Era otro día en Beacon, el entrenamiento estaba en pleno apogeo. Five se encontraba en uno de los campos de batalla, observando los movimientos de los estudiantes y ajustando su propio entrenamiento con la precisión que solo él podía ofrecer. A pesar de su fachada fría y calculada, su mente estaba ocupada por una mezcla de pensamientos, la mayoría de los cuales giraban en torno a lo que había sucedido con Pyrrha. Sin embargo, su concentración era interrumpida cuando una figura conocida se acercaba corriendo.
Ruby Rose, con su característico entusiasmo y energía desbordante, avanzaba junto a Jaune. Pero algo en su postura parecía diferente. Ruby, normalmente llena de confianza, mostraba una ligera incomodidad al estar cerca de Jaune. Su rostro, siempre alegre, ahora llevaba una sombra de disgusto, aunque intentaba ocultarlo tras una sonrisa forzada. Jaune, por su parte, parecía completamente ajeno a la tensión que se cernía a su alrededor. Estaba absorto en sus propios pensamientos, como siempre, sin darse cuenta de los pequeños detalles a su alrededor.
Ruby se detuvo junto a Five, su mirada fija en el entrenamiento que él realizaba, pero sus ojos de alguna manera siempre se volvían hacia jaune, como si esperara que él notara algo. Pero Jaune no se detenía; simplemente se mantenía en su mundo, ignorando por completo la situación.
Five, observando la situación con una mirada, no pudo evitar notar cómo Ruby parecía distraída, con una expresión que no coincidía con su habitual energía.
"Ruby", dijo Five con una voz tranquila, pero con un toque de curiosidad, "¿necesitas algo?"
Ruby lo miró brevemente, su rostro enrojeciendo ligeramente antes de tomar aire y dar un paso hacia él. "Eh, sí... Five", comenzó, su voz algo titubeante, "¿crees que... tal vez podríamos entrenar juntos un poco? Quiero mejorar con mi arma, y pensé que podrías darme algunos consejos... como la vez pasada."
Five la miró fijamente, su expresión impasible, pero su mente estaba alerta. La solicitud de Ruby no era nada extraño; después de todo, él había ayudado a muchos estudiantes con sus habilidades en combate. Sin embargo, había algo más en la manera en que Ruby hablaba, algo en su tono que revelaba más de lo que ella deseaba mostrar.
Antes de que Five pudiera responder, Jaune, al escuchar la propuesta, dio un paso atrás, visiblemente nervioso. "¡Ah, sí! No quiero interrumpir... no quiero hacer más problemas", murmuró mientras comenzaba a alejarse. Su mirada reflejaba la inseguridad habitual que parecía acompañarlo en todo momento. Con una expresión de frustración contenida, se alejó sin notar la ligera tensión entre Ruby y Five, o la mirada que Ruby le lanzó antes de que él se fuera.
Cuando Jaune desapareció en la distancia, Ruby se giró hacia Five, su rostro ahora mostrando un leve arrepentimiento. "Lo siento", murmuró, "no quería que él me siguiera. Ya sabes, Jaune... no es fácil lidiar con él."
Five asintió, manteniendo su mirada fija en ella. "No me interesa", dijo de forma directa pero sin desdén. "Si quieres seguir conmigo tu unica preocupación debe ser eso."
Ruby le sonrió, aunque su sonrisa era algo apagada. "Lo sé, pero... es difícil", admitió. "A veces siento que Jaune no entiende que no quiero que se acerque. Pero, al mismo tiempo, no quiero ser cruel con él. Él tiene sus propios problemas, y... bueno, creo que está pasando por un momento complicado."
Five observó a Ruby por un momento, sus ojos penetrantes analizando cada palabra, cada gesto. Sabía que Ruby no solo se refería a Jaune cuando hablaba de "problemas". En su interior, ella lidiaba con algo mucho más profundo, algo que no se podía resolver con una simple charla.
"Si sigues preocupándote por lo que otros piensan, nunca avanzarás", dijo Five con calma, su tono no tan frío como de costumbre, sino con un toque de sinceridad. "Lo que realmente importa es lo que tú desees. Si entrenar conmigo te ayuda, entonces no dudes en hacerlo si tener nuestros momentos de privacidad te ayuda entonces hazlo. Deja de pensar en los demás, Ruby. Concéntrate en lo que tú necesitas."
Ruby lo miró a los ojos, sus mejillas ligeramente rosadas por la cercanía de su conversación. Había algo en la manera en que Five hablaba que la hacía sentir cómoda, como si pudiera confiar en él sin reservas. "Gracias, Five", susurró, sintiendo que, por un momento, todo parecía más claro. Era raro que alguien la viera de esa forma, como una persona más allá de su energía incansable y su sonrisa constante.
Antes de que pudieran continuar, Ruby miró de nuevo en la dirección en la que Jaune había desaparecido, un destello de frustración cruzando su rostro. En lo más profundo de su corazón, Ruby sabía que algo en ella había cambiado. Desde que Five le había dado consejos sobre las armas, había algo dentro de ella que lo había comenzado a admirar de una manera que no sabía cómo manejar. De hecho, ella misma se dio cuenta de que había leído en secreto los libros de Blake sobre cómo acercarse a un chico. Aunque Ruby no había sido tan honesta consigo misma, había algo en Five que la atraía, algo que iba más allá de su habilidad en combate.
"Five...", comenzó Ruby, con una leve vacilación. "¿Crees que... las cosas pueden cambiar? Quiero decir, no solo con el entrenamiento, sino... con todo. Con... las relaciones."
Five la observó en silencio, antes de ofrecer una pequeña sonrisa, como si ya supiera a qué se refería. "Las cosas siempre cambian, Ruby. Solo tienes que estar dispuesta a aceptar lo que venga."
Ruby asintió, aunque sabía que su conversación apenas comenzaba. La conexión que sentía con Five estaba creciendo, y por primera vez, no se sentía tan perdida en un mar de dudas.
Mientras tanto, Jaune, lejos de ese escenario, caminaba por los pasillos de Beacon con una mezcla de frustración y resignación. Había algo en su corazón que no podía explicar, pero sabía que las cosas no serían iguales. No solo con Ruby, sino con todos. Y aunque nunca lo admitiría en voz alta, algo dentro de él le decía que su lugar en Beacon no estaba garantizado.
El día continuaba su curso, pero las emociones y los pensamientos de los estudiantes ya estaban marcando el rumbo de lo que vendría.
En la habitación del equipo RWBY, el aire estaba tranquilo, pero no era el silencio común de la calma. Dentro de la pequeña habitación, Blake Belladonna estaba sentada sobre su cama, con una expresión distante en su rostro. Su mano sostenía una camiseta que, si alguien hubiera prestado atención, sabría que no era cualquier prenda. Era una camiseta que Five había dejado atrás en uno de sus entrenamientos. Blake la había guardado en secreto, y ahora la abrazaba con fuerza contra su pecho, respirando su aroma.
"Mmm~... Five...", murmuró en voz baja, como si la sola sensación de su olor la hiciera sentir más cerca de él. Había algo en su pecho que latía con una intensidad que no comprendía completamente. Había algo en Five que la atraía, más allá de su seriedad y su distancia. Blake sentía una conexión inexplicable con él, un vínculo que, aunque no lo dijera en voz alta, la consumía en silencio. "Te amo...", susurró, una confesión que nunca había podido compartir con él.
Pero justo en ese momento, la puerta de la habitación se abrió con un suave crujido, y la voz de Weiss Schnee resonó en el umbral. "¿Qué estás haciendo, Blake?"
Blake, sorprendida por la interrupción, se levantó rápidamente, ocultando la camiseta detrás de su espalda con un gesto nervioso. El color rojo en sus mejillas delataba lo que había estado haciendo, pero trató de mantener la compostura. "Nada...", dijo con rapidez, intentando parecer indiferente. "Solo... descansando."
Weiss, que acababa de entrar en la habitación, no parecía del todo convencida, pero no hizo ningún comentario sobre el comportamiento extraño de Blake. Su actitud habitual de superioridad y autoconfianza se mantuvo intacta mientras se dirigía hacia su escritorio, donde un cuaderno con fórmulas y notas estaba esparcido.
"Bueno, yo sí tengo algo que resolver", dijo Weiss, con una ligera sonrisa. "Al fin pude resolver la ecuación que Five me dio. Creo que con esto finalmente tendré una excusa para ir a verlo." Sus ojos brillaban con una satisfacción palpable, como si su logro fuera la clave para acercarse más a él.
Blake, al escuchar esto, sintió una punzada en su pecho. Una mezcla de celos y frustración la invadió, aunque trató de ocultarlo tras una máscara de calma. No había dicho nada sobre sus propios sentimientos hacia Five, pero la sola idea de que Weiss, tan directa y confiada, tuviera una excusa para acercarse a él, le hacía sentirse incómoda.
"¿Ah, sí? ¿Una excusa?" Blake respondió, intentando sonar neutral, pero su voz tembló ligeramente. "Qué... qué conveniente."
Weiss no pareció notar la tensión en la voz de Blake, y continuó, entusiasmada. "Sí, Five tiene una manera de hacer que todo parezca más complicado de lo que realmente es. Pero ahora, gracias a su ayuda, puedo comprender mejor lo que me está pidiendo. Ya sabes, la idea de la física aplicada a los movimientos en combate. ¡Finalmente! No puedo esperar para hablar con él sobre esto."
Blake, aunque intentó disimularlo, sintió como si una nube oscura se hubiera posado sobre ella. Aunque no lo dijera en voz alta, en su corazón sentía que Weiss, con su elegancia y confianza, no solo tenía acceso a Five, sino que también parecía avanzar en una dirección que ella misma deseaba. Cada palabra que Weiss decía parecía hacer que Blake se sintiera más pequeña y más distante de lo que alguna vez imaginó.
"No es para tanto", murmuró Blake, girándose hacia la ventana como si el paisaje pudiera darle alguna respuesta. "Lo importante es lo que cada uno pueda aportar. Ya sea a través de las armas o de los conocimientos..."
Weiss levantó una ceja al notar el tono en la voz de Blake, pero decidió no insistir. "¿Segura que no estás celosa, Blake?", dijo con una sonrisa traviesa, aprovechando la oportunidad para burlarse ligeramente.
Blake se giró rápidamente, sorprendida por la acusación directa. "¡No estoy celosa!", respondió, un poco más alto de lo que pretendía. "Solo... no me importa. Está bien si quieres ir a verlo. No tengo ningún problema con eso."
Weiss la miró con una sonrisa irónica, sabiendo que algo más estaba sucediendo. Sin embargo, no insistió más, pues estaba claramente satisfecha con lo que había logrado en la ecuación y cómo esa simple fórmula la conectaba con Five. Mientras tanto, Blake, aunque trataba de ocultarlo, sentía que su corazón palpitaba con fuerza, como si cada palabra de Weiss la estuviera empujando aún más lejos de lo que deseaba.
La competencia silenciosa entre ellas no se podía negar. Mientras Weiss se sentaba a su escritorio para comenzar a preparar su excusa para ver a Five, Blake se quedó mirando hacia la ventana, abrazando la camiseta de él, sin poder evitar sentirse atrapada entre la confusión de sus propios sentimientos.
Por dentro, Blake sabía que sus sentimientos por Five no se reducían a un simple interés. Había algo más profundo, algo que ella no sabía cómo expresar ni manejar. Mientras Weiss se preparaba para acercarse a él de manera estratégica, Blake sentía que, aunque su amor fuera silencioso, podía ser más real que cualquier excusa o fórmula matemática.
Pero la pregunta seguía en su mente: ¿Qué haría cuando finalmente tuviera que enfrentar sus propios sentimientos? ¿Y si Five, al igual que ella, nunca llegaba a comprender lo que realmente había en su corazón?
En la quietud de la habitación, las respuestas seguían eludiéndola, pero Blake sabía que lo que sentía por Five era algo que cambiaría todo en su vida. Y, aunque no lo dijera en voz alta, también sabía que el tiempo para enfrentarlo se estaba acercando.
Mientras tanto, en una de las zonas más tranquilas de Beacon, Five se encontraba recibiendo un inesperado momento de cercanía de Ruby. Había algo reconfortante en la forma en que ella se acercaba, buscando la calidez de su abrazo. Ruby, con su energía inagotable, había decidido pasar un rato con Five fuera del entrenamiento. Mientras él sostenía a Ruby en sus brazos, ella, sin pensarlo demasiado, apoyó su rostro contra su ropa, disfrutando del calor que emanaba de él.
"Esto se siente tan bien...", susurró Ruby, su voz suave y cálida. Se sentía segura y protegida en ese momento, como si el resto del mundo desapareciera. La cercanía de Five era algo que, aunque rara vez lo mostraba, Ruby anhelaba cada vez más. Ella cerró los ojos, disfrutando de la sensación de estar en sus brazos, sin decir nada más, solo disfrutando de la paz que encontraba allí.
"Five..." Ruby levantó su rostro, mirándolo con una mezcla de alegría y timidez. "¿Podrías... hornearme galletas?" La pregunta salió de su boca con una ligera sonrisa, como si la idea de algo tan simple fuera suficiente para alegrar su día.
Five la observó, su mirada seria pero con un toque de suavidad. "Claro", respondió sin dudar. "Si eso es lo que quieres, hornearemos galletas."
Ruby sonrió de inmediato, emocionada. "¡Genial! Te prometo que serán las mejores galletas que hayas probado. ¡Gracias!"
Con la promesa hecha, ambos se dirigieron hacia la cocina, caminando juntos en un ambiente tranquilo. La calidez de la cercanía de Five seguía envolviendo a Ruby, aunque sabía que su conexión era aún algo que no podía verbalizar completamente. Mientras caminaban, Ruby pensaba en cómo se sentía cada vez más atraída hacia él, algo que no había planeado, pero que empezaba a aceptar poco a poco.
Sin embargo, mientras esto sucedía, en otra parte de Beacon, Pyrrha se encontraba caminando por los pasillos, buscando a Five. Aunque su corazón deseaba encontrarlo, también había una sensación de incomodidad que no podía ignorar. Sentía que el distanciamiento entre ellos se hacía más palpable con cada día que pasaba, y algo dentro de ella le decía que debía hablar con él. No quería estar lejos de él, pero las palabras no salían tan fácilmente como esperaba.
Mientras recorría los pasillos, vio a Jaune acercándose. En un primer momento, pensó en detenerse y hablar con él, pero cuando sus ojos se cruzaron, algo dentro de Pyrrha cambió. No pudo evitar hacer una mueca de desdén, una expresión involuntaria que reflejaba el rechazo que sentía. Jaune, al ver la mirada de Pyrrha, se detuvo por un segundo, sorprendido y confundido por la fría indiferencia en sus ojos.
"¿Pyrrha?", preguntó Jaune, con su voz vacilante. "¿Está todo bien?"
Pero Pyrrha, sin decir una palabra, simplemente lo ignoró. Sus pasos se hicieron más firmes mientras continuaba su camino, su mirada fija en el pasillo frente a ella. Jaune la observó irse, desconcertado, sin saber exactamente por qué Pyrrha había reaccionado de esa manera. Sin embargo, él no pudo dejar de sentirse herido, como si las piezas del rompecabezas de su vida estuvieran desmoronándose sin que pudiera hacer nada al respecto.
Pyrrha, por su parte, continuó buscando a Five con determinación, aunque en su interior, una sombra de inseguridad la acompañaba. No quería admitir que el distanciamiento que sentía de él la estaba afectando más de lo que le gustaría. A pesar de su fortaleza, a veces sentía que todo lo que había construido en Beacon podría desmoronarse. Lo peor de todo era que no estaba segura de qué hacer al respecto.
Mientras Pyrrha buscaba a Five, Ruby y él continuaban en la cocina, riendo y disfrutando de la simplicidad del momento. Ruby, mientras preparaba la masa para las galletas, le lanzó una mirada traviesa. "Five, ¿Los rumores sobre tu y Pyrrha...son verdad ?" preguntó, sus palabras sutiles pero llenas de una curiosidad que había estado guardando durante mucho tiempo.
Five, al escucharla, detuvo su acción por un breve segundo, antes de responder con su tono tranquilo y calculado. "Depende hay mucho que s dice acerca de mi. ¿Pero si quieres lo mismo que ella solo tienes que preguntar?"
Ruby asintió, aunque en su interior, sus sentimientos por él parecían intensificarse con cada segundo que pasaba en su presencia. La calidez de su abrazo, las palabras amables y la cercanía que compartían la hacían sentir como si fuera más de lo que había sido antes.
Sin embargo, en el pasillo, Pyrrha finalmente encontró lo que buscaba: la presencia de Five. Estaba allí, en la cocina, junto a Ruby. La sensación de vacío que Pyrrha había estado cargando todo el día se intensificó. Algo en su interior la instó a entrar, pero, al observarlos desde la puerta, vio la cercanía entre ellos. Ruby, con su energía y su sonrisa, parecía disfrutar de cada momento con Five.
Un sentimiento de celos invadió el corazón de Pyrrha, algo que no había anticipado, pero que era innegable. ¿Estaba ella realmente dispuesta a dejar ir lo que sentía por Five? O, en cambio, ¿estaba viendo a Ruby acercándose a él de una manera que no podría soportar?
Pyrrha tragó saliva, sabiendo que las decisiones que tomara en ese instante podrían cambiar todo.
Con un suspiro, dio un paso atrás y se alejó de la puerta. No quería interrumpir, pero el dolor de ver esa cercanía entre Ruby y Five la estaba consumiendo más de lo que había imaginado.
Así, mientras los tres se encontraban en diferentes puntos de Beacon, sus destinos se entrelazaban de formas que ninguno podía predecir, y las emociones que ocultaban comenzaban a hacerse más intensas.