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Chapter 9 - Capitulo:9

El sol continuaba brillando en el cielo claro, la brisa suave movía las hojas de los árboles del jardín. El aire cálido parecía envolver a los niños mientras escuchaban atentamente las palabras de Zhi Rong. Aquel relato sobre cómo había llegado a conocer a Jian Zú y Ling Hua, y cómo había decidido quedarse en su casa, resonaba en sus mentes. Aunque había algo en su interior que aún no terminaban de comprender completamente, sabían que esas historias formaban parte de algo más grande, algo que conectaba a todos ellos de una forma profunda.

Un silencio cayó sobre el pequeño grupo después de que Zhi Rong terminó su relato. Los niños miraron al hombre, aún procesando lo que acababan de escuchar. Wú You, con su habitual curiosidad, fue el primero en romper el silencio, pero no dijo nada. Solo se quedó pensando, mientras que Lóng Xuán, aunque igual de pensativo, parecía perdido en sus propios pensamientos.

Zhi Rong, al notar la seriedad de los niños, asintió levemente y se volvió hacia Mei Xiu, quien observaba en silencio, con una expresión suave en su rostro.

—Es tu turno, Mei Xiu —dijo Zhi Rong, con un tono que reflejaba respeto, casi como si estuviera pidiendo permiso para escuchar algo que sabía que sería igual de significativo.

Mei Xiu, que hasta ese momento había estado observando el horizonte, dejó escapar un suspiro suave. Era claro que había algo en su interior que aún la mantenía cautiva, algo que solo se revelaba cuando pensaba en los primeros días que pasó junto a Jian Zú y Ling Hua. La tristeza, el miedo y la gratitud se mezclaban en su corazón, pero sabía que era el momento de hablar. Había sido testigo de tantos momentos importantes en la vida de los niños que sentía la necesidad de compartir su propia historia.

—Muy bien —comenzó Mei Xiu, con una voz suave, pero clara—. Lo que les voy a contar no es tan diferente a lo que Zhi Rong dijo, pero la forma en que llegué aquí... fue distinta. No fue por una batalla, ni por la necesidad de encontrar un lugar donde quedarme. Fue por un sentimiento más profundo.

Wú You, sin quitarle la vista, preguntó curioso:

—¿Cómo llegaste aquí, Mei Xiu? Siempre te hemos visto como parte de la familia, como si fueras una tía o algo así. Nunca nos imaginamos que tu historia fuera tan diferente.

Mei Xiu esbozó una ligera sonrisa ante la sinceridad de la pregunta, pero al instante su expresión se tornó seria, como si las palabras que estaba a punto de decir le costaran más de lo que imaginaba.

—Hace muchos años, antes de que Jian Zú y Ling Hua tomaran este hogar como suyo, yo también estaba perdida —comenzó Mei Xiu, dejando que el recuerdo de esos días grises volviera a su mente—. No sabía a dónde ir, ni quién era realmente. Perdí a mis padres cuando era muy joven, y mi vida fue una serie de pequeños momentos llenos de dolor y vacíos.

Los ojos de los niños se agrandaron al escuchar esas palabras. Sabían que Mei Xiu era una mujer de gran fortaleza, pero nunca imaginaron que su vida hubiera estado marcada por tanto sufrimiento.

—Lo único que sabía, desde el momento en que me quedé huérfana, era que debía sobrevivir —continuó Mei Xiu, con una tristeza palpable en su voz—. Al principio, vagaba de un lugar a otro, sin rumbo fijo, haciendo lo que fuera necesario para obtener algo de comida. Había algo en mi interior que me decía que no podía rendirme, pero tampoco sabía cómo salir de esa oscuridad.

Lóng Xuán, con la mirada fija en Mei Xiu, se inclinó ligeramente hacia adelante. A pesar de su corta edad, comprendía que las palabras de Mei Xiu estaban llenas de un peso profundo.

—Entonces, un día, mientras vagaba por un pueblo pequeño, lo vi por primera vez —Mei Xiu hizo una pausa, como si reviviera ese momento, con los ojos perdidos en el horizonte—. Jian Zú estaba allí, en medio del mercado. Nadie me dijo nada, pero podía ver en su rostro que había algo diferente en él. Era un hombre que ya no buscaba nada, un hombre que se había alejado de todo, pero al mismo tiempo, tenía una calma y una seguridad en él que me llamaron la atención de inmediato. No sabía por qué, pero su presencia me dio la sensación de que estaba destinado a algo más.

Wú You se acercó, la curiosidad en sus ojos creciendo.

—¿Y qué pasó después? ¿Hablaste con él?

—No de inmediato —respondió Mei Xiu, con una pequeña sonrisa que revelaba algo de nostalgia—. Fue un encuentro sin palabras al principio. Yo estaba en un rincón, observando el mercado, y él pasó cerca de mí, sin siquiera mirarme. Pero había algo en su forma de caminar, en su manera de mirar a los demás, que me hizo sentir que lo conocía de algún lado, aunque sabía que nunca antes lo había visto.

Los niños escuchaban en silencio, absorbiendo cada palabra, mientras Mei Xiu continuaba.

—Pasaron unos días antes de que él se acercara a mí. Un día, sin previo aviso, me habló. "¿Estás bien?", me preguntó. Y esa fue la primera vez que escuché su voz. Parecía tan simple, tan directa, pero de alguna manera, esas palabras tocaron una parte de mí que no sabía que existía. Sentí que él podía ver más allá de mi fachada. Lo único que pude hacer fue responderle con un "sí", aunque no lo sentía.

Lóng Xuán frunció el ceño, como si intentara comprender lo que Mei Xiu quería decir con esas palabras tan llenas de emociones.

—Entonces, ¿te ofreció quedarse con él, con los demás?

—Sí —respondió Mei Xiu, mirando a los niños con ojos llenos de una mezcla de gratitud y emoción—. Después de esa primera conversación, Jian Zú me invitó a su casa. No como una simple invitación, sino como si estuviera ofreciendo un refugio. "Ven", me dijo, "si necesitas un lugar donde encontrar algo de paz, este es el lugar". No entendía mucho en ese momento, pero algo dentro de mí me decía que debía seguirlo.

Mei Xiu respiró profundamente, como si reviviera aquella sensación de incertidumbre y esperanza.

—En ese entonces, no sabía lo que me esperaba. Pero desde el primer día en que llegué a esta casa, todo cambió. Jian Zú y Ling Hua no solo me ofrecieron un techo, me ofrecieron algo mucho más valioso: la posibilidad de encontrar un propósito. Me enseñaron que vivir con honor, que luchar por lo correcto, no significaba necesariamente pelear con armas, sino con las decisiones que tomamos en la vida.

Wú You, mirando a Mei Xiu, parecía entender lo que ella intentaba transmitir, pero aún le quedaba una pregunta.

—¿Y por qué decidiste quedarte? Podrías haber ido a otro lugar...

Mei Xiu asintió lentamente, con una sonrisa leve.

—Lo hice porque en ellos vi algo que nunca había conocido antes: una verdadera familia. Una familia que no te juzga por lo que has hecho o por lo que has perdido, sino por lo que eres capaz de llegar a ser. Jian Zú y Ling Hua me dieron algo que pensaba que había perdido para siempre: la esperanza.

Un silencio pesado cayó sobre el grupo, y los niños procesaron esas palabras, comprendiendo de una forma mucho más profunda la relación que tenían con los dos adultos que los habían acogido. Mei Xiu, con una última mirada hacia ellos, continuó.

—Es por eso que estoy aquí, porque Jian Zú y Ling Hua me dieron una razón para seguir adelante. Y me quedé porque, con ellos, supe que finalmente había encontrado mi lugar en el mundo.

Wú You y Lóng Xuán intercambiaron miradas, un silencio de comprensión llenó el aire mientras asimilaban todo lo que acababan de escuchar. No necesitaban palabras para saber lo importante que era lo que Mei Xiu acababa de compartir con ellos. A través de sus historias, los niños entendieron más sobre la verdadera esencia de su familia, más allá de la figura de los padres que conocían.

Y en ese momento, comprendieron que, aunque su historia era diferente, las raíces de su hogar y el amor que sentían por Jian Zú y Ling Hua eran tan reales como cualquier otra historia de sangre