Esa noche, el sueño de Najo fue agitado. Aunque su cuerpo descansaba, su mente no encontraba paz. El susurro que había escuchado durante el día no lo dejaba en paz. El eco de esas palabras "¡Libérame... después de milenios!" seguía resonando en su mente como un mantra.
Se despertó sobresaltado, empapado en sudor frío. La habitación estaba oscura, y las sombras parecían moverse de manera extraña, al igual que en la tarde. Su respiración se agitó, y por un momento, creyó que algo estaba observándolo desde las esquinas de la habitación. Pero al mirar de nuevo, todo estaba en su lugar. No había nada que lo amenazara… o eso pensaba.
En ese momento, Najo miró hacia el suelo. La gema estaba allí, a pocos centímetros de donde había caído antes. Pero algo era diferente. Estaba algo más… oscura, como si hubiera absorbido toda la luz de la habitación. Un leve resplandor rojo emergió de su interior, como si estuviera latiendo.
Su mano tembló ligeramente cuando la tocó, pero algo lo impulsó a sostenerla con firmeza. La fría sensación que la gema emitía parecía calar en su alma, y, a medida que la sostenía, la presión en su mente aumentaba. El susurro se volvió más fuerte, más claro. Ya no solo era una voz, sino una sensación, una presión que lo invadía, como si algo intentara comunicarse con él.
Najo:¿Pero que esta pasando? Creo que estoy apunto de perder la cordura.
De repente, las paredes de la habitación parecieron ceder. Las sombras se alargaron aún más, retorciéndose como si cobraran vida propia. Najo parpadeó, y en ese breve momento, vio algo que lo hizo congelarse.
Una figura sombría apareció en la esquina de su habitación. Alta, delgada, con ojos que brillaban como carbones al rojo vivo. La figura parecía observarlo con una intensidad tal que Najo casi pudo sentir cómo se deslizaba por su piel, como un viento helado.
Najo:¿Quién eres?- Susurró Najo, su voz rasposa, como si su garganta estuviera siendo apretada por algo invisible.
La figura no respondió, pero sus ojos se fijaron en la gema en su mano. Al instante, Najo sintió que la presencia a su alrededor se intensificaba. La sombra parecía estar esperando algo, como si la gema fuera la clave para algo mucho mayor.
Fue en ese momento cuando la luz de la gema brilló con una intensidad cegadora. La figura se desvaneció, y las sombras de la habitación volvieron a su estado normal. El silencio llenó el aire, pero algo ya había cambiado dentro de Najo. Ya no podía ignorar lo que había liberado. La gema, aunque parecía inerte, sentía como si estuviera viva en sus manos.
De repente, las puertas de la habitación se abrieron con un crujido, y Kai apareció, con los ojos entrecerrados por la luz que aún brillaba débilmente de la gema.
Kai:¿Najo? ¿Estás bien? Estás actuando raro desde hace un rato.
Najo intentó esconder la gema rápidamente, pero Kai lo observó fijamente, notando la incomodidad en el rostro de su hermano.
Kai:¿Qué tienes ahí? ¿Qué hiciste, Najo?- Su tono ahora estaba lleno de preocupación.
Najo vaciló antes de responder, pero al final, no pudo evitar contarle a su hermano todo lo que había pasado ese día. Desde el susurro en su mente hasta la figura sombría en su habitación. Kai, aunque escéptico, no pudo negar que algo extraño estaba ocurriendo.
Kai:Esto… no es normal. Quizá deberíamos contarle a mamá.
Najo negó rápidamente con la cabeza, el miedo palpitando en su pecho.
Najo:No, no podemos. No sé qué está pasando, pero… no quiero preocuparla. Tal vez… tal vez solo fue un mal sueño.
Kai no estaba convencido, pero vio el miedo en los ojos de Najo y decidió no insistir. Aún así, algo en su interior le decía que debían investigar más a fondo.
La noche pasó en silencio, pero el miedo seguía acechando a Najo. La presencia de la gema, el murmullo persistente y la figura sombría lo hacían sentir como si estuviera al borde de algo mucho más grande y oscuro que no podía comprender.
A la mañana siguiente, Najo se levantó temprano, decidido a averiguar más sobre la gema. Recordaba fragmentos de historias que su madre le había contado sobre objetos místicos y malditos, pero nunca pensó que algo como eso pudiera ser real.
Najo:"Ahora que hare...?,supongo que tendré que investigar mas a profundidad sobre lo que esta pasando pero por ahora me tendre que centrar en el dia"- se dijo así mismo alistándose para dirigirse a la preparatoria.
En la preparatoria, Najo trató de concentrarse en sus clases, pero la sensación de que algo lo observaba nunca se desvaneció. No podía sacudirse la imagen de la figura sombría que había visto en su habitación. Cada vez que cerraba los ojos, sentía su presencia. Una presencia fría, implacable. Y durante el almuerzo Yaneli se acercó a Najo algo preocupada.
Yaneli:Najo...te he visto bastante distraído hoy,acaso todo esta bien en tu casa?- pregunto haciéndose al lado de el.
Najo:No te preocupes por nada Yaneli,todo va bien y no hay ningún problema en mi hogar,pero gracias- su sonrisa se formó al ver la preocupación de ella.
Yaneli:Confío en ti Najo,pero si hay algo que te moleste dime,tal vez no seamos tan cercanos pero puedes contarme lo que sea...,bueno nos vemos después- menciono dejando a Najo solo en la banca.
Esa tarde, después de la escuela, Najo decidió investigar sobre la gema. La llevó a la biblioteca de la ciudad, un lugar antiguo y lleno de libros polvorientos. Sabía que allí, tal vez, podría encontrar algo que le ayudara a entender lo que estaba sucediendo. La gema había comenzado a cambiarlo, y necesitaba respuestas antes de que fuera demasiado tarde.
Mientras recorría los estantes de la biblioteca, una figura apareció ante él. Era una mujer de cabellera plateada y ojos tan oscuros como la noche, vestida con un manto negro que parecía absorber la luz a su alrededor. En cuanto Najo la vio, una sensación de familiaridad invadió su pecho, como si la conociera de algún lugar lejano.
La mujer lo miró fijamente, y en su voz, Najo escuchó una verdad oculta: "¿Te atreves a desatar lo que está sellado dentro de ti?"
Najo tragó saliva, pero antes de que pudiera decir algo, la mujer se desvaneció en una nube de humo oscuro.
Najo:¿Qué significa esto?- murmuró, mientras la gema en su bolsillo comenzaba a brillar de nuevo.
Algo había comenzado, y Najo ya no podía detenerlo. El despertar de lo antiguo no podía ser ignorado.
Fin del capítulo