban. Sin embargo, él parecía tan tranquilo, como si ya hubiera hecho esto antes.
—Ahora cállate —me advirtió a través de su penetrante mirada.
—¿Vas a matarme? —Mi respiración se cortó, y mis ojos formaron lágrimas de miedo. Tenía una vida perfecta hasta ahora. ¿Por qué tenía que venir aquí y arruinar mi noche antes de la boda?
—Ven conmigo, y perdonaré tu vida —siseó, forzándome a salir por la ventana. Luego continuó al lanzarme sobre su hombro y saltó hacia abajo.