En el momento de vida o muerte, el Gran Guardián de la Montaña Inmortal no dudó en sacrificar al Quinto Anciano como chivo expiatorio, la crueldad de su acción estaba fuera de lo común.
En su corazón, no existía algo como la camaradería entre miembros de la secta, solo un egoísmo tan extremo que era enfurecedor.
Personas así eran demasiado comunes en el mundo.
Y eran precisamente este tipo de personas las que Long Chen despreciaba más.
—Él puede bloquear una espada por ti una vez, pero ¿quién bloqueará la próxima por ti? —Long Chen miró fijamente al Gran Protector, sus burlas continuas.
Al oír esto, la cara del Gran Protector se puso pálida y dijo inmediatamente:
—Señor, reconozco mi error. Por mis acciones de hoy, estoy dispuesto a servir como siervo de guerra por el resto de mi vida para pagar mi deuda, siempre y cuando el Señor no me desprecie, estoy dispuesto a seguirle y contribuir a la Mansión Gran Xia.
—Mejor ve al infierno —Long Chen levantó su espada.
