—Este caballero, yo... —Zhou Yue entró en pánico al ver la situación.
Ella no era tonta y naturalmente sabía que el tono sarcástico de Zhang Menglong iba dirigido hacia ella. Originalmente pensó que este joven era solo una persona ordinaria, ¡pero para su sorpresa, una llamada suya hizo que aparecieran diez grandes camiones!
En Ciudad de Jiangnan, no había pocas personas que pudieran producir varios millones en efectivo, incluso bastantes, pero aquellos que podían llegar a traer diez camiones de monedas eran absolutamente raros, ¡y hasta pensar en eso, este joven definitivamente tenía un fondo extraordinario!
¡Tal persona definitivamente no era alguien a quien ella pudiera provocar, ni siquiera su tío podría permitirse provocarlo!
—¿Era necesario hacer tanto alboroto por el bien de dos trabajadores de la limpieza? —preguntó alguien en voz baja.