—Entendido, padre.
Xu Ying asintió, luego se volvió a mirar a Ling Xiao, sus ojos hirviendo con un resentimiento venenoso y frialdad.
Ling Xiao simplemente la miró indiferentemente, sin decir una palabra.
Su batalla con Zuo Leng fue una pelea abierta y justa, sin emboscadas ni engaños; además, tuvo lugar en el Acantilado de Vida y Muerte donde incluso firmaron un contrato de vida y muerte.
La otra parte quería matarlo, pero en cambio, él fue quien revirtió la situación y mató a su oponente. No sintió ni un ápice de culpa ni simpatía.
—¡Definitivamente te mataré!
Las palabras de Xu Ying fueron muy directas, sin ninguna sutileza.
—Zuo Leng dijo lo mismo, sin embargo, él es el que está en el ataúd, no yo —respondió Ling Xiao con firmeza.
Sus objetivos actuales ya no eran los llamados genios como Minɡ Tian, Xu Ying y Zhao Zhi.
Era la generación anterior de talentos como Hei Suo y el Demonflame Celestial a quienes aspiraba a superar.