Gar'Dal parecía realmente un niño en apariencia, media no más de un metro sesenta y cinco, sus rasgos eran lizos, con ojos levemente rasgados, de color gris, su piel era muy blanca y su cabello del color de la nieve era tan largo que caía alborotadamente a sus pies, vestía con un traje verde cerrado, y un cuello abultado de plumas.
Miró detenidamente a su aprendiz, ambos estaban comiendo glotonescamente en una pequeña mesa improvisada en la sala del trono del Castillo Negro, el hogar ancestral de los Dioses Antiguos, pero ahora, del todo poderoso Gar'Dal Dark Dreams.
Al otro lado de la mesa estaba Eogrash, una orca del mundo de Zorath, su piel era marrón, pues ese era el color de piel original de los orcos de Zorath, que se había tornado verde por los pecados de sus ancestros.
Ella, a diferencia de su hermana de madre Azgresh, había sido reclutada cuando joven por Gar'Dal, no era una aparecida, él había ido a Zorath a buscar otro aprendiz de magia oscura y Eogrash se mostró muy receptiva a la promesa de poder de Gar'Dal, y la oportunidad de enfrentarse a los demonios que subyugaban a los Orcos.
-Eo- le dijo Gar'Dal de la manera que le demostraba cariño a su pupila; - tu querido Fenrar está vivo, tengo la sensación que otra fuerza poderosa ha entrado al juego entre yo y Nefar-.
-Fenrar…- susurró Eogrash para sí, el joven brujo había sido su primera pareja en Xera, quizá la única, quizá la última, se había acongojado mucho por la noticia de su muerte, incluso estallo en furia contra su amo, había sido Redhand, la variante de Gar'Dal quien había matado a su querido amigo y amante;- debo ayudarlo-.
-No puedes- interrumpió el poderoso mago;- Noche Sangrienta ha sido generoso en ver su futuro, su destino es morir nuevamente-.
-Pero, ¡acaso piensas dejarlo así!, tú le enseñaste como a un hijo, haz torcido el futuro a voluntad por personas más incidentes, eres realmente un demonio ¡Gar'Dal!-.
El Soñador Oscuro se sintió un tanto tocado por el reclamo de Eo, pero no cambiaría de parecer, Fenrar ya no era de su agrado ni su protegido, aunque lo había criado como a un hijo. No olvidaría lo que había hecho con Arande, la paladín de Zorath a quien había ultrajado, ni el asesinato de Seradriel, provocando al aversión de Redhand en contra suya.
Gar'Dal sonrió.
-Te necesito aquí, mis enemigos están en camino, y tu gozaras enfrentarlos, y una vez nos saciemos de pelear y sangrar los llevaras al verdadero campo de batalla, si tienes suerte salvaras a Fenrar, si no, su destino se consumirá, hay un poder más grande que el mío empujando el destino de Fenrar y Zaharzim, algo a que realmente temo-.
-Tu no temes a nada, que puede inmutar al Rey Demonio-.
-un verdadero Dios querida-.
-Sun Sork Kal…-.
-Quizá-.