La preparación del desayuno de Zhan Bingxue era exquisita, prestando especial atención a una variedad de combinaciones nutricionales.
Rebanadas de carne, huevos fritos, sushi, pasta, verduras, frutas, jugos...
Unos veinte platos diferentes estaban dispuestos en la lujosa mesa del comedor, y cuando Chu Mo tomó naturalmente el asiento que usualmente ocupa Zhan Bingxue, la sorpresa era evidente en los ojos de todos los presentes, ya fueran las cuatro sirvientas que atendían a su lado o la elegante mujer con gafas.
—¿Hay algún problema con el hotel que no se pueda resolver? —Comparativamente hablando, a Chu Mo todavía le prefería los sabores tradicionales sobre las ligeras frutas y verduras.
Cogió un dumpling de camarón con los palillos, y el tierno camarón instantáneamente barrió por sus papilas gustativas. Asintiendo sutilmente, Chu Mo preguntó con casualidad.