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Chapter 10 - Capitulo:10

Después de escuchar las historias de Zhi Rong y Mei Xiu, Wu You y Lóng Xuán se sintieron llenos de curiosidad. Ahora, con una sensación renovada de pertenencia, querían explorar el pueblo cercano para ver con sus propios ojos ese lugar del que tanto se había hablado, pero aún con una gran incertidumbre.

Era temprano en la mañana cuando los niños, ansiosos por explorar, se acercaron a Jian Zú y Ling Hua durante el desayuno.

Wu You, con una mirada esperanzada y algo nerviosa, fue el primero en hablar.

—Padre... madre... —su voz sonaba genuina, y en sus ojos se reflejaba la emoción de un niño que nunca había pedido algo así—. ¿Podemos ir a explorar el pueblo? Prometemos no alejarnos mucho y regresar antes de la tarde.

Lóng Xuán, a su lado, asintió con la misma energía, mirando a los dos con ojos brillantes.

—Sí, queremos conocer más sobre este lugar. Zhi Rong y Mei Xiu han hablado mucho de él. —dijo Lóng Xuán, su voz llena de curiosidad.

Jian Zú levantó una ceja y miró a Ling Hua antes de darle una pequeña sonrisa. El ambiente en la mesa era cálido, con el aroma de los alimentos que llenaban el aire.

—Está bien, pero deben ir con Zhi Rong y Mei Xiu —respondió Jian Zú con tono firme pero amable—. Ellos los acompañarán. Es importante que estén con alguien de confianza para que se adapten bien. Los pueblerinos no los conocen, y aunque es un lugar tranquilo, no está de más que los acompañen.

Ling Hua, asintiendo, miró a los niños con una sonrisa cariñosa.

—Serán nuestros ojos en el pueblo. Nadie los conocerá de inmediato, y queremos evitar cualquier malentendido. —Su tono era suave y maternal, como el de una madre preocupada por el bienestar de sus hijos.

Wu You y Lóng Xuán asintieron emocionados y rápidamente se levantaron de la mesa, listos para salir.

Zhi Rong y Mei Xiu estaban en la entrada, esperando a los niños. Al verlos salir, Zhi Rong hizo una pequeña reverencia hacia Jian Zú y Ling Hua.

—Nos aseguraremos de que exploren el pueblo con seguridad, maestros. —dijo Zhi Rong.

Mei Xiu, siempre reservada pero con una sonrisa ligera, agregó:

—No se preocupen, serán cuidados. Vamos, niños. No quiero que el día se les escape sin disfrutarlo.

El pueblo estaba a pocos minutos de distancia, una pequeña aldea que se encontraba escondida entre montañas verdes y llenas de árboles. Aunque no era conocido por muchos fuera de la región, era un lugar lleno de vida y tranquilidad. Los pueblerinos sabían muy bien quiénes eran Jian Zú y Ling Hua, pues se hablaba de ellos como figuras legendarias, aunque nunca mencionaban a los niños.

Durante el recorrido, Wu You y Lóng Xuán no podían dejar de mirar a su alrededor, maravillados por la belleza del lugar. Las casas eran pequeñas, construidas con madera oscura, y las calles estaban adornadas con flores que crecían por todas partes. El aire era fresco y las aves cantaban desde los árboles. La aldea parecía un lugar fuera del tiempo, donde la tranquilidad reinaba sobre todo.

—¡Mira eso! —exclamó Lóng Xuán, señalando una pequeña fuente en el centro de la plaza—. Es tan bonito.

Wu You asintió, pero no dejaba de mirar las personas que caminaban por la calle. Había algo peculiar en la forma en que las personas los observaban. Algunos les sonreían, otros simplemente los miraban en silencio, como si intentaran averiguar quiénes eran. No entendían por qué. Zhi Rong y Mei Xiu notaron el desconcierto en los niños.

Zhi Rong se acercó a ellos mientras caminaban entre las casas.

—Recuerden, aunque parezca un pueblo sencillo, aquí todos conocen a nuestros maestros. Muchos han escuchado historias sobre ellos, y algunos incluso han sido testigos de su poder. No se sorprendan si sienten que los observan más de lo que es normal.

Mei Xiu, que caminaba un poco más atrás, añadió:

—Y si alguna vez sienten que las miradas son demasiadas, simplemente sonrían. La gente aquí es amable, pero todos respetan mucho a Jian Zú y Ling Hua. No es común ver a los niños de ellos por aquí.

Wu You, con una expresión pensativa, asintió.

—¿Por qué todos nos miran así? —preguntó, casi en un susurro.

Zhi Rong los miró con amabilidad y explicó, manteniendo el tono tranquilo:

—Es porque saben quiénes son tus padres, pero no saben quiénes son ustedes. Solo unos pocos conocen la historia de cómo llegaron aquí. Los pueblerinos respetan mucho a tus padres, pero nunca han visto a los niños de Jian Zú y Ling Hua. Por eso hay tanta curiosidad.

Lóng Xuán, con la cabeza llena de preguntas, frunció el ceño.

—¿Mis padres? —murmuró, algo confundido.

Zhi Rong sonrió y, sin profundizar más, respondió:

—No es algo que deban preocuparse ahora. Solo sepan que aquí en este pueblo, son bienvenidos y respetados por todos.

El grupo continuó caminando, y pronto llegaron a la plaza principal, donde los puestos de los comerciantes vendían todo tipo de productos: desde frutas y verduras frescas hasta objetos artesanales. Los niños se acercaron a un puesto de juguetes, y sus ojos brillaron al ver las pequeñas figuras talladas en madera.

—¡Miren! —gritó Lóng Xuán, mostrando una pequeña figura de dragón—. ¡Es como el que tienen mis padres!

Wu You observó el juguete con atención y sonrió. Eran tan pequeños y finamente tallados que parecían casi reales. Pero entonces, el sonido de la voz de Mei Xiu lo sacó de su pensamiento.

—Recuerden que los juguetes son parte de lo que hace especial este pueblo. Hay historias detrás de muchas de estas piezas. —dijo Mei Xiu, mientras se acercaba a los niños con una sonrisa leve.

Mientras tanto, Zhi Rong había comenzado a conversar con uno de los comerciantes en la plaza. Después de un rato, se acercó a los niños con una expresión seria pero tranquila.

—Mei Xiu tiene razón, chicos. Este pueblo es muy especial. Tiene una historia muy antigua que muchos aquí aún recuerdan, aunque no todos la comprenden completamente.

Zhi Rong se agachó para ponerse a su altura y los miró directamente a los ojos, como si estuviera compartiendo algo importante.

—Hace muchos años, en tiempos de guerra, dos grandes guerreros se sacrificaron por el pueblo. Eran un hombre y una mujer, de gran poder, que lucharon para protegernos. El pueblo estuvo a punto de ser destruido por un ejército invasor, pero estos guerreros, al ver el sufrimiento de la gente, hicieron un sacrificio inmenso. Con su magia, sellaron el poder de los invasores y salvaron a todos.

Wu You y Lóng Xuán escuchaban atentamente, y aunque no comprendían todo, sentían la gravedad de lo que Mei Xiu estaba relatando. Los ojos de los niños se agrandaron ante la magnitud de lo que escuchaban.

—¿Sacrificio? —preguntó Lóng Xuán, levantando una ceja.

Mei Xiu asintió lentamente.

—Sí, sacrificaron todo para salvarnos. El hombre y la mujer, los más poderosos de su tiempo, se convirtieron en leyendas aquí. Es por eso que la gente en este pueblo los respeta tanto. No muchos entienden todo lo que sucedió, pero todos saben lo que hicieron por nosotros.

Wu You pensó por un momento y luego preguntó:

—¿Eran los padres de alguien? ¿Quizás... nuestros padres?

Zhi Rong, que había estado observando desde lejos, se acercó en ese momento para evitar que los niños siguieran haciendo preguntas difíciles.

—Es una historia importante, pero no es algo para ustedes todavía. No necesitan preocuparse por esos detalles. Vamos a disfrutar el día.

Los niños, con su curiosidad aún insatisfecha, asintieron y decidieron seguir explorando el pueblo, aunque sabían que muchas preguntas quedaban sin responder.

Esa tarde, al regresar a la casa de Jian Zú y Ling Hua, se sentaron juntos para la cena, sus mentes llenas de las historias que habían escuchado y las preguntas que aún flotaban en el aire.

Zhi Rong y Mei Xiu se mantuvieron en silencio mientras los niños comían, sus ojos se cruzaron de vez en cuando, pero nada más se dijo. La velada transcurrió tranquila, mientras Wu You y Lóng Xuán seguían absorbiendo el misterioso entorno que los rodeaba, sin saber que su viaje estaba a punto de convertirse en algo mucho más grande.