Wang Meng fue forzada a arrodillarse, pero parecía completamente desconcertado.
—¿Qué... qué quieres decir? ¿Qué quieres hacer? —Wang Meng miró fijamente a Long Chen.
—Te preguntaré una vez más, ¿te irás? Si te vas ahora, enseguida, haré como que nunca pasó nada. Pero si insistes en ser terco, no me culpes por ser grosero —Long Chen habló severamente.
—¿Cuántas veces lo he dicho? No me iré, definitivamente no me iré. Me has forzado a arrodillarme ahora. Si me fuera después de todo esto, ¿qué cara me quedaría para seguir viviendo? No me iré —Wang Meng gritó fuerte.
—Entonces déjame dejarlo claro, si no te vas, podrías realmente probar lo que es la humillación —Long Chen miró fijamente a Wang Meng.
—Adelante, yo, Wang Meng, aguantaré hasta el final —Wang Meng gritó fuerte.
—Necio obstinado, entonces no seré cortés —Long Chen repentinamente desabrochó su cinturón.
Lo que siguió fue algo que Wang Meng nunca olvidaría.
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