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Bienvenidos a Wonderland

Lourdes_Ramirez_6946
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Synopsis
Sinopsis: Alys nunca creyó en las historias de su madre, Alicia, quien siempre le habló de un lugar donde lo imposible era real: el _País de las Maravillas_. Durante su niñez, escuchaba con fascinación los cuentos de gatos que se desvanecen, sombrereros locos y reinas tiránicas. Sin embargo, a medida que crecía, la realidad se tornó inescapable. Alicia fue diagnosticada con esquizofrenia; y sus relatos se volvieron motivo de vergüenza y dolor para la familia. Alys intentó convencerse de que no eran más que delirios, un escape de una mente frágil. Ahora adulta, Alys siente una inquietante sombra que se cierne sobre ella. Temiendo que su herencia sea una maldición, vive con el miedo de que, la locura que llevó a su madre, a los límites de la razón la consuma a ella también. Pero, cuando misteriosos sucesos comienzan a rodearla. 《un extraño gato que la observa desde los espejos y sueños de un mundo que parece reclamarla, susurros en la oscuridad》Alys comienza a dudar de lo que siempre consideró real. Desesperada por respuestas se verá obligada a adentrarse en un mundo que su madre conocía demasiado bien. Pronto descubrirá que el _País de las Maravillas_ es real, y que allí el tiempo no olvida, las deudas se pagan con sangre. La locura de su madre era solo el umbral hacia un reino de oscuridad que ha esperado pacientemente su regreso.
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Chapter 1 - Prólogo

Había tormenta aquella noche. Las ramas de los árboles arañaban la ventana, y el viento murmuraba cosas en un idioma que no comprendía. La luz de las velas parpadeaba en el pasillo mientras escuchaba los pasos de mamá acercándose, lentos y arrastrados, como si estuviera perdida en algún rincón de su mente.

La puerta se abrió con un leve chirrido, y la figura de mamá apareció en el umbral, envuelta en sombras y con la mirada brillante. Parecía que había llorado, pero sus ojos chispeaban de una manera que nunca entendí del todo, como si estuviera viendo algo que nadie más podía ver.

—¿No puedes dormir, pequeña? —preguntó, con ese tono suave que usaba cuando sabía que tenía mis pensamientos atrapados.

Negué con la cabeza y me incorporé en la cama. Ella se sentó a mi lado, en el borde, y acarició mi cabello. Yo sabía que mamá siempre traía consigo historias. Cuentos de un lugar extraño y hermoso, donde las reglas eran distintas y todo lo imposible se volvía posible.

—¿Recuerdas el País de las Maravillas? —preguntó con voz baja, como si estuviera compartiendo un secreto.

Asentí, fascinada. Aunque algunas de esas historias me daban miedo, me gustaba oírla hablar. Ella parecía tan viva al hacerlo, como si por un momento todo el peso de sus pensamientos oscuros se desvaneciera.

—Imagina un bosque eterno donde los caminos se cruzan, pero ninguno te lleva a donde esperas. Allí viven criaturas que ríen y hablan en acertijos, como el Conejo Blanco, que siempre corría y hablaba de relojes, o el Sombrerero, que celebraba cada día como si fuera su propia fiesta de no cumpleaños. Todo era un juego, un mundo de color, locura y risas… —Mamá hizo una pausa y suspiró, sus ojos brillando con un anhelo extraño—. Y estaba el Gato. A veces su sonrisa aparecía sin más, como una luna espectral en la oscuridad. Era… casi encantador.

Quería preguntarle más, saber cómo era aquel lugar de maravillas. Pero entonces su voz cambió, volviéndose más baja, más tensa, como si las palabras le pesaran.

—Pero no todo era alegría. Las sombras se esconden, incluso en los lugares más hermosos, Alys —murmuró, su voz temblando ligeramente—. El Conejo, el Sombrerero, incluso el Gato… estaban atrapados. No podían escapar. A veces, había cosas que acechaban en los rincones, susurrando secretos que uno no debería escuchar. La Reina… —susurró, y vi cómo su mirada se oscurecía—. La Reina de Corazones era… despiadada. Su risa retumbaba como un eco en cada rincón, y sus soldados, esos seres hechos de cartas, siempre estaban listos para obedecer, sin preguntas. Una vez…

Se detuvo de golpe, y el silencio cayó sobre la habitación como un manto helado. Su mano se detuvo en mi cabello, y sus ojos parecían perdidos, viendo cosas que yo no podía imaginar.

—Algunas cosas en el País de las Maravillas no son para niñas como tú, Alys —dijo, con voz rota—. Hay rincones oscuros que es mejor no explorar, secretos que no deberían desvelarse. Una vez conocí a alguien… a algo… algo que no debería haber visto.

Mi corazón latía con fuerza, y aunque una parte de mí quería escuchar más, otra parte —una parte más pequeña, escondida en algún rincón de mi mente— deseaba que mamá no continuara. Pero ella guardó silencio, y cuando me miró de nuevo, sus ojos estaban tristes, llenos de miedo y algo que no comprendía del todo.

—Recuerda, Alys. Algunas cosas no son cuentos de hadas, aunque lo parezcan. Hay lugares en los que nunca deberíamos regresar.

Me dio un beso en la frente y se levantó. La vela seguía temblando en la mesita de noche cuando ella se fue, y me quedé en la oscuridad, con el eco de sus palabras resonando en mi mente.