Paso todo un día en el que Red fue esquivo con todos, especialmente con Zeraki.
Estaba solo en la popa de la nave, de noche, viendo los bosques y desiertos que dejaban atrás.
Mork se acercó a su amigo, poniendo su enorme mano gris en el hombro del asesino.
-¿Qué sucedió?-.
-¿Qué de qué?- replico Orion tratando de evitar el tema.
-Siempre fuiste cariñoso y considerado con Zeras, por qué la evitas, ¿qué paso en ese mundo, en ese tiempo? -.
-Es mejor que no lo sepan-.
-Haces diferencia, Red, nos estas dañando a todos, Zeraki sacrifico y dio todo por ti, no se merece ese trato-.
-Mork, en ese mundo me casé e hice una familia, tuve amigos, quise a muchos como hermanos, pero hice una familia, estoy casado con otra mujer-.
Morkhal retiró la mano del hombro de su amigo, guardó un momento de silencio.
-Destruiste la familia que yo había hecho con Zeraki, me quitaste a quién más amaba, y la dejaste… realmente eres un mal nacido, pero, te necesitamos, espabila o te daré una paliza-.
-Te comprendo Mork, tienes razón, pero sin embargo ahora mi fuerza y poder están a un nivel muy elevado, Gar'Dal me envió ahí para que me volviera más fuerte, ahora estoy cerca de ser el ser más fuerte de este mundo, sería mejor que me dejaran en Castillo Negro y volvieran Karazkan, si este demonio quiso que yo obtuviera este poder, él está por sobre eso, los matará si así le da gana-.
-No solo es tu lucha, es la de todos, mía, de Zeraki, de Kalair, de Azgresh, de Zappek, de todos, no puedes quitarnos eso, no nos quites la oportunidad de ver morir a Gar'Dal-.
Luego de eso Morkhal se retiró, dejando quizá a Orion más lastimado de lo que ya estaba.
Zeraki escuchó todo, escondida detrás de la escalera que daba a la popa. Sintió como si le arrancaran el corazón, aunque este ya no latía, por culpa de Redhand, para qué la obligo a vivir como zombi, si la iba a dejar así.