Redhand gritó de ira.
Incrédulo de lo que había pasado.
Sus amigos lo necesitaban en Namek, Tana lo necesitaba, Freezer era demasiado fuerte y podría matarlos a todos sin él no estaba ahí para luchar.
Golpeo tan fuerte la madera de la cubierta del Nimbus que al final todos despertaron.
Zeraki fue la primera en llegar a su querido Redhand.
Tomo su rostro lloroso con ternura, y no pudo entender lo mayor que se veía, tenía la barba de varios días, heridas frescas en su cuerpo, la cara amoratada.
-Redhand, qué pasa, qué te ha pasado-.
Redhand contuvo su ira, Zeraki, a quien no había visto en años no tenía la culpa, todos en aquel Zeppelin también eran sus amigos.
-¡Gar'Dal!, debo matarlo, te juro que lo mataré-.
Le dijo poniéndose de pie, guardando distancia con la elfa, como si tratara de apartarla de él.
Sus ojos soltaron tanta ira que solo Borgol y Brannigan resistieron sin sentir un temor enorme, como si un colosal Leviatán acechara un pequeño bote.
-¡Orion!- exclamó Kalair;- cálmate, o terminaremos todos muertos-.
-tienen razón- dijo Red apretando los dientes, desempuño las manos y cerró los ojos, cuando los volvió a abrir su magia se había calmado; -Gar'Dal me mando a otro mundo por 6 años, ya no soy a quien conocieron ayer-.
Todos guardaron silencio, comprendieron que Redhand no estaba mintiendo.