Tan Wei Qi inmediatamente bajó la cabeza en señal de disculpa y dijo:
—Joven Maestro Han, por favor perdóname por mi ceguera.
Aunque Kong Wen Hui estaba disgustado, al ver que incluso Tan Wei Qi había inclinado la cabeza, ¿cómo se atrevería a seguir erguido? Él también inclinó la cabeza y dijo:
—Estaba equivocado. ¡Por favor perdóname, Joven Maestro Han!
—¡Lárguense! —gritó Zi Yan en reproche y señaló.
Ambos agradecían a los dioses por su buena fortuna en sus corazones mientras se preparaban para escapar.
—¿Quién les dio permiso para irse? —preguntó Ling Han.
Zi Yan no pudo evitar mostrar un atisbo de desagrado en su rostro. Era la más confiable del Tercer Príncipe Imperial, y en toda la Ciudad Imperial, ¿quién no la saludaría respetuosamente como "Señorita Zi Yan"? Sin embargo, aunque ya había intervenido como mediadora, Ling Han aún no quería dejar pasar el asunto. ¿No era esto deliberadamente faltarle al respeto en público?
